La victoria del arte sobre la revoluci¨®n
Una de las muchas consecuencias tr¨¢gicas de la revoluci¨®n fue la aniquilaci¨®n del mundo cultural ruso. Quienes no abrazaron el movimiento fueron perseguidos, encarcelados o deportados, pero su obra permanece y sigue conmoviendo al mundo

En los a?os sesenta y setenta, en mi Praga natal, capital entonces de la Checoslovaquia comunista, los alumnos de primaria est¨¢bamos obligados a asistir a la conmemoraci¨®n de la revoluci¨®n rusa. Entre canciones revolucionarias cantadas por los coros de la juventud comunista, los maestros peroraban sobre la importancia mundial de esta revoluci¨®n que seg¨²n ellos aport¨® por primera vez en la historia la paz y la igualdad. Los ni?os escuch¨¢bamos estas palabras seductoras y las sabore¨¢bamos como si fueran caramelos de frambuesa. Cuando al llegar a casa contaba el discurso, mis padres replicaban que la revoluci¨®n rusa, si bien se hizo en nombre de la paz y la igualdad, cuando Lenin y los bolcheviques y luego Stalin se hicieron con el poder convirtieron el sue?o de construir un mundo nuevo en un mecanismo totalitario que gener¨® sufrimiento y muerte. Crec¨ª entre dos puntos de vista y me toc¨® buscar mi (complejo) camino entre dos afirmaciones opuestas. Al final aprend¨ª a funcionar encontrando mi (compleja) verdad.
Otros art¨ªculos de la autora
Tuve que practicar el deporte de buscar mi propio camino tambi¨¦n en Espa?a. El pa¨ªs, reci¨¦n salido de una dictadura de derechas en el que me instal¨¦ a mediados de los ochenta, disfrutaba de su libertad y ten¨ªa ganas de admirar las izquierdas; la revoluci¨®n bolchevique era un objeto del deseo. Desde entonces han transcurrido tres d¨¦cadas y hoy en d¨ªa quedan pocos espa?oles que pondr¨ªan en duda la violencia de la revoluci¨®n y la crueldad del r¨¦gimen que la sigui¨®.
Sabemos que, al implantar su nuevo r¨¦gimen, Lenin estableci¨® la Checa para que vigilara estrictamente a los ciudadanos, sabemos que Stalin envi¨® a millones de personas al Gulag. Tambi¨¦n es un hecho, sin embargo, que Stalin convirti¨® su pa¨ªs en una potencia mundial y que ayud¨® a ganar la II Guerra Mundial. De ah¨ª que amplios sectores de la sociedad y del poder rusos de nuestros d¨ªas defiendan su legado.
Una de las muchas consecuencias tr¨¢gicas de la revoluci¨®n fue la aniquilaci¨®n del mundo cultural ruso. La intelligentsia anhelaba una revoluci¨®n desde hac¨ªa d¨¦cadas. Dicho sea como ejemplo que al publicarse en 1872 Los demonios, novela sobre unos revolucionarios que no ten¨ªan miramientos con las vidas humanas, Rusia no supo valorar la clarividencia de Dostoievski. La intelligentsia, en su mayor¨ªa liberal, consideraba al grupo del terrorista Nech¨¢yev, en el que se hab¨ªa inspirado el escritor, como una tr¨¢gica excepci¨®n entre los nobles sublevados y cre¨ªa firmemente en el futuro revolucionario ruso. Mij¨¢ilovski, influyente cr¨ªtico de la ¨¦poca, dijo que el libro, ¡°esa horrible caricatura de la juventud revolucionaria¡±, no era digno del talento de Dostoievski. La Rusia que tanto ansiaba un cambio revolucionario rechaz¨® Los demonios.
Durante los a?os que precedieron a 1917, los artistas vivieron en una efervescencia febril
Durante los a?os que precedieron a 1917, los artistas vivieron en una efervescencia febril porque, seg¨²n dec¨ªan, percib¨ªan un cataclismo en el aire y lo plasmaron en sus obras. Eran a?os de gran creatividad. Aunque Petersburgo, la novela de Andr¨¦i Biely que en 1912 anticip¨® a Ulises de Joyce, se bas¨® en la revoluci¨®n de 1905, predijo al mismo tiempo lo que suceder¨ªa un lustro m¨¢s tarde. Tambi¨¦n la revoluci¨®n de 1917 sirvi¨® de inspiraci¨®n a muchos creadores. El poeta Aleksandr Blok, que la apoy¨® plenamente despreocupado ante sus excesos, escribi¨® su largo poema Los doce sobre un grupo de guardias rojos que, como ap¨®stoles guiados por Jesucristo, cruzan un Petersburgo vac¨ªo por el furor de la revoluci¨®n. Sin embargo, a Trotski no le gust¨® que los guardias del poema mataran a su antojo y hubiera preferido a Lenin como gu¨ªa. El resultado fue que el poeta muri¨® en la miseria a los 41 a?os.
Y no fue el ¨²nico. El te¨®rico literario Roman Jakobson habl¨® de ¡°una generaci¨®n que malogr¨® a sus poetas¡±: durante la primera d¨¦cada tras la revoluci¨®n muri¨® a los 36 a?os el gran futurista Jl¨¦bnikov; el cr¨ªtico literario Shklovski dijo a la muerte del poeta: ¡°Perd¨®nanos por todos los que a¨²n mataremos; los gobernantes no responden por la muerte de las personas; en la ¨¦poca de Jesucristo no entend¨ªan el arameo y en general no entienden el idioma humano¡±. Al poeta acmeista Gumiliov lo ejecutaron; Marina Tsvet¨¢ieva y el entonces poeta Vlad¨ªmir Nabokov se vieron obligados a marchar al exilio; a Anna Akhm¨¢tova se le prohibi¨® publicar; ?sip Mandelstam muri¨® en el Gulag, y Mayakovski y Esenin se suicidaron.
El te¨®rico literario Roman Jakobson habl¨® de ¡°una generaci¨®n que malogr¨® a sus poetas¡±
Tambi¨¦n los novelistas se sumaron a la revoluci¨®n. Yevgueni Zami¨¢tin escribi¨® en 1922 Nosotros, novela que preced¨ªa las grandes obras ut¨®picas como Un mundo feliz o 1984. Se trata de una met¨¢fora del mundo opresivo e implacable que se estableci¨® despu¨¦s de la revoluci¨®n; por eso mientras dur¨® la URSS, la censura no dej¨® que el libro se publicara ¨ªntegramente. A finales de los a?os veinte Zami¨¢tin fue denunciado por haber publicado su novela en el extranjero; como consecuencia se le prohibi¨® publicar. Entonces el novelista escribi¨® una carta a Stalin en la que dijo: ¡°Se ha hecho todo lo posible para cerrarme los caminos para poder seguir trabajando. Se ha llegado a prohibir que se vendieran mis libros en las librer¨ªas. Para m¨ª, como escritor, el estar privado de la oportunidad de escribir no es menos que una condena a muerte¡±. Gracias a la intervenci¨®n de Gorki, bien visto por el r¨¦gimen, a Zami¨¢tin se le concedi¨® el permiso para trasladarse temporalmente a Par¨ªs, donde muri¨® incapaz de vivir fuera de su pa¨ªs.
En los a?os veinte y aun m¨¢s en los treinta y en las d¨¦cadas posteriores, el poder estatal persigui¨® a todos los escritores, pintores, cineastas y m¨²sicos que se negaron a seguir el modelo prescrito por el realismo socialista que consist¨ªa en relatar (o filmar, retratar, componer) una historia optimista sobre la construcci¨®n del comunismo. Aquellos que se negaron a poner su arte al servicio del r¨¦gimen sufrieron las consecuencias: murieron en la c¨¢rcel o en el Gulag ¡ªlos escritores Babel y Mandelstam¡ª; atravesaron tempestuosas persecuciones ¡ªel escritor Bulgakov, los compositores Prok¨®fiev y Shostakovich, el cineasta Eisenstein¡ª; o acabaron suicid¨¢ndose; Marina Tsvet¨¢ieva.
Hace d¨¦cadas que a Occidente no le deslumbra la revoluci¨®n rusa porque considera la violencia y la represi¨®n como inaceptables. Sin embargo, de aquellos d¨ªas han quedado admirables obras de arte. Casi todas ellas nos hablan del individuo enfrentado a la maquinaria estatal que le pisotea y le aplasta; este tema se convirti¨® en uno de los centrales del siglo XX: por eso las obras que se crearon despu¨¦s de la revoluci¨®n resultan ser prof¨¦ticas. Aunque muchos de los artistas murieron en condiciones tr¨¢gicas, su obra permanece y sigue conmoviendo a millones de personas en todo el mundo. La Rusia de hoy, en cambio, y, menos a¨²n, el mundo, poco tiene que ver con la revoluci¨®n.
Monika Zgustova es escritora. Su ¨²ltimo libro es Vestidas para un baile en la nieve.
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