Estrellas que se apagan
La alta cocina espa?ola no resiste la crisis a pesar de la creatividad y la innovaci¨®n que demuestra
Parece obvio que la crisis se ceba en Espa?a. Ni siquiera la gastronom¨ªa de excelencia, esa que cabalga ya f¨¦rreamente unida a la Marca Espa?a, se libra de los embates. Esta semana, el emblem¨¢tico restaurante Can Fabes ha anunciado que el 31 de agosto cerrar¨¢ sus puertas. Bajo la direcci¨®n de Santi Santamar¨ªa, su fundador, el restaurante de Sant Celoni (Barcelona) lleg¨® a tener tres estrellas Michelin. Ahora, a pesar del mazazo de la muerte del afamado cocinero en Singapur, conserva dos de las preciadas estrellas, que son como los Oscar de la gastronom¨ªa. Pero ni la extrema afici¨®n espa?ola a la alta cocina, que hasta ha dado el salto a los concursos televisivos, ni casi ninguna otra circunstancia parece que ser¨¢n capaces de salvar a este exquisito templo gastron¨®mico, ahogado por la inviabilidad econ¨®mica.
Otros, lamentablemente, le han precedido durante estos cinco a?os de dura recesi¨®n. La lista empieza a ser voluminosa: elBulli,Jockey, Ca Sento, Sergi Arola Gastro...
A estos grandes cocineros no les ha salvado la innovaci¨®n y la creatividad que siempre demostraron. Otros, sin embargo, se est¨¢n aferrando a esa misma receta para intentar subsistir.
Las nuevas corrientes innovadoras recorren un camino, en cierto modo, inverso: mantener el lujo de unos buenos platos al tiempo que se bajan los precios y se combinan las viandas con locales menos lujosos, servicio menos caro y negocios paralelos, como el catering o la asesor¨ªa a otros cocineros.
En todo caso, este nuevo cierre anunciado tiene muchas aristas. Porque es injusto que la crisis arrastre por igual a los que incurrieron en excesos y mala gesti¨®n que a quienes durante a?os demostraron esfuerzo y creatividad, aunque por otra parte parece l¨®gico que tanto lujo caro pierda adeptos en un pa¨ªs de mileuristas.
Tambi¨¦n resulta parad¨®jico que el mercado del lujo siga tan sano y rentable como antes junto al triste apagado de tanta estrella Michelin. Parece obvio que en este pa¨ªs ya no quedan paladares de ricos suficientes para sostener la alta cocina espa?ola. Ni tampoco empresas y clases medias dispuestas a hacer un d¨ªa una lujosa excepci¨®n.
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