Un gigante en apuros
El retraso en las obras para el Mundial de F¨²tbol compromete la imagen de Brasil como pa¨ªs emergente
El 12 de junio debe celebrarse el primer gran encuentro del Mundial de F¨²tbol de Brasil. Faltan poco m¨¢s de 100 d¨ªas y buena parte de los 12 estadios que deben albergar el torneo est¨¢n a¨²n en un agitado trasiego de obras. Los organizadores aseguran que todo estar¨¢ listo, pero los responsables de la FIFA albergan serias dudas, pues ya dieron un ultim¨¢tum y no se cumpli¨®. Los 12 estadios deb¨ªan haber sido entregados el 31 de diciembre, pero la mitad no estuvieron a punto en esa fecha. Para el peor de los casos, el estadio de Curibita, el nuevo l¨ªmite establecido por la FIFA vence el 18 de febrero, es decir, ma?ana.
Algunos de los recintos no planteaban excesivos problemas, pues ya fueron sede de la Copa Confederaciones celebrada el a?o pasado. Pero los restantes exig¨ªan obras de importancia. De momento quedan por entregar a¨²n cinco, en cuyas labores el Gobierno deber¨¢ concentrar toda su determinaci¨®n si no quiere jugar un mal papel ante todo el mundo. Ha tenido siete a?os para organizar el Mundial, m¨¢s que ning¨²n otro pa¨ªs. Es, pues, consciente de que en este reto se juega en parte el prestigio de Brasil como pa¨ªs emergente.
No es, sin embargo, un buen momento para esfuerzos extraordinarios que puedan sonar a dispendio. Brasil es uno de los grandes pa¨ªses con elevados ¨ªndices de crecimiento, pero tambi¨¦n con fuertes carencias, tanto en infraestructuras como en servicios sociales. Cuando en 2007 logr¨® la oportunidad de organizar el Mundial, lo present¨® como una ocasi¨®n para modernizar el pa¨ªs y crear las infraestructuras que necesitaba para afianzarse como potencia emergente.
Ya est¨¢ claro que ese plan no se completar¨¢. Lo primero que ha ca¨ªdo son algunas de las infraestructuras m¨¢s costosas, entre ellas el emblem¨¢tico tren bala que deb¨ªa unir S?o Paulo y R¨ªo de Janeiro.
El problema ahora es que el coste de las obras deportivas, sufragadas en un 85% por el erario p¨²blico, superan ya en un 45% la cifra prevista. En algunos casos, como el del estadio de Brasilia, el coste se ha duplicado. El Gobierno federal quiere cumplir su compromiso, pero teme que el exceso de gasto en el Mundial provoque la reacci¨®n de una poblaci¨®n muy pendiente de sus necesidades en el transporte, la sanidad o la?educaci¨®n.
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