Dentro y fuera
Muchos quieren irse de distintos sitios y por diversos motivos: brit¨¢nicos, franceses y griegos, de la UE o del euro; catalanes y escoceses, de sus Estados. Pero irse no es posible si aquello de lo que se ausenta sigue siendo lo que era

Cuando parece que todo el mundo se quiere ir de alg¨²n sitio, como los que acaban de presentar una propuesta para iniciar el proceso de creaci¨®n de ¡°un Estado catal¨¢n independiente en forma de rep¨²blica¡±, me atrevo a asegurar que estar dentro o fuera ya no es tan relevante, que en el fondo todos nos encontramos en una zona intermedia renegociando continuamente nuestras pertenencias. Y, adem¨¢s, lo interior y lo exterior son nociones relativas, aunque a veces alguien pueda forzar esta relatividad hasta lo grotesco, como aquel c¨¦lebre titular de un peri¨®dico brit¨¢nico que informaba de una densa niebla en el Canal de la Mancha y conclu¨ªa que el Continente se encontraba aislado.
Hay muchos que se quieren ir, de distintos sitios y por distintos motivos: brit¨¢nicos, franceses y griegos de la Uni¨®n Europea o del euro, catalanes y escoceses de sus Estados¡ Ahora bien, ?qu¨¦ significa irse? ?Se va quien se va o tambi¨¦n, parad¨®jicamente, quien se queda? Irse no es posible, si entendemos esa operaci¨®n como un corte limpio en el que uno recupera plenamente su identidad y soberan¨ªa, mientras aquello de lo que se ausenta sigue siendo lo que era. Nadie se queda completamente fuera o, al menos, esa separaci¨®n no le devuelve la soberan¨ªa, ni le proporciona una inmunidad frente a todo contagio; y los que comparten espacios, proyectos y recursos, los que por as¨ª decirlo est¨¢n dentro, no forman parte de eso com¨²n ¡ªa menos que hayamos renunciado completamente al ideal de autogobierno democr¨¢tico¡ª sin renegociar una y otra vez las ventajas y deberes que dicha pertenencia implica.
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Dig¨¢moslo de una manera menos abstracta. ?Qu¨¦ pasa, por un lado, con los que se van? Empecemos por lo que pas¨® en Grecia. Pese a la ret¨®rica al uso, quien se va no recupera su soberan¨ªa; el refer¨¦ndum no devuelve la voz al pueblo sino que le traspasa la responsabilidad. No es un ejercicio de soberan¨ªa sostenible sino un gesto que la teatraliza y despu¨¦s del cual el pueblo griego tiene todav¨ªa menos poder del que antes dispon¨ªa.
Pasemos ahora a Gran Breta?a. Recuerdo haberle preguntado a Anthony Giddens, actual miembro de la C¨¢mara de los Lores, qu¨¦ pensaba del refer¨¦ndum sobre la permanencia en la Uni¨®n y su ir¨®nica respuesta: ?pero estamos dentro? Entre quienes defienden esa consulta, unos pocos lo hacen para salir; otros pocos, para quedarse, y la mayor¨ªa, para conseguir m¨¢s ventajas a la hora de renegociar la permanencia. Hay quien utiliza este argumento, un tanto c¨ªnicamente, para desaconsejar la salida de Reino Unido: es mejor estar dentro de la Uni¨®n Europea e influir que estar fuera y seguir, no obstante, bajo su influencia.
Pensemos en eso que se ha dado en llamar ¡°ampliaciones internas¡±, la posibilidad de que naciones sin Estado abandonen el Estado del que forman parte pero permanezcan en la Uni¨®n Europea: Escocia, Catalu?a, Flandes... Los partidarios de la independencia de Escocia no cuestionaban ni la pertenencia a la monarqu¨ªa brit¨¢nica, ni la libra como moneda com¨²n, ni la pertenencia a la UE, es decir, pretend¨ªan una situaci¨®n que no es sustancialmente diferente de la actual. Adem¨¢s, de haber ganado el s¨ª,se habr¨ªa abierto un largo proceso de negociaci¨®n del que resultar¨ªa un acomodamiento de las respectivas aspiraciones. Pero la mayor de las paradojas es que sin la participaci¨®n de los escoceses, los brit¨¢nicos terminar¨ªan sali¨¦ndose de la Uni¨®n Europea.
Entrar y salir son operaciones que hacemos constantemente al redefinir la vida en com¨²n
?Y qu¨¦ pasa con los que se quedan, con el resto, tras un proceso de autodeterminaci¨®n a nivel europeo o infraestatal? Pues fundamentalmente que ya no son exactamente lo que eran ni est¨¢n donde estaban. El ejemplo brit¨¢nico muestra hasta qu¨¦ punto podr¨ªa uno sostener que los que se han ido han sido todos los dem¨¢s, como con la an¨¦cdota de la niebla en el Canal: tendr¨ªa m¨¢s riesgos de quedarse fuera de la UE Inglaterra que Escocia. Una salida no deja intacto al resto abandonado. Buen testimonio de ello es el empe?o de los pa¨ªses del euro por protegerse de las consecuencias que tendr¨ªa un Grexit, por establecer cortafuegos y protegerse del contagio. Dicha estrategia obedece a que, tras la eventual salida de Grecia, el resto de la eurozona modificar¨ªa su situaci¨®n y se har¨ªa m¨¢s vulnerable. Se debilitar¨ªa el euro porque a partir de ese momento el euro ser¨ªa una moneda de la que se puede salir. La l¨®gica de los nuevos espacios pol¨ªticos implica una conectividad de la es muy dif¨ªcil sustraerse, tanto para quienes salen como para quienes se quedan.
En vez de pensar que las operaciones de entrar y salir son acontecimientos excepcionales, entender¨ªamos mejor lo que pasa si las concibi¨¦ramos como operaciones que estamos haciendo todos y continuamente en la medida en que redefinirnos las condiciones de la vida en com¨²n y la copertenencia. Hay quien desear¨ªa petrificar las actuales circunstancias (continuar con la l¨®gica irreversible de la integraci¨®n furtiva en el espacio europeo o apelar a marcos constitucionales supuestamente inapelables en el ¨¢mbito dom¨¦stico) y quien plantea abiertamente y sin demasiados matices la desintegraci¨®n o la secesi¨®n, pero comprender¨ªamos mejor lo que pasa si nos atuvi¨¦ramos al hecho de que la gran mayor¨ªa lo que pretende es mejorar su situaci¨®n. No es tanto la salida lo que est¨¢ en juego como las condiciones de la permanencia.
No son buenos tiempos para el matiz, la ambig¨¹edad, las terceras v¨ªas y los tonos grises
El pluralismo territorial vigente en Europa es una cristalizaci¨®n de ese forcejeo: tenemos el ¨¢rea de Schengen, la zona euro, todo el resto de la Uni¨®n, el Espacio Econ¨®mico Europeo que permite a ciertos Estados que no forman parte de la Uni¨®n participar en su mercado interior, una multiplicidad de tratados bilaterales, integraci¨®n diferenciada, cooperaciones reforzadas¡ Existen, adem¨¢s, las ¡°peque?as salidas¡±, los opt-outs, como por ejemplo, en relaci¨®n con el Acuerdo de Schengen, roto unilateralmente por Dinamarca para reintroducir los controles fronterizos.
Si la distinci¨®n dentro/fuera, aun siendo real, no es tan tajante ni tan ¨²til como pretenden los que lo tienen todo claro, entonces habr¨¢ que dar soluciones m¨¢s sofisticadas a los problemas que nos plantea la convivencia pol¨ªtica. Por supuesto que habr¨¢ siempre gente empe?ada en exigir respuestas m¨¢s n¨ªtidas que la realidad social a la que se refieren, que digas s¨ª o no, que te vayas o te quedes, pero que si te quedas aceptes unas condiciones sobre las que ya no tienes capacidad de decisi¨®n. No son buenos tiempos para el matiz, la tan denostada ambig¨¹edad, las terceras v¨ªas y los tonos grises, pese a que en el fondo todos sabemos que la vida pol¨ªtica discurre siempre por esos derroteros, en la zona imprecisa entre el adentro y el afuera.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica e investigador Ikerbasque en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Acaba de publicar el libro La pol¨ªtica en tiempos de indignaci¨®n (Galaxia-Gutenberg).
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