?Di¨¢logo al fin?
Todo est¨¢ por definirse en las conversaciones entre israel¨ªes y palestinos que anuncia EE UU
Todo es preliminar, lleno de condicionantes e inconcreto en el anuncio del secretario de Estado John Kerry sobre el relanzamiento, despu¨¦s de casi tres a?os, de las conversaciones de paz entre israel¨ªes y palestinos, con Washington como escenario inicial, quiz¨¢ la semana entrante. En su sexta visita a la zona desde que asumiera la jefatura de la diplomacia estadounidense, Kerry ha obtenido el compromiso aparente de ambas partes de explorar de nuevo las posibilidades de entendimiento sobre el conflicto por antonomasia de Oriente Pr¨®ximo. Como gesto de buena voluntad, Israel anuncia la liberaci¨®n de un n¨²mero indeterminado de presos palestinos.
La primavera ¨¢rabe y un ostensible desinter¨¦s de Obama por Oriente Pr¨®ximo han marginado en los ¨²ltimos a?os la cuesti¨®n palestina. Parece inmovilizada en el tiempo frente a la desmesurada tragedia siria y sus implicaciones, el v¨¦rtigo de Libia o Egipto o la incertidumbre iran¨ª, aun cuando siga siendo decisiva para la estabilidad de una zona crucial del mundo. La realidad es que, 20 a?os despu¨¦s de los acuerdos de Oslo, israel¨ªes y palestinos siguen separados por un abismo conceptual y existencial.
En los proleg¨®menos negociadores que se anuncian no hay indicios de que unos u otros se hayan comprometido a flexibilizar posiciones sobre exigencias b¨¢sicas. La ¨²ltima ruptura palestino-israel¨ª, en 2010, tuvo como argumento la imparable e ilegal extensi¨®n de los asentamientos jud¨ªos en Cisjordania. Esta misma semana, Jerusal¨¦n ha dado v¨ªa libre a la construcci¨®n de otras 700 viviendas para colonos. Nada sugiere concesiones del m¨¢s fuerte en este ¨¢mbito decisivo.
Tampoco existe firmeza aparente de prop¨®sito en los actores principales. Un Abbas pol¨ªticamente d¨¦bil preside un Gobierno dividido ¡ªcon una r¨¦plica rival en Gaza¡ª que ni siquiera ha sido capaz de ponerse de acuerdo sobre la reanudaci¨®n del di¨¢logo con Israel, pese a la bendici¨®n previa de la Liga ?rabe y la promesa estadounidense de 4.000 millones de d¨®lares. Por parte israel¨ª, el intransigente Netanyahu encabeza una fr¨¢gil coalici¨®n derechista en la que algunos de sus miembros m¨¢s destacados son manifiestamente al¨¦rgicos a la idea de un Estado palestino.
El escenario no abona el optimismo. Pero la idea de que los enemigos vuelvan a hablar tras a?os de par¨¢lisis diplom¨¢tica debe ser saludada como un paso adelante.
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