F¨²tbol e independencia
El Bar?a puede verse como microcosmos de las ra¨ªces multiculturales de la sociedad catalana
El f¨²tbol puede ser una buena met¨¢fora para pensar la sociedad y sus contradicciones. Los c¨¢nticos independentistas durante el ¨²ltimo ¡°cl¨¢sico¡±, la exhibici¨®n de banderas nacionales (cuatribarradas, estrelladas o rojigualdas), confirman las tesis de Norbert Elias sobre el f¨²tbol como forma de guerra incruenta. Pero m¨¢s que de politizaci¨®n del deporte, el riesgo quiz¨¢ sea la futbolizaci¨®n de la pol¨ªtica, la reducci¨®n del derecho a decidir ¡ªo la negaci¨®n de tal derecho¡ª a un juego entre s¨ªmbolos un¨ªvocos e irreconciliables. Los or¨ªgenes del Bar?a y del Madrid son, en este sentido, el mejor ant¨ªdoto contra cualquier fundamentalismo. Es consabido que el Bar?a fue fundado por un suizo y que sus colores representan los del cant¨®n donde naci¨®. Menos conocidas son sus ra¨ªces religiosas: el Bar?a fue en su origen el club de la comunidad protestante de Barcelona, compuesta en su mayor¨ªa por extranjeros como Gamper. Sus rivales en la ciudad eran el Catal¨¤ y el Espa?ol, que acabaron fusion¨¢ndose bajo los colores de este ¨²ltimo, y agrupaban a la comunidad cat¨®lica, compuesta en su mayor¨ªa por nacionales. Mientras el nuevo club se volvi¨® Real, el Bar?a transfiri¨® su identidad de minor¨ªa religiosa a la de minor¨ªa nacional, convirti¨¦ndose en el ¡°ej¨¦rcito desarmado de Catalu?a¡±, como lo definiera V¨¢zquez Montalb¨¢n. Algo parecido sucede con el Madrid, fundado por un comerciante catal¨¢n que buscaba modernizar Espa?a, e identificado con la burgues¨ªa liberal. Que luego se identificara con el nacionalismo espa?ol pero no castellano es otra historia.
El Bar?a puede verse como un microcosmos de las ra¨ªces multiculturales de la sociedad catalana. Fundado por un suizo, administrado por la burgues¨ªa aut¨®ctona y difundido por las clases populares, tras la derrota de Berna se convirti¨® en un club victimista y derrotista, hasta que un holand¨¦s errante lo reinvent¨®, primero como jugador y luego como entrenador, mezclando lo mejor de la cosecha local ¡ªla Mas¨ªa¡ª con aportaciones internacionales de calidad (vascas, holandesas, brasile?as y argentinas). Es significativo que se haya convertido en referente global cuando m¨¢s ha reforzado su cantera local. El equipo actual constituye una s¨ªntesis bastante aproximada de los diferentes componentes del melting pot catal¨¢n: la Catalu?a rural, uni¨®n de seny y rauxa, representada por Puyol y por los entrenadores Guardiola y Vilanova, que emigraron a la ciudad sin olvidar sus ra¨ªces; la Catalu?a burguesa, emprendedora y cosmopolita, representada por Piqu¨¦ y F¨¢bregas, que para triunfar en casa tiene que pasar antes por el mundo; la Catalu?a trabajadora y menestral, laboriosa y creativa, representada por Xavi (nacido en el Vall¨¦s, la Manchester catalana), genial arquitecto del juego blaugrana; la Catalu?a de los altres catalans, sacrificada y resistente, heredera de la migraci¨®n peninsular que renov¨® el pa¨ªs en los a?os 60, representada por Vald¨¦s y Alba (del Hospitalet mestizo) y por Busquets (de Bad¨ªa, prototipo de ciudad dormitorio); la Catalu?a de la nueva inmigraci¨®n, refinada y educada, representada por Iniesta y Pedro (quienes, sin dejar de ser manchego o canario, asumen la definici¨®n de catal¨¢n como aquel que vive y trabaja en Catalu?a); y finalmente, la Catalu?a internacional, representada por el argentino m¨¢s catal¨¢n (o el catal¨¢n m¨¢s argentino).
Si Catalu?a fue pionera en el deporte es porque lider¨® la revoluci¨®n industrial
Si este equipo ha funcionado es porque a¨²na fuerza, t¨¦cnica e inteligencia, porque ha sabido actuar colectivamente, y porque ha tenido buenos directores de orquesta dentro y fuera del campo. Aunque a algunos les cueste reconocerlo, es la misma f¨®rmula que ha auspiciado los ¨¦xitos de la Roja (en f¨²tbol, pero tambi¨¦n en otros deportes como baloncesto, hockey, waterpolo y nataci¨®n sincronizada): permitir que la periferia asuma las riendas del equipo para construir un estilo propio. No hay en ello ning¨²n secreto: si Catalu?a fue pionera en el deporte es porque lider¨® la revoluci¨®n industrial. Y si ahora lo sigue siendo es porque tras los JJ OO de Barcelona invirti¨® en investigaci¨®n y desarrollo, con modelos de renovaci¨®n pedag¨®gica tan exitosos como la Mas¨ªa y el CAR de Sant Cugat (donde la capacidad de emprender catalana se pone al servicio del talento global). Puede ser l¨ªcito preguntarse por qu¨¦ las ¨¦lites mesocr¨¢ticas han negado a los catalanes un papel en la pol¨ªtica, la econom¨ªa y la sociedad espa?ola equivalente al que ocupan en la Roja; por qu¨¦ las ¨¦lites catalanas han decidido que hab¨ªa llegado el momento de nadar pero llev¨¢ndose la ropa; por qu¨¦ ning¨²n catal¨¢n ha ocupado la presidencia del gobierno desde los tiempos del General Prim (cuyo cad¨¢ver se disecciona actualmente); o por qu¨¦ hay m¨¢s c¨¢tedras de catal¨¢n (noveno idioma europeo, hablado por uno de cada cinco espa?oles) en Alemania que en el resto de Espa?a.
A inicios del siglo XXI, el f¨²tbol se ha convertido en un deporte global. La rivalidad entre Bar?a y Madrid surgi¨® dentro de las fronteras del estado-naci¨®n, pero la Liga se les ha quedado peque?a. Del mismo modo, la unidad espa?ola ¡ªo la independencia catalana¡ª ya no se juega en el terreno peninsular (donde tuvieron lugar las uniones y desuniones que evoca la serie Isabel, estrenada precisamente la vigilia del 11S). Gane uno u otro equipo, lo fundamental es poder competir en la misma liga europea, reformando las reglas si han quedado obsoletas. Aunque cuando se practica el fair play y se prioriza el espect¨¢culo, el empate puede llegar a ser un buen resultado.
Carles Feixa es catedr¨¢tico de antropolog¨ªa social en la Universitat de Lleida.
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