Campamento de verano
Estuve un rato escuchando y viendo al presidente del gobierno hablando de "fin de la cita" con un eficaz traje azul el¨¦ctrico. La duquesa de Palma se va a Suiza para que sus hijos no se enteren del Instituto Noos.
La comparecencia del presidente de Gobierno, Mariano Rajoy me pill¨® en circunstancias un tanto agitadas. En el edificio donde vivo hab¨ªan cortado el agua repentinamente, porque por un aumento de presi¨®n en la residencia religiosa del primer piso estall¨® una tuber¨ªa que inund¨® el piso inferior, donde se almacenan alfombras antiguas. ¡°Hay da?o¡±, explicaba el hijo del portero al azorado cura con sotana que lleva la gerencia de la residencia. ?Qui¨¦n soy yo para criticar a nadie?, pens¨¦ recordando al papa Francisco.
Acud¨ª al Programa de Verano en Telecinco sin duchar. Cuando llegu¨¦ se me advirti¨®, con esa cortes¨ªa brusca de la televisi¨®n, que como mucho tendr¨ªa siete minutos de intervenci¨®n porque el resto se lo ¡°tragaba¡± la comparecencia. Estuve un rato escuchando y viendo al presidente de gobierno hablando de ¡°fin de la cita¡± con un eficaz traje azul el¨¦ctrico que podr¨ªa recalificarse de azul evasivo, muy en el tono de lo que dec¨ªa. Estaba ah¨ª, evadi¨¦ndome, cuando sucedi¨® el famoso ¡°me equivoqu¨¦¡±, tan pensado y tan electrificante que sus compa?eros de partido empezaron a aplaudir de tal manera que deb¨ªan apoyar los codos en sus esca?os para vigorizar sus palmas. Pero lo que de verdad cautivaba mi atenci¨®n era el anuncio, en la esquina superior derecha de la pantalla, de un programa llamado Campamento de Verano. Resultaba confuso. ?Era autopromoci¨®n o quer¨ªan decirnos que era eso, un campamento de verano con nuestros parlamentarios? El hecho de que no se reunieran en su sede habitual sino en el Senado, porque hay obras de mejora (ja, ja), sumaba el aspecto de campamento al duelo pol¨ªtico. Las ovaciones cerradas de una bancada ante el silencio absoluto de la otra, parec¨ªan una de esas pruebas de los realities de Telecinco que tanto han martirizado a Lucia Etxebarria.
Quedaba claro que el verdadero l¨ªder del campamento es el chico malo, Luis B¨¢rcenas. Nunca ha estado mas presente. Lo imagin¨¢bamos en Soto del Real delante de la tele sonriendo y haciendo peinetas, ¡°ya ver¨¢n en septiembre cuando vuelva a hablar¡±... Y esta vez al Financial Times.
Terminada la comparecencia, iniciado agosto, el agua volvi¨® a mi edificio. Pero tambi¨¦n las cartas de pago a Hacienda, que podr¨ªan obligarnos a mi esposo y a mi a fingir que somos eternamente j¨®venes y refugiarnos en la residencia estudiantil de abajo o a convertirnos con un ¡°me equivoqu¨¦¡± ante el cura con sotana. Afortunadamente, fuimos invitados por unos amigos a Ibiza. Solo podemos veranear bien si nos invitan. Nuestras visitas son cortas, tres noches como m¨¢ximo pero no conseguimos evadirnos del todo porque en la isla pitiusa todo el mundo hablaba de las inspecciones de Hacienda y de la falta de cobertura. ¡°Es peor que la plaga de medusas, todos estamos investigados, como afectados, no sabemos ponernos de acuerdo y nadie quiere reconocer la inspecci¨®n¡±, esgrim¨ªa una persona muy celebre, muy amiga y muy investigada. ?ramos como otro campamento de verano y, como en el Senado, se ovacionaban todas las opiniones. ¡°Si pagamos todos las sanciones, reactivaremos el cr¨¦dito hipotecario¡±, se escuch¨® y hubo pitadas. Se grito tambi¨¦n lo de ?Todos a la c¨¢rcel! Y hubo brindis. De pronto, dos famosos, entre arroces y gambas de paellita, discut¨ªan las maneras de su inspectora de Hacienda¡?Hasta que descubrieron que compart¨ªan la misma! Y un magnifico humorista de televisi¨®n sentencio: ¡°Imag¨ªnatela viendo la tele y, como si estuviera en un bingo, anotando: este lo inspecciono, y este tambi¨¦n, y tu bonita, tambi¨¦n¡±. Un nuevo reality: ¡°Inspectora de famosos¡±.
Afortunadamente se airearon otros temas. Lo de que las chicas que aportan ambiente en la lujosa planta baja del restaurante Cipriani de Ibiza incomoda a las se?oras clientas porque perciben algo encubierto pero descubierto de ropa. Hasta que alguien consigui¨® la cobertura suficiente (porque se ha roto un cable submarino y no hay manera ni de ver los whastapp de Julio Iglesias y sus conquistas) para enterarnos de que la Infanta se exilia en Suiza. ¡°Qu¨¦ divina¡±, dijo alguien. ¡°?Es que es millonaria, que suerte!, dijo otra m¨¢s escotada. Y con toda raz¨®n. Antes los que se exilaban en Suiza eran dictadores, grandes ladrones o estrellas retiradas del jazz o del rock. Ahora es la duquesa de Palma, con sus hijos, para que no se enteren del Instituto Noos. Aunque no ser¨¢ sencillo duquesa, porque en los colegios de Suiza los alumnos son unos linces, hablan cinco idiomas, saben todo de Snowden, de Manning y tambi¨¦n de Noos y Aizoon. Pero no lo olvidemos: el exquisito exilio entronca con una tradici¨®n familiar. Ya lo vivi¨® el abuelo de la infanta, Don Juan, que hizo una buena fondue bajo la bandera helv¨¦tica y antes la reina Victoria Eugenia, que se estableci¨® en Lausana como un reloj de cuco. O sea, una familia que lleva el chocolate suizo en las venas. ¡°Me pido de reyes una varita m¨¢gica o un pap¨¢ como el Rey¡±, sugiri¨® mal¨¦volo, un comensal. ¡°Que te consiga todo de un golpe: trabajo, permiso de residencia, matricula para los ni?os en pleno verano¡±. Gran ovaci¨®n en su parte de la mesa.
Otros en cambio pens¨¢bamos, igual que Rajoy, cuanto nos hemos equivocado, confiando en nuestros propios m¨¦ritos para intentar ser mejores. Y as¨ª estamos, cobrando por achicar agua y el cura con su sotana esperandonos con el ecce homo detr¨¢s de la puerta.
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