Por una democracia equilibrada

Es un hecho incuestionable la desafectaci¨®n y la distancia que la ciudadan¨ªa mantiene hacia la clase pol¨ªtica, independientemente del ¨¢mbito territorial de su gesti¨®n. Si los ciudadanos piden m¨¢s transparencia en los gastos de los parlamentarios, la respuesta es opaca. Eso s¨ª, las asociaciones que reciben recursos p¨²blicos para poner en marcha proyectos tienen que justificar hasta el ¨²ltimo c¨¦ntimo, valor democr¨¢tico de transparencia en la rendici¨®n de cuentas que parece que no es asumido por sus se?or¨ªas. Si los ciudadanos, sean empresarios o trabajadores, a costa de aumentar su productividad desarrollan procesos productivos que les permiten contar con bienes y servicios m¨¢s competitivos, sus se?or¨ªas se entretienen en los plenos jugando con las tablets compradas con recursos p¨²blicos en vez de aprovechar el tiempo en la mejora del bien com¨²n de la ciudadan¨ªa. Si los ciudadanos piden comisiones parlamentarias que esclarezcan responsabilidades, como la de los ERE en Andaluc¨ªa, obtienen unas conclusiones que no pueden ser m¨¢s bochornosas, con el consiguiente consumo realizado en tiempo y recursos p¨²blicos. Si los ciudadanos piden plenos eficientes en Ayuntamientos, reciben respuestas pre?adas de par¨¢lisis y de herencia recibida.

Me causa sonrojo y mucha verg¨¹enza contar con una clase pol¨ªtica que no contabiliza el coste de oportunidad de sus actuaciones ni asume la dificultad de unos tiempos que, inexorablemente, van a desembocar en un cambio de paradigma econ¨®mico, social y, aunque ellos se resistan tanto, tambi¨¦n pol¨ªtico.¡ª Tom¨¢s Boyano Sanz.