Volver a Granada
50 a?os de guerra con miles de muertos, desaparecidos y desplazados vaciaron Antioquia, uno de los departamentos de Colombia. Ahora, con la paz, los campesinos est¨¢n regresando dispuestos a recuperar la vida que la violencia les rob¨®. Primer cap¨ªtulo de una serie sobre la resurrecci¨®n del campo
Dice el cuento que un d¨ªa lleg¨® un mercader a un pueblito, y que por las calles pregonaba: ¡°?Compro los malos recuerdos! ?V¨¦ndanme sus tristezas!¡±. Los lugare?os se acercaban a ¨¦l porque todos hab¨ªan vivido a?os de guerra, de violencia y asesinatos. Recordaban a seres queridos muertos y desaparecidos, y les produc¨ªa dolor. ¡°Si vendo mis recuerdos, me olvidar¨¦ y no sufrir¨¦ m¨¢s¡±, pensaban. Antes de marcharse, el comerciante revel¨® su identidad: era el olvido. ¡°?Ustedes quieren olvidar a los desaparecidos?¡±, pregunt¨®. ¡°Muy bien, me voy a llevar ese dolor pero ?saben qu¨¦? Ustedes eran los ¨²nicos que pod¨ªan luchar por hacer justicia¡±, les acus¨®. ¡°Quienes tienen a sus familias en el cementerio se van a olvidar de ellos. ?Qui¨¦n les va a llevar flores a la tumba y qui¨¦n va a luchar por el restablecimiento de derechos? ?Solo ustedes! Ustedes son los desplazados, vivieron en sus fincas felices, all¨ª crecieron sus hijos¡ Pero se van a olvidar de eso, y tambi¨¦n de que alg¨²n d¨ªa puedan recuperarlo¡±.
Aquel pueblito donde las gentes decidieron no olvidar podr¨ªa ser cualquiera de Colombia, un pa¨ªs que ha arrastrado un conflicto armado durante m¨¢s de 50 a?os y donde las cifras hablan por s¨ª solas: 267.000 muertos, 160.000 desaparecidos, casi siete millones de desplazados. En el departamento de Antioquia se vivi¨® la guerra con crudeza por el enfrentamiento continuado de guerrilla, paramilitares y Ej¨¦rcito. Muchos municipios quedaron diezmados, empobrecidos y destrozados. Uno de ellos fue el de Granada, a 75 kil¨®metros de Medell¨ªn, la capital.
Granada lleg¨® a tener cerca de 21.000 habitantes antes de los peores a?os del conflicto, pero en 2017 apenas llega a 9.000, seg¨²n datos del Departamento Nacional de Estad¨ªstica. Es una tierra campesina, cafetera y panelera conocida como la despensa del Oriente, pues produc¨ªa la mayor parte de la comida que consum¨ªan las ciudades. Tambi¨¦n est¨¢ muy cerca de uno de los complejos hidroel¨¦ctricos m¨¢s importantes del pa¨ªs pero, al mismo tiempo, su poblaci¨®n vive empobrecida (el 80% lo era en 2002, seg¨²n el Gobierno). Estas condiciones fueron razones para que las guerrillas del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) y las FARC se asentaran en la regi¨®n a partir de 1987. ¡°Lo que buscaban era apoderarse de estas tierras. Aqu¨ª hay mucha riqueza h¨ªdrica, mucho bosque nativo... Pero no sabemos por qu¨¦ actuaron con esa violencia¡± indica Claudia Cirley L¨®pez, funcionaria municipal y desplazada por el conflicto.
Cirley viv¨ªa en una de las 52 veredas (una subdivisi¨®n territorial del ¨¢mbito rural) de este municipio, la de Los Medios. Siendo ni?a vio c¨®mo las cosas iban cambiando. ¡°Las FARC llegaron contando que eran la salvaci¨®n. En esos tiempos no hab¨ªa un Gobierno muy estable as¨ª que fueron bien recibidos. Luego la situaci¨®n tom¨® otro rumbo. Si hab¨ªa un problema entre vecinos ellos se los llevaban al monte y les castigaban o les obligaban a aprender a manejar armas, y eso empez¨® a chocar porque la gente ac¨¢ es buena, el arma m¨¢s peligrosa era el machete. Quien no estuviera de acuerdo era objetivo militar y ya la gente empez¨® a sentir temores. As¨ª empiezan muy espor¨¢dicamente los desplazamientos individuales".
Lo mismo har¨ªan grupos paramilitares desde 1997. A partir del 2000, el Ej¨¦rcito entr¨® para acabar con la guerrilla sin ning¨²n cuidado y la violencia aument¨® de manera gradual, seg¨²n recoge un exhaustivo informe titulado Granada. Memorias de guerra, resistencia y reconstrucci¨®n publicado en noviembre de 2016 por el Centro Nacional de Memoria Hist¨®rica (CNMH). En diciembre del 2000 se produjo uno de los episodios m¨¢s dolorosos: la explosi¨®n de un coche con 400 kilogramos de dinamita, seguida por 18 horas de combates y bombas. "Fue lo m¨¢s negro que hubo. Yo era madre comunitaria [responsable de una guarder¨ªa] y me toc¨® pasar la noche con los ni?os. Uno pensaba que no amanec¨ªa", abunda Gloria Elsy Quintero, hoy secretaria de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas Unidas del Municipio de Granada (Asovida).
En Granada hubo 460 v¨ªctimas de asesinato selectivo, 2.992 de desaparici¨®n forzada, 59 muertos en 10 masacres, 98 v¨ªctimas de secuestro y 50 de violencia sexual
No existe un dato preciso sobre el n¨²mero total de afectados, pero la informaci¨®n oficial disponible da una pista de la magnitud del conflicto y sus consecuencias: 460 v¨ªctimas de asesinato selectivo, 2.992 de desaparici¨®n forzada, 59 muertos en 10 masacres, 98 v¨ªctimas de secuestro y 50 de violencia sexual, todo ello seg¨²n el CNMH. En cuanto al desplazamiento forzado, se registraron 33.719 denuncias hasta junio de 2016, seg¨²n el Registro ?nico de V¨ªctimas (RUV), aunque esta cifra no refleja el n¨²mero total porque una sola persona pudo ser desplazada en varias ocasiones.
En esta Granada existe hoy un lugar, un santuario llamado Sal¨®n del Nunca M¨¢s. De los labios de Elsy, su gu¨ªa, brota el cuento del mercader del olvido cada vez que recibe a un nuevo visitante. Es un espacio afectivo, un templo para el recuerdo y tambi¨¦n para la denuncia. Para recordar que los muertos y desaparecidos son m¨¢s que n¨²meros. ¡°Este es un sitio donde no se permite el se?alamiento a nadie, es para dignificar a nuestros seres queridos, para rescatar el valor de la vida. El Sal¨®n fue un proceso construido desde las v¨ªctimas, por nosotros¡±, indica Elsy.
La pared del fondo de esta peque?a sala de dos plantas est¨¢ forrada con las fotos de granadinos desaparecidos. El hermano de Elsy tambi¨¦n est¨¢ all¨ª. Mirada firme, ojos azules. ¡°Ten¨ªa 34 a?os. Viv¨ªa solo y en un punto muy malo, porque por ah¨ª todos se hab¨ªan ido ya, pero ¨¦l cuidaba las casas de los vecinos. Yo le dec¨ªa: 'Rub¨¦n, v¨¢yase, pues hay mucho riesgo'. Y ¨¦l respond¨ªa: ¡®No, ?por qu¨¦ me voy a tener que ir si estoy trabajando?¡¯. Y, de un momento a otro, el 26 de octubre de 2002, lo sacaron por la noche un s¨¢bado. Dejaron la casa vuelta, todo tirado... Eso fue horrible¡±.
En Granada se dice que la tierra se volvi¨® improductiva porque estaba manchada de sangre y tristeza. Pero hoy los negocios funcionan, los comercios abren y la cooperativa cafetera, que exportaba a todo el mundo el fruto del trabajo de los campesinos, va recuperando su esplendor perdido. La Plaza Principal, donde hac¨ªan llegar chivas cargadas con los cuerpos de los asesinados en las veredas, luce hoy aseada y silenciosa. Un kiosco de caf¨¦s y un altavoz situado en alguna parte que emite un programa radiof¨®nico de m¨²sica alegran el lugar en el que fue asesinado el 13 de julio de 2001 Jorge Alberto G¨®mez G¨®mez, alcalde del 95 al 97. ?l lideraba la reconstrucci¨®n del municipio tras la explosi¨®n del coche bomba de m¨¢s de 400 kilos de explosivo.
En Granada se dice que la tierra se volvi¨® improductiva porque estaba manchada de sangre y tristeza
All¨ª hoy Cirley recuerda la violencia, pero tambi¨¦n la resistencia de sus vecinos, que desde bien pronto se unieron para acabar con el terror. "Ac¨¢ surgi¨® el Comit¨¦ Interinstitucional en el municipio, que eran todas las entidades unidas, gobernando en la distancia. Comenzaron a hacer comunicados de rechazo desde la primera muerte". Personas pudientes de Cali, Barranquilla y Medell¨ªn con familiares en Granada reunieron dinero para favorecer el retorno de los suyos, a pesar de que a¨²n hab¨ªa focos de violencia. ¡°En 2004 empiezan los actores armados a ver que la gente se une, que est¨¢ viniendo la polic¨ªa y que est¨¢ empezando a entrar el Ej¨¦rcito pero con una din¨¢mica diferente, ya m¨¢s de acompa?amiento a la poblaci¨®n civil", relata Cirley.
Y as¨ª nacen las primeras organizaciones de v¨ªctimas, Asovida y Asodesplazados, que empiezan a contar al mundo lo que estaba sucediendo. Se van implementando programas de retorno desde todos los niveles de la Administraci¨®n, incluida la nacional, pero tambi¨¦n desde la Alcald¨ªa de Medell¨ªn, una ciudad que se vio casi desbordada. ¡°Somos la primera ciudad del pa¨ªs con mayor n¨²mero de v¨ªctimas, tenemos 650.000 desplazados y aqu¨ª somos dos millones y medio de habitantes; quiere decir que m¨¢s del 20% de la poblaci¨®n ha sido v¨ªctima de la guerra¡±. Quien aporta este dato es David C¨¢rdenas, comunicador del programa de retorno de Cris¨¢lidas. Esta es una marca desarrollada por la Alcald¨ªa para impulsar la comercializaci¨®n de diferentes productos y servicios desarrollados por la poblaci¨®n afectada. ¡°Aqu¨ª hay personas que saben coser muy bonito, otros que hacen arepas, helados¡ Los llevan a ferias, les dan formaci¨®n, transporte¡ Es un acompa?amiento muy integral¡±, resume Cirley.
La resistencia de las desplazadas
En Colombia hay m¨¢s de ocho millones de v¨ªctimas. Con ellas, otros tantos millones de historias ¨²nicas que convierten los n¨²meros en personas de carne y hueso, que ayudan a acercar y a humanizar un conflicto armado que tuvo al pa¨ªs en vilo durante m¨¢s de 50 a?os. Durante la elaboraci¨®n del reportaje Volver a Granada, varias mujeres se ofrecieron a contar su experiencia desde la valent¨ªa que supone traer al presente los fantasmas del pasado. Todas ellas hubieron de desplazarse desde sus lugares de origen a otras partes del pa¨ªs para huir de la violencia.
De forma paralela, desde lo que fue el embri¨®n del Sal¨®n del Nunca M¨¢s se comenzaba ya en 2003 a buscar apoyo psicosocial para las v¨ªctimas. ¡°Formaron los grupos de abrazos, que hac¨ªan unas reuniones donde usted pod¨ªa compartir su dolor con el grupo. Se hablaba de lo que pas¨® y usted lloraba y se desahogaba¡±, rememora Elsy. Tambi¨¦n se iniciaron los talleres de memoria: ¡°Fue algo muy duro, pero nos ayud¨® a sensibilizarnos. Uno no se daba cuenta realmente de lo que nos hab¨ªa pasado, cada uno estaba con su dolor, en su islita. Cuando llegamos a estos talleres y comenzaba uno a escuchar las historias de los otros, pensabas: ?c¨®mo esta se?ora ha seguido viviendo? Y yo ya no pensaba en mi dolor, pensaba en el dolor del otro y se volvi¨® un dolor colectivo¡±.
Hay iniciativas que a¨²n perviven, como las bit¨¢coras del Sal¨®n: una estanter¨ªa repleta de cuadernos en cuya tapa superior se ven las fotos y los nombres de personas desaparecidas o asesinadas. ¡°La gente comparte con el ser querido y no rompe con ¨¦l aunque est¨¦ muerto. Les cuentan qu¨¦ est¨¢n haciendo ¡ªprosigue la gu¨ªa¡ª. En el cuaderno de Humberto, un l¨ªder comunitario, alguien escribi¨®: ¡°Humbertico, eras de las mejores personas que Dios puso sobre la tierra, tu ¨²nico delito fue ser granadino¡±. En otra bit¨¢cora, dos ni?os escriben de vez en cuando a su padre. ¡°Pap¨¢ tengo un pretendiente, ?le digo que s¨ª?¡±, se puede leer en una de las p¨¢ginas.
El no tan sencillo retorno
Elsy, Cirley y tantos otros que sufrieron las consecuencias del conflicto se han enfrentado a mucho dolor para intentar vivir en paz. Especialmente quienes se marcharon y ahora encaran un regreso lleno de fantasmas. Porque es un proceso que no se puede hacer de cualquier manera, tal y como relata Adriana Zapata, psic¨®loga en el programa de retornos de la Alcald¨ªa de Medell¨ªn. En 2015, 52 familias de Granada se beneficiaron del programa Volver al Hogar. Hasta ese a?o llegaron 7.484 personas, seg¨²n el informe del CNMH. El trabajo de Zapata consiste en iniciar y acompa?ar el proceso de recuperaci¨®n de los proyectos de vida de cada familia. Primero, que entiendan que no son los mismos que se marcharon. ¡°Hay familias que se desestructuran, unas que no vuelven completas, otras que s¨ª¡¡±, detalla.
El siguiente paso es restablecer los rotos lazos comunitarios. Tradicionalmente el campesino es solidario, noble, confiado¡ Muchos fueron asesinados por eso, pues ofrec¨ªan comida y hospedaje a quien fuera sin percatarse que pod¨ªan pertenecer a un determinado grupo armado; despu¨¦s llegaban los del bando opuesto y los mataban por ser supuestos colaboradores de los otros. As¨ª que toda esa idiosincrasia de los campesinos se fue viendo mermada por miedo a la muerte. Este hecho pone en evidencia los da?os colaterales de este tipo de situaciones que terminaron generando un impacto importante en la sociedad. "A ra¨ªz de las situaciones a las que se vio sometido con tanto grupo armado, se volvi¨® desconfiado. Piensan: 'a mi hijo lo mataron porque fue ese vecino quien habl¨®'. El trabajo de memoria que hacemos es sentar a los vecinos y conversar de ese d¨ªa que asesinaron a uno de ellos. Cuentan c¨®mo vivieron esa historia. Ah¨ª se hace ese ejercicio de perd¨®n¡±, desgrana la psic¨®loga. Y ejemplifica: ¡°En un ejercicio hab¨ªa un se?or que era l¨ªder comunitario. La mayor¨ªa de ellos fueron asesinados. Este sobrevivi¨® y, llorando, contaba que a los l¨ªderes como ¨¦l les somet¨ªan a torturas y los amenazaban para que denunciasen a otras personas. ?l dec¨ªa: 'yo tengo que decir a mi vereda que ninguno de mis vecinos muri¨® por mi culpa porque no habl¨¦'. Pero hab¨ªa familias que le ten¨ªan rabia porque le hac¨ªan responsable de la muerte de alg¨²n ser querido. En ese ejercicio hubo un hombre que lo abraz¨® y le pidi¨® perd¨®n¡±.
Campesinos de ciudad
Medell¨ªn, capital de Antioquia, tiene dos millones y medio de habitantes, pero un 20% de ellos no deber¨ªan estar all¨ª; la mayor¨ªa de estos son campesinos que se vieron obligados a dejar sus cultivos y sus granjas para salvar la vida durante los a?os m¨¢s duros del conflicto colombiano. Amenazas, masacres, violaciones, desapariciones forzosas, asesinatos selectivos¡ El granjero colombiano vivi¨® toda clase de atropellos. Pero la gente se iba a las ciudades a sufrir. "Cuando uno es bueno y cree que todo el mundo lo es tambi¨¦n y llega a la ciudad se encuentra con cosas muy agresivas", asegura Claudia Cirley L¨®pez, desplazada por el conflicto desde Granada a Medell¨ªn cuando era ni?a.
Tambi¨¦n se produce un proceso de recuperaci¨®n de la memoria. Las familias deben volver a ese territorio donde hay lugares que todav¨ªa les reviven hechos violentos, enemistades, recuerdos de sus muertos¡ Y hay que intentar que le den un significado diferente. ¡°Se consigue. Unos dec¨ªan: 'aqu¨ª los domingos ven¨ªamos a jugar al domin¨® pero ya no porque masacraron a no s¨¦ cu¨¢ntos", narra la psic¨®loga. Ahora se intenta dar a ese espacio otra oportunidad: "Primero nos sentamos con la familia a identificar qu¨¦ representa ese lugar y qu¨¦ significado le queremos dar. Hemos hecho recuperaci¨®n de parques, de puentes¡ Vamos all¨ª y limpiamos, pintamos, ponemos bonito, sembramos jard¨ªn, alzamos un monumento y organizamos una fiesta; es un ejercicio simb¨®lico¡±.
¡°Miramos que se cumplan principios de voluntad, seguridad y dignidad¡±, detalla Zapata. Con la voluntad se busca que sea la familia la que tome la decisi¨®n, sin presiones. El principio de seguridad es garantizar la no repetici¨®n de los hechos. El de dignidad, que a la familia se le aseguren unos derechos b¨¢sicos en el territorio: si la vivienda cuenta con condiciones dignas, si van a tener acceso a salud, educaci¨®n, alimentaci¨®n¡ La parte econ¨®mica es fundamental, pues deben poder mantenerse; para ello hay que saber cu¨¢l es su vocaci¨®n, qu¨¦ trabajo realizar¨¢n. "Uno cuando escucha a familias encuentra mucho el arraigo y amor por la vida en el campo, es como uno de los motorcitos que los impulsa a volverse¡± abunda. ¡°Ellos repiten mucho un refr¨¢n que se utiliza en Colombia: 'monta?ero no pega en pueblo¡±. As¨ª, se identifican actividades econ¨®micas y se apoya en la parte de generaci¨®n de ingresos para que lleguen a la finca y puedan tener un avance para retomar sus cultivos y sus actividades.
Este fue el cauce que sigui¨® M¨®nica Hern¨¢ndez, granadina de 27 a?os y beneficiaria del proyecto Cris¨¢lidas. Han pasado muchos a?os hasta que ha vuelto a disfrutar desde su terraza de los campanarios, los edificios blancos, la vegetaci¨®n y las monta?as que rodean el casco urbano granadino. Hoy no solo lo hace, sino que adem¨¢s su casa se ha convertido en el cuartel general de su negocio. A las diez de la ma?ana el olor a arepas reci¨¦n horneadas inunda todas las estancias. Hoy Hern¨¢ndez cuenta que su familia era de la vereda Libertad, que en 2002 sus padres decidieron marcharse porque la guerrilla empez¨® a reclutar chicos y chicas a partir de 12 a?os, los que ella ten¨ªa justo entonces. Que se establecieron en esa misma casa de Granada pero que la violencia iba en aumento y que en 2007, ya mayor, se march¨® con sus dos hijos a Cali. ¡°Era impresionante no saber d¨®nde estaban las personas como los primos de mi mam¨¢, que los mataron¡ Hace poco encontraron sus restos, en una monta?a. Aqu¨ª mataron a mucha gente cercana a nosotros. Por esa raz¨®n empezamos a irnos¡±.
Al escuchar historias de otros yo ya no pensaba en mi dolor, pensaba en el dolor del otro y se volvi¨® un dolor colectivo
Gloria Elsy Quintero, Asovida
Fue uno de sus hermanos quien inici¨® el negocio de estos bollos de ma¨ªz como desplazado en Medell¨ªn. Su f¨¢brica fue reforzada a trav¨¦s de Cris¨¢lidas y hace tres a?os se uni¨® a Hern¨¢ndez. All¨ª, ella y una de sus hermanas las realizan de manera artesanal y las venden al por mayor a cinco tiendas. "Esta casita la conservamos, mis pap¨¢s nunca se fueron, se quedaron ac¨¢ hasta su fallecimiento¡±. Para ella, la vuelta fue complicada. ¡°Cuando te marchas dejas los temores atr¨¢s pero luego aqu¨ª los retomas pese a que todo est¨¦ en calma. Yo sal¨ªa al patio y si pasaba una persona ya enseguida me asustaba. La mente empieza a jugarte malas pasadas¡±, reconoce.
Hoy Hern¨¢ndez siente que puede vivir tranquila. Ella sale por la ma?ana hacia su segundo trabajo, en una bu?ueler¨ªa, y deja a sus hijos arregl¨¢ndose para que vayan a estudiar. ¡°Yo s¨¦ que van a estar bien, ellos se van a la escuela y s¨¦ que no pasa nada¡±. Cirley est¨¢ estudiando psicolog¨ªa y visita a menudo a sus padres que, tras muchos a?os malviviendo en Medell¨ªn, regresaron para arreglar su vieja casa en el campo, plantar y cuidar ganado. Elsy sigue buscando noticias de su hermano e inmersa en las actividades de Asovida, que ha llegado a ganar el Premio Nacional de la Paz. Sobre todo, siempre est¨¢ lista para abrir el Sal¨®n del Nunca M¨¢s y contar al mundo lo que ocurri¨® en Granada. Para que el mercader del olvido tenga claro que por all¨ª nadie le espera.
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