Semillas de suspicacia
La declaraci¨®n unilateral de independencia no se puede realizar, porque no solo es ilegal, sino antidemocr¨¢tica

"Si cenas con can¨ªbales, tarde o temprano, querido, terminar¨¢s en la olla¡±, cantaba hace unos pocos a?os el australiano Nick Cave. Si aceptas que se puede declarar la independencia unilateral de Catalu?a sin haber reunido nunca una mayor¨ªa clara de los votos a favor, es decir, sin hacer patente, cara al mundo entero, que cuentas con la mayor¨ªa social suficiente, terminar¨¢s siendo devorado.
No hay justificaci¨®n para que personas razonablemente formadas ignoren un principio tan evidente. Es verdad que la pasi¨®n, y se supone que el nacionalismo se comporta como tal, proporciona a veces ideas peregrinas, pero, como dijo alguien, el mundo no ha sufrido nunca por un exceso de raz¨®n y nada corta m¨¢s r¨¢pido el di¨¢logo y la conversaci¨®n que las emociones. Lo que se necesita ahora, lo que se ha necesitado siempre, es un pensamiento basado en la raz¨®n, una raz¨®n que se mueve siempre con el di¨¢logo y la duda, que permite romper con la cadena acci¨®n-reacci¨®n y que en lo m¨¢s duro de la batalla busca siempre armisticios. El director de New Republic, Chris Hugues, escribi¨® que la raz¨®n nos indica el peligro de quienes, en lugar de hablar de c¨®mo mejorar la prosperidad y la libertad, se empe?an siempre en zanjar previamente grandes cuestiones de principio e identidad, que normalmente exigir¨¢n grandes sacrificios y seguramente acarrear¨¢n mucho dolor.
La declaraci¨®n unilateral de independencia de Catalu?a no puede llevarse a cabo, no ya porque sea ilegal, que lo es, sino, sobre todo, porque es antidemocr¨¢tica y va contra la raz¨®n y porque, si se abre esa puerta, nos acercaremos todos, a pasos muy r¨¢pidos, a la olla. A la independencia no se llega porque un grupo muy grande, millones de personas, as¨ª lo quiera, sino porque una mayor¨ªa clara, la mayor parte del censo, as¨ª lo vota, de manera consolidada.
¡°En pol¨ªtica¡±, dijo esta semana en el Parlamento Europeo el portavoz liberal Guy Verhofstadt, ¡°llegar a un compromiso no es ninguna verg¨¹enza. Yo llevo toda la vida haci¨¦ndolos y a¨²n estoy vivo¡±. Se trata de un principio pol¨ªtico muy sano, y como la historia muestra que no se debe sacrificar lo posible a lo impracticable, la manera m¨¢s r¨¢pida de lograr ese recuento es unas nuevas elecciones auton¨®micas en las que quienes creen en la independencia puedan proponerla como primer objetivo de su programa electoral. Lo que, hasta ahora, nunca han hecho.
Es posible que los acontecimientos se deslicen, imparables, por el peor de los canales. No hay que descartar nunca que las cosas pueden ir a peor. Lo que s¨ª hay que descartar es que sea inevitable; hasta el ¨²ltimo minuto e incluso despu¨¦s, se puede esquivar el peligro. La ¨²nica condici¨®n es huir como de la peste de quienes piensan que ¡°cuanto peor, mejor¡±, esos can¨ªbales que siempre nos invitan a cenar.
Negar la realidad es una p¨¦sima decisi¨®n. Lo fue el empe?o de Mariano Rajoy en ignorar el problema pol¨ªtico que se estaba planteando en Catalu?a. Su responsabilidad es enorme porque fue ¨¦l adem¨¢s quien alej¨® del PP a algunas de sus personalidades con mayor inteligencia y capacidad pol¨ªtica. Ser¨ªa, de nuevo, una p¨¦sima idea creer que esta situaci¨®n se arregla v¨ªa tribunales. Pero los independentistas y quienes sin serlo les apoyan no pueden tampoco ocultar ya los efectos de sus propias decisiones, una realidad nueva y muy desgraciada que han provocado ellos mismos. En Catalu?a, por primera vez, se ha levantado un muro de profunda desconfianza entre la comunidad ¡°espa?ola¡± y la catalana. Se cosecha lo que se planta, y por mucho Rufi¨¢n que se exhiba, lo que se lleva plantando desde hace un tiempo son semillas de suspicacia y cautela.
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