C¨®mo fue posible que Caitlyn Jenner ganara el oro en la prueba m¨¢s completa
Es la '¨²nica mujer' con un oro ol¨ªmpico en una prueba masculina, el exigente decatl¨®n. Ahora es estrella del clan Kardashian. C¨®mo consigui¨® aquel triunfo, hace justo 40 a?os
En 2015, cuando Caitlyn Jenner complet¨® su cambio de sexo, una cadena de televisi¨®n decidi¨® producir un reality sobre su vida, una aut¨¦ntica cumbre del exhibicionismo y la verg¨¹enza ajena titulada I Am Cait. En uno de los episodios de aquel engendro, la transexual m¨¢s c¨¦lebre de Estados Unidos se reun¨ªa con otras transexuales, en su mayor¨ªa activistas transg¨¦nero solventes y serias, y acababa recibiendo una cascada de reproches.
Criticaban sus ideas conservadoras (apuesta por Donald Trump), su falta de sensibilidad social, su patriotismo agresivo, su apoyo incondicional a un Partido Republicano que sus interlocutoras consideraban ¡°hom¨®fobo¡±, su tendencia a mercadear con los detalles de su vida privada de la mano de sus dos hijas menores, las muy medi¨¢ticas modelos Kendall y Kylie Jenner (y de las hermanastras de estas, con Kim Kardashian a la cabeza). Se le criticaba casi todo, en fin, con celo y con sa?a, en un aut¨¦ntico proceso p¨²blico de demolici¨®n de la mujer y del personaje al que ella asist¨ªa con un desconcierto casi doloroso.
Su plan era 'aplastar' a la mujer que siempre supo que llevaba en su interior. Por eso eligi¨® el decatl¨®n, la aut¨¦ntica apoteosis de la virilidad, porque consiste en seleccionar a los atletas m¨¢s completos: los m¨¢s fuertes, los m¨¢s r¨¢pidos, los que m¨¢s y mejor saltan
Pese a todo, hay un detalle en su biograf¨ªa que nadie, ni siquiera los que piensan que un cambio de sexo es cosa muy seria y como tal debe tomarse, puede discutirle ni criticarle: Catilyn Jenner es la ¨²nica mujer que ha sido campeona ol¨ªmpica en una prueba masculina. Una ins¨®lita gesta que se produjo cuando, para el mundo al menos, a¨²n era un hombre y de la que este verano se cumplen 40 a?os.
Durante cinco d¨¦cadas, casi toda su vida adulta, William Bruce Jenner (Nueva York, 1949) hab¨ªa intentado aplastar a la peque?a mujer que siempre supo que llevaba en su interior. Por eso practic¨® el atletismo y se entreg¨® al culto al cuerpo. Por eso eligi¨® como disciplina deportiva el decatl¨®n, que para ¨¦l (?o ella?) ven¨ªa a ser una aut¨¦ntica apoteosis de la virilidad, porque consiste en seleccionar a los atletas m¨¢s completos: los m¨¢s fuertes, los m¨¢s r¨¢pidos, los que m¨¢s y mejor saltan.
¡°Quise mantener a mi mujer interior a raya¡±, explicaba Jenner a Rolling Stone en una entrevista reciente, ¡°portarme como un verdadero hombre para demostrarme a m¨ª mismo que esa mujer no estaba all¨ª¡±. Pero s¨ª estaba. Y esa peque?a mujer que tanto se resisti¨® a ser aplastada acab¨® tomando el mando en abril de 2015, fecha en que el antiguo atleta culmin¨® su proceso de cambio de sexo, present¨® en p¨²blico su nueva identidad femenina (con una sesi¨®n de fotos de Annie Leibovitz para Vanity Fair) y Bruce Jenner se convirti¨® en Caitlyn Jenner.
Atr¨¢s quedaron sus tres matrimonios con mujeres, incluida la personalidad televisiva Kris Jenner, madre de Kendall, de Kylie y de ese tr¨ªo calavera que forman las a¨²n m¨¢s celebres hermanas Kardashian, nacidas del anterior matrimonio de Kris. Atr¨¢s quedaban tambi¨¦n a?os un tanto err¨¢ticos en los que Jenner trat¨® de seguir sac¨¢ndole partido a la popularidad que le hab¨ªan proporcionado sus ¨¦xitos deportivos de juventud, participando en v¨ªdeos musicales, pel¨ªculas francamente dudosas, series de televisi¨®n o realities, pilotando coches de carreras, meti¨¦ndose en pol¨ªtica, embarc¨¢ndose en una larga ristra de iniciativas empresariales m¨¢s o menos fallidas y, por fin, convirti¨¦ndose en una especie de padre y esposo trofeo, vulgar sat¨¦lite del gran circo medi¨¢tico que acabaron montando las mujeres de su vida.
Todo ello fue difuminando en el recuerdo su aut¨¦ntico momento de gloria, el que se produjo a finales de julio de 1976 durante los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal. Bruce, nacido en 1949 en Mount Kisco, condado de Westchester, un suburbio residencial de la ciudad de Nueva York, ten¨ªa entonces 26 a?os y llevaba apenas un lustro practicando el decatl¨®n. Era un atleta formalmente amateur, pero uno de los mejores del mundo. Hab¨ªa superado una dislexia, padecido abusos escolares y jugado a f¨²tbol americano hasta que sufri¨® una grave lesi¨®n de rodilla. Luego descubri¨® el decatl¨®n de manera algo tard¨ªa, empez¨® a practicarlo con asiduidad y consigui¨® clasificarse, siendo a¨²n universitario, para unos primeros Juegos Ol¨ªmpicos, los de M¨²nich, en los que acab¨® quedando d¨¦cimo.
Hab¨ªa superado una dislexia, padecido abusos escolares y jugado a f¨²tbol americano hasta que sufri¨® una grave lesi¨®n de rodilla. Luego descubri¨® el decatl¨®n
En M¨²nich, Jenner compiti¨® contra el que inmediatamente se convertir¨ªa en su modelo a seguir, Mykola Avilov, uno de aquellos g¨¦lidos atletas sovi¨¦ticos que parec¨ªan reci¨¦n llegados de otro planeta. Un profesional sacrificado e imp¨¢vido, Avilov, que gan¨® la medalla de oro en aquella Olimpiada del 1972 y dio al joven Jenner un consejo muy valioso: si quieres hacer progresos en el decatl¨®n, c¨¦ntrate sobre todo en las pruebas que peor domines y ded¨ªcales cinco, seis horas diarias, sin descanso, hasta que te acerques a la perfecci¨®n. Bruce lo hizo. Convirti¨® el atletismo en una obsesi¨®n y un sacerdocio. Se comport¨® como un g¨¦lido atleta sovi¨¦tico en la convulsa Am¨¦rica de los a?os 70, en la que sobraban los est¨ªmulos y las distracciones. Vivi¨® por y para el decatl¨®n. Y en poco m¨¢s de dos a?os se hab¨ªa convertido ya en el mejor decatleta del mundo.
Cuando lleg¨® la Olimpiada de Montreal, Jenner parec¨ªa ya del todo irresistible. Tal y como lo recuerda Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez, que por entonces era redactor deportivo del diario EL PA?S, Bruce ¡°era un hombre alto, fornido y guapo, la perfecta encarnaci¨®n del h¨¦roe americano. Comparados con ¨¦l, sus rivales parec¨ªan muy poca cosa, aunque todos ellos eran tambi¨¦n atletas muy completos¡±.
Un a?o antes, en verano de 1975, el estadounidense hab¨ªa batido el r¨¦cord mundial de decatl¨®n con una marca que entonces se consider¨® estratosf¨¦rica, 8.538 puntos. Toda una gesta conseguida en el encuentro triangular Estados Unidos-Uni¨®n Sovi¨¦tica-Polonia que se disput¨® en Eugene, Oreg¨®n. Part¨ªa pues como favorito indiscutible en los Juegos de Montreal, aunque entre sus rivales estuviese Mykola Avilov, cuatro a?os mayor que en M¨²nich, pero a¨²n en plena forma.
El 29 de julio se disput¨® la primera jornada de la competici¨®n ol¨ªmpica de decatl¨®n de Montreal 1976. 28 atletas de 16 pa¨ªses distintos participaron en las cinco disciplinas de la jornada: 100 metros lisos, salto de longitud, lanzamiento de peso, salto de altura y 400 metros lisos. Tal y como recuerda Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez, ¡°Jenner era un excepcional lanzador y un muy buen saltador de p¨¦rtiga al que, adem¨¢s, se le daban bien las pruebas de mediofondo y algo peor las de velocidad¡±.
Convirti¨® el atletismo en una obsesi¨®n y un sacerdocio. Se comport¨® como un g¨¦lido atleta sovi¨¦tico en la convulsa Am¨¦rica de los a?os 70, en la que sobraban los est¨ªmulos y las distracciones. Vivi¨® por y para el decatl¨®n
En esa primera jornada, el decatleta neoyorquino bati¨® su r¨¦cord personal en las cinco pruebas disputadas e incluso fue s¨¦ptimo en la que menos dominaba de ellas, los 100 metros lisos. Cerr¨® la ronda en segunda posici¨®n, a solo 35 puntos del l¨ªder, el alem¨¢n federal Guido Kratschmer. ¡°Al d¨ªa siguiente se disputaban las disciplinas que me eran m¨¢s favorables, as¨ª que me fui a la villa ol¨ªmpica convencido de que aquello estaba hecho, de que iba a ganar el oro¡±, declarar¨ªa Jenner a?os despu¨¦s.
El 30 de julio se confirmaron la intuici¨®n de Jenner y los pron¨®sticos de los expertos. El de Nueva York, en un estado de forma espl¨¦ndido y muy seguro de sus posibilidades, inici¨® una jornada de ensue?o quedando quinto en los 110 metros vallas, a muy pocas cent¨¦simas de distancia de su rival directo, Kratschmer. Luego se impuso con autoridad en lanzamiento de disco y asegur¨® la victoria final con nuevos r¨¦cords personales en salto de p¨¦rtiga y lanzamiento de jabalina. Antes de que empezase la ¨²ltima prueba, los 1.500 metros, ya era campe¨®n virtual, pero a¨²n le quedaba el formidable est¨ªmulo de tratar de batir su propio r¨¦cord del mundo.
Y lo hizo, tras unos primeros 800 metros a medio gas y un espectacular aceler¨®n en la segunda parte de la carrera que le hizo cruzar la meta a apenas un segundo del gran especialista en la distancia, el sovi¨¦tico Leonid Lytvynenko. Con los 714 puntos acumulados gracias a este ¨²ltimo esfuerzo, Jenner alcanz¨® la cifra de 8.618, un nuevo r¨¦cord del mundo que tardar¨ªa cuatro a?os en ser batido.
Era un hombre alto, fornido y guapo, la perfecta encarnaci¨®n del h¨¦roe americano. Comparados con ¨¦l, sus rivales parec¨ªan muy poca cosa, aunque todos ellos eran tambi¨¦n atletas muy completos
Tras la carrera, se produjo una de aquellas an¨¦cdotas que han pasado a la historia del deporte. Jenner se hab¨ªa parado un instante a saludar a Lytvynenko cuando se le acerc¨® por detr¨¢s un espont¨¢neo que acababa de irrumpir portando una peque?a bandera norteamericana. Antes de que el personal de seguridad canadiense lo escoltase fuera de la pista, el aficionado abraz¨® a Jenner y le pas¨® la bandera. ¡°?Qu¨¦ hago?¡±, se pregunt¨® este, ¡°no puedo tirarla al suelo, parecer¨ªa muy antipatri¨®tico¡±.
As¨ª que, bandera en ristre, ondeando con la timidez del que no sabe muy bien lo que est¨¢ haciendo ese pedazo de tela atada a un mastil que, por entonces, seg¨²n reconoci¨® el propio atleta, tampoco significaba ¡°gran cosa¡± para ¨¦l, Jenner trot¨® unos metros por la pista de atletismo mientras el p¨²blico le ovacionaba puesto en pie. Aquel por entonces in¨¦dito alarde de patriotismo molest¨® a los sovi¨¦ticos, entusiasm¨® a la delegaci¨®n norteamearicana e inaugur¨® una tradici¨®n, la de las vueltas de honor de los campeones ol¨ªmpicos, que sigue vigente desde entonces.
¡°No s¨¦ qu¨¦ repercusi¨®n hubiese tenido mi medalla de oro en Montreal sin las im¨¢genes en que aparezco corriendo con esa bandera¡±, declaraba el atleta a?os despu¨¦s a la revista Sports Illustrated. Y a?adi¨®: ¡°Probablemente mucha, porque la m¨ªa fue una gran victoria, pero no tanta como acab¨® teniendo. Lo cierto es que de la noche al d¨ªa me vi convertido en un h¨¦roe, un icono del estilo de vida americano en los ¨²ltimos a?os de la Guerra Fr¨ªa, y vi como la prensa me declaraba el mejor atleta del mundo¡±.
Ya en el podio, mientras recib¨ªa su medalla de oro, Jenner asegura que supo con total certeza que nunca m¨¢s volver¨ªa a competir. Incluso se dej¨® su p¨¦rtiga en el estadio ol¨ªmpico de Montreal y prefiri¨® no reclamarla, seguro como estaba de que ya no la iba a necesitar. Para el psic¨®logo deportivo Jeffrey Lieberman, esta deserci¨®n temprana de un atleta en su mejor momento responde a un patr¨®n de conducta bastante frecuente: ¡°Esforzarse por conseguir la excelencia suele implicar a menudo un cierto grado de sufrimiento psicol¨®gico. En el caso de Jenner, perseguir esa excelencia como atleta era tambi¨¦n una manera de reafirmar una identidad de g¨¦nero, la masculina, en la que en el fondo no cre¨ªa. Por ello, es l¨®gico que al conseguir sus objetivos decidiese que ya no le quedaban motivaci¨®n ni energ¨ªa para seguir compitiendo¡±.
Ya en el podio, mientras recib¨ªa su medalla de oro, Jenner asegura que supo con total certeza que nunca m¨¢s volver¨ªa a competir
¡°Tras su retirada, no volv¨ª a acordarme de Jenner hasta unos cuantos a?os despu¨¦s¡±, cuenta Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez, ¡°cuando se convirti¨® primero en imagen de una marca de cereales [el primer producto en publicitarse como ¡°el desayuno de las campeones¡±] y luego en un personaje televisivo un tanto escandaloso. Siempre me pareci¨® un tipo sufriente, que no acababa de estar del todo c¨®modo en su piel. Espero que su cambio de sexo le haya permitido reconciliarse por fin consigo mismo¡±.
Suele decirse que la eternidad est¨¢ en el instante, que todo ser humano consigue ser eterno en alg¨²n momento concreto de su vida. Para Bruce Jenner, ese instante de eternidad se produjo en Montreal el 30 de julio de 1976, 39 a?os antes de que su azarosa vida le acabase convirtiendo en la primera mujer que puede presumir de haber ganado un oro ol¨ªmpico en una prueba masculina.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.