La hora de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle

Los seguidores del mundo royal y de los cuentos con final feliz tienen motivos para estar expectantes este fin de semana. Este s¨¢bado empiezan los Juegos Invictus, que este a?o se celebran en Toronto (Canad¨¢), y el pr¨ªncipe Enrique de Inglaterra (33 a?os) est¨¢ desde ayer viernes en la ciudad en la que trabaja y vive actualmente su novia, la actriz estadounidense Meghan Markle (36 a?os).

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La expectaci¨®n, por tanto, es m¨¢xima y el objetivo consiste en conseguir una imagen de la pareja juntos, c¨®mplices y felices, cuando los rumores sobre un inminente anuncio de compromiso de la pareja est¨¢n en su momento m¨¢s alto. La asistencia de la actriz est¨¢ casi asegurada, pero lo m¨¢s probable es que su presencia se limite a estar animando desde las gradas y no tenga ning¨²n tipo de car¨¢cter oficial.

Hasta este momento, quien s¨ª ha mostrado una sonrisa impactante en Toronto ha sido el pr¨ªncipe Enrique que ayer inaugur¨® los Juegos, visit¨® sus instalaciones y departi¨® largamente con muchos de sus participantes. Una felicidad que puede tener que ver con la proximidad de su pareja pero tambi¨¦n con la satisfacci¨®n que supone para el segundo hijo del heredero del trono de Gran Breta?a el impacto internacional de estos Juegos que son uno de sus proyectos personales m¨¢s queridos. Los Juegos Invictus se celebraron por primera vez en Londres en 2014, se repitieron en Orlando en 2016 con m¨¢s de 500 participantes de 14 pa¨ªses, y Toronto es la ciudad que recoge la tercera edici¨®n de esta competici¨®n dirigida a militares que resultaron heridos en distintos pa¨ªses del mundo.

Seg¨²n han publicado diversos medios internacionales como US Weekly y Madame Figaro, Meghan Markle y el pr¨ªncipe Enrique se encontraron con Isabel II en el castillo de Balmoral el pasado 3 de septiembre y pasaron ese domingo juntos. Al parecer la primera intenci¨®n del pr¨ªncipe al llevar a su novia a Escocia era visitar a su padre en su casa de Birkhall, pero ya que el pr¨ªncipe Carlos no se encontraba all¨ª y la residencia de su abuela est¨¢ situada solo a pocos kil¨®metros, aprovech¨® la oportunidad para mantener una reuni¨®n que las fuentes consultadas dicen fue ¡°bien y que es sin duda la primera de una larga serie¡±.

El encuentro se produjo despu¨¦s de que la pareja volviera del viaje a Botswana que organiz¨® el pr¨ªncipe Enrique por el cumplea?os de la actriz y que parece haber marcado un antes y un despu¨¦s en la relaci¨®n que mantienen desde hace un a?o. Meghan Markle lo tiene muy claro y en una entrevista que concedi¨® a la edici¨®n americana de la revista Vanity Fair afirm¨®: ¡°Somos una pareja. Estamos enamorados. En alg¨²n momento tendremos que exponerlo p¨²blicamente, pero espero que la gente entienda que este es nuestro tiempo. Nos pertenece y eso es lo que lo convierte en especial¡±.

Si el pr¨ªncipe Enrique quer¨ªa o no recibir la aprobaci¨®n de su abuela, con quien como su hermano Guillermo tiene una complicidad especial, queda de momento envuelto en misterio, pero lo que resulta evidente es que el hijo peque?o de Diana de Gales vive un momento dulce en el que ha encontrado su sitio. Enamorado de una actriz con estilo y lo suficientemente discreta como para despertar la simpat¨ªa entre sus compatriotas; m¨¢s sereno y equilibrado que unos a?os atr¨¢s cuando acaparaba portadas de peri¨®dicos sensacionalistas por sus juergas y salidas de tono de juventud; y entra?able despu¨¦s de haber expresado en voz alta la tristeza y los problemas que le causaron la muerte de su madre hace 20 a?os.

En lo que respecta a su compromiso, el anuncio puede llegar cualquier d¨ªa. De momento resulta interesante observar que Kate Middleton tuvo que esperar cinco a?os para tomar el t¨¦ con la reina, Meghan Markle lo ha conseguido solo un a?o despu¨¦s de iniciar su relaci¨®n con el pr¨ªncipe. Algo est¨¢ cambiando en la estricta y regia monarqu¨ªa brit¨¢nica. Aunque tambi¨¦n es verdad que la exigencia no es la misma que con su hermano. El pr¨ªncipe Guillermo es el segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono de Gran Breta?a, mientras que para que el pr¨ªncipe Enrique tuviera que ocupar ese lugar tendr¨ªan que ocurrir poco menos que un cataclismo. Algo que seguro tambi¨¦n ayuda a esa eterna sonrisa que parece haberse instalado en el rostro del m¨¢s inquieto y libre de los hijos de Diana de Gales.