Cuando prefieres el tel¨¦fono m¨®vil a un amigo
Est¨¢s conversando con un amigo. Est¨¢is los dos solos y le est¨¢s contando algo importante para ti: un problema, algo que te ha impactado¡ y de repente, suena su m¨®vil. Te sonr¨ªe y te dice: ¡°perdona, es fulanito. Le digo que no puedo atenderle¡±. ?C¨®mo te quedas t¨² en ese momento? Supongo que no muy bien, aunque ¨¦l cuelgue en treinta segundos. Motivo: la tecnolog¨ªa ha boicoteado ese momento de intimidad, que para ti era importante. Seguro que lo has vivido en ambos lados. Es solo un ejemplo, pero es m¨¢s habitual de lo que nos imaginamos. Si revisamos datos, seg¨²n un estudio publicado en la revista Psychology Today, el 70 por ciento de las mujeres reci¨¦n casadas aseguran que sus parejas suelen interrumpir sus conversaciones cara a cara con llamadas o mensajes de texto¡ Algo que, l¨®gicamente, fastidia un poco.
La tecnolog¨ªa nos hace m¨¢s libres como seres humanos y como sociedad, pero tambi¨¦n corremos alg¨²n riesgo en nuestras relaciones personales si no sabemos utilizarla bien. Cuando estamos con alguien nos enfrentamos a un dilema: el inter¨¦s de lo que nos cuenta o el aparente mundo de las infinitas posibilidades que nos ofrece un Smartphone. A trav¨¦s de la pantalla, tenemos las noticias, las redes sociales, los juegos y tantas y tantas cosas (ahora Pokemons dando saltos por las ciudades), que pueden resultar mucho m¨¢s emocionantes que cualquier debate¡ Sin embargo, cuando escogemos las posibilidades tecnol¨®gicas por encima de todo, caemos en una trampa. Por un lado, nuestras conversaciones son m¨¢s superficiales y menos profundas. No tenemos tanto tiempo. Digo cuatro cosas, quedo bien y enseguida curioseo a ver qu¨¦ sucede en Facebook. Esta actitud, por cierto, es m¨¢s habitual en la gente joven y ya se est¨¢n desarrollando terapias para combatirla. La segunda consecuencia, seg¨²n el psic¨®logo Kenneth Gergen es que caemos en el ¡°s¨ªndrome de la presencia ausente¡±, es decir, tu cuerpo est¨¢ en medio de una conversaci¨®n, pero tu mente se ha quedado vagando en el ¨²ltimo email recibido o ese comentario de twitter. Quiz¨¢ t¨² no seas consciente, pero el otro, me temo, se da est¨¢ dando cuenta. De hecho, incluso se ha estudiado qu¨¦ nos pasa cuando ¡°estamos sin estar¡±: la entonaci¨®n pasa a ser met¨¢lica, se reduce el contacto visual y te cuesta un infierno seguir la conservaci¨®n. En otras palabras, cuando caemos en dicho s¨ªndrome, parecemos una maceta. Y lo que es peor, lo acariciamos a¨²n cuando no hagamos uso del m¨®vil pero lo tengamos cerca de nosotros tent¨¢ndonos.
Shalini Misra y su equipo estudiaron las conversaciones de las parejas en una cafeter¨ªa y descubrieron que cuando el smartphone estaba encima de mesa, aunque fuera sin utilizarse, la empat¨ªa y la profundidad de las conversaciones se reduc¨ªa. A esto lo llamaron el ¡°efecto iphone¡±, aunque suponemos que no hace falta que sea de la marca Apple para sufrirlo.
En definitiva, los smartphones nos abren un mundo maravilloso de posibilidades sociales (dificultan los golpes de estado o las injusticias) y personales (confieso que a m¨ª se me har¨ªa tambi¨¦n dif¨ªcil desprenderme del m¨ªo), pero tambi¨¦n corremos el riesgo de caer en la superficialidad de nuestras conversaciones. Por ello, como sugerencia para el verano, dejemos el m¨®vil un tiempo fuera de nuestra vista. Tampoco va a pasar nada si no estamos conectados todo el tiempo o si paseamos sin ¨¦l.
Vivir el momento presente significa tambi¨¦n abrirse a las infinitas posibilidades que tenemos frente a nosotros: observar los comportamientos de quien nos habla, registrar nuestras emociones, hacer sentir importante al otro mientras se expresa o, simplemente, ver una puesta de sol sin necesidad de hacer una foto para compartirla en Instagram. Porque como dijo un chico en Facebook, apenado: ¡°tengo cien amigos, hoy es viernes y, sin embargo, no tengo a nadie con quien tomar una cerveza¡±. La tecnolog¨ªa no sustituye la fuerza de la presencia, los bailes con amigos o el sabor de los besos, por mucho que los fotografiemos. Ese se almacena en otro lugar de nosotros mismos. Hagamos esto tambi¨¦n con nuestras conversaciones y con el placer de la intimidad compartida.
Fuente imagen: Pixabay
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