Acatar o no acatar
En serio: Letizia podr¨ªa ensayar un poquito m¨¢s estas aristocr¨¢ticas apariciones, disimular con m¨¢s convicci¨®n el desinter¨¦s que siente por ellas. Sabemos que es una profesional atrapada en un palacio
Desde que en su discurso de despedida, Beatriz de Holanda dijera eso de ¡°puede que la historia diga que la elecci¨®n de mi esposo fue mi mejor decisi¨®n¡±, he sentido que tenemos mucho en com¨²n. No como reinas, sino como personas. Y que duda cabe que su hijo, el nuevo rey Guillermo Alejandro, secunda esta felicidad conyugal. Porque, ?qu¨¦ seria hoy Holanda sin M¨¢xima, toda emoci¨®n, toda gestualidad y glamour latino? Y, qu¨¦ seria de Argentina sin M¨¢xima, que ha convertido en realidad el sue?o de toda mam¨¢ conservadora, que su hija (no su hijo) llegue a ser reina.
Es curioso que en los dos casos de renuncia a una jefatura de estado, como hemos asistido en el Vaticano y en el reino de Holanda, los sucesores compartan nacionalidad, tango y parrilla. Un doble golpe dif¨ªcil de encajar para la presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez, que tiene que luchar por la reelecci¨®n, el esc¨¢ndalo de lavado de d¨®lares por parte del entorno de su difunto marido y ver como dos compatriotas se plantan en el centro mismo del poder europeo y la dejan en la periferia. Por ese triunfo personal, M¨¢xima no solo estuvo regia en su investidura sino que demostraba estar pas¨¢ndoselo genial con el subid¨®n al trono. El despliegue de tiaras, collares y tulipanes le ha sentado muy bien a los invitados. Confirmando que nada mejor para cualquier corona que la renovaci¨®n y el ox¨ªgeno del carnaval que le acompa?a. ?Otro efecto realmente bals¨¢mico de lo sucedido en Amsterdam es comprobar la ausencia de trauma en la abdicaci¨®n! Sencillamente, te peinas y te arreglas bien, convocas en un maravilloso sal¨®n con una solida mesa de caoba y enmarcas en un buen libro el acta de renuncia, te sientas junto a tus sucesores, firmas y¡ ?traspaso de poderes listo! Se inicia una nueva etapa, se recupera la credibilidad y, lo dicho en El gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual. Ni peros constitucionales, ni melones abiertos. Cuando las encuestas indican que bajas, la mejor manera de recuperar es renunciar.
Luego viene todo lo serio. Esa Mozah, jequesa de Catar, con su glamour XXL, acatando al m¨¢ximo los c¨®digos que exige la costumbre isl¨¢mica y definiendo la mujer ¨¢rabe rica de hoy, pero con un aire de naftalina retro a?os cincuenta. ?C¨®mo se puede definir ese collar¨®n que llevaba? ?Aristocrazy? Un poco de aristo y un mucho de crazy. Fue uno de los artefactos m¨¢s grandes de todos los vistos, una especie de Desaf¨ªo de Andr¨®meda de medialunas engarzadas en oro, destacando sobre la oscuridad de su vestido-t¨²nica azul petr¨®leo (qu¨¦ otro color iba a usar viniendo de un emirato). Se sent¨® con el aplomo y la tranquilidad que te da llevar Catar al cuello. No lejos, Letizia, tambi¨¦n vestida de oscuro , llevaba a Catar en la cabeza, ya que su tiara era la misma que se emple¨® en la boda de Urdangarin, qui¨¦n ahora est¨¢ pendiente de su contrato de trabajo all¨¢ en el emirato. Letizia no quer¨ªa dejar pasar la oportunidad de record¨¢rselo de alguna manera a la jequesa antes de que esta se quitase su turbador turbante. En serio: Letizia podr¨ªa ensayar un poquito mas estas aristocr¨¢ticas apariciones, intentar disimular con mas convicci¨®n el desinter¨¦s que siente por ellas. Princesa, sabemos que es una profesional atrapada en un palacio, no tanto como la princesa Masako que llevaba siete a?os sin salir, pero t¨®mese estas situaciones precisamente como un trabajo. No deber¨ªa seguir apareciendo guapa pero con el rostro tenso marcado por el ¡°v¨¢monos cuanto antes, que rollo!¡±. Lo bueno ha sido confirmar que Felipe Varela, su dise?ador de cabecera, se ha visto las mejores pel¨ªculas de Sara Montiel, en especial La Violetera y eso le ha ayudado a interpretar a la princesa entre encajes. Un buen gui?o a nuestra cultura popular al que las princesas tambi¨¦n est¨¢n engarzadas.
Lo del talante de Letizia no fue nada comparado con la maquillad¨ªsima cara de Masako, la princesa que como ya hemos dicho lleva siete a?os sin salir de casa y once sin salir de Jap¨®n. En la investidura estaba como una seda aunque, ligeramente desorbitada quiz¨¢s por ver tanto brillo tan de sopet¨®n. Puede ser que sentir tan de cerca a Mozah y a Letizia juntas no haya sido del todo beneficioso para su estado. En el fondo, probablemente, anhela lo que anhelamos todos, que algo gordo y duro, como un pedrusco de la jequesa, nos caiga en la cabeza para despertarnos de este mal sue?o.
Sin sue?o y muy despierta estuvo Genoveva Casanova, directora de proyectos y diamante en bruto, de la Casa de Alba, al confundir, en un baile de hombres y de letras, a Quevedo con Cervantes. Habl¨® de la importancia de El Quijote de Quevedo y de Los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya. Dando as¨ª un punto humano y divertido a la rigidez cultural de los cl¨¢sicos en la entrega de premios Naranja y Lim¨®n. En la aristocracia del deporte americano tambi¨¦n se ha encendido otra estrella: Jason Collins, que desde el n¨²cleo duro de la NBA ha reconocido p¨²blicamente su homosexualidad. Una dif¨ªcil decisi¨®n que el presidente Obama apoy¨® inmediatamente haci¨¦ndonos ver, al igual que Genoveva y Beatriz, que lo realmente traum¨¢tico es no querer cambiar. Ni abdicar.
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