Jack el Destripador se queda desfasado en la era de Facebook
El crimen perfecto era el que quedaba impune, pero ahora parece ser el que se retransmite en directo. ?Acaso la fama desencadena m¨¢s violencia?
El crimen perfecto siempre fue aquel que quedaba impune, en el que ni los mejores sabuesos lograban cazar a un culpable que se escurr¨ªa para siempre. Jack el Destripador bord¨® la perfecci¨®n criminal por antonomasia al permanecer an¨®nimo tras asesinar y mutilar a cinco mujeres en las calles neblinosas del Este de Londres. Aunque dejara pruebas.
Pero las redes han cambiado muchas cosas y una de ellas es la forma de asesinar. La pulsi¨®n de exhibici¨®n p¨²blica que ha desencadenado la posibilidad de que te observen los dem¨¢s sin intermediarios, la llamada extimidad, no solo ha generado un desnudo integral de la vida, las relaciones y los egos a la vista de todos, sino tambi¨¦n un acicate extra para algunos homicidas. ?Habr¨ªa asesinado Steve Stephens a un anciano que tuvo la desgracia de cruzarse en su camino en Cleveland mientras retransmit¨ªa en Facebook su intenci¨®n de matar al primero que se encontrase, despechado porque su novia le hab¨ªa abandonado? ?Lo habr¨ªa hecho sin el aliciente perverso de tener espectadores para su venganza? ?Habr¨ªa muerto la beb¨¦ filipina de 11 meses, ahorcada por su padre en riguroso directo en Facebook, si no hubiera tenido p¨²blico?
The Guardian public¨® esta semana los criterios de censura que aplica Facebook a fen¨®menos violentos, incluido, ag¨¢rrense, el canibalismo. 4.500 moderadores, a los que se unir¨¢n 3.000 nuevos contratados tras estos esc¨¢ndalos, deben decidir en segundos conforme a criterios escalofriantes: se permite transmitir en directo amenazas de suicidio y autolesiones para ayudar a localizar y ayudar al protagonista, aunque se eliminar¨¢n cuando no haya oportunidad de ayudar. Se permite transmitir im¨¢genes de violencia contra los animales para concienciar, pero no con mensajes s¨¢dicos o de celebraci¨®n. No se permite una amenaza a Trump, dada su condici¨®n de miembro de una categor¨ªa protegida por su cargo, pero s¨ª explicar c¨®mo estrangular a una mujer: ¡°para partirle el cuello a una zorra, aseg¨²rate de que presionas todo lo que puedes en el centro de su garganta¡±. O expresiones como: ¡°vamos a dar palizas a ni?os gordos¡±. Se llama libertad de expresi¨®n. En caso de abusos a ni?os, como en la violencia a los animales, se eliminar¨¢n si se comparten con ¡°sadismo o celebraci¨®n¡±. Las amenazas, no.
Jam¨¢s perdonar¨ªamos a Telecinco o La Sexta una retransmisi¨®n en directo de un asesinato y su permanencia en bucle en antena durante horas, como han estado los cr¨ªmenes de Cleveland y Tailandia. Sabemos que Facebook no es un medio de comunicaci¨®n sino un canal, una red, una herramienta, pero eso no le exime de responsabilidad en los contenidos violentos que aloja. Cambiamos por las redes y suponemos que eso es positivo, o al menos sabemos sacarle provecho, pero no podemos permitir que a los cr¨ªmenes perfectos habituales se sumen los que se animan con el est¨ªmulo del p¨²blico y la notoriedad. ?O acaso Jack el Destripador habr¨ªa preferido la fama a la impunidad? Por fortuna no podremos pregunt¨¢rselo.
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