El calvario de una empresaria leonesa en Mozambique: ¡°Te vamos a matar¡±
CUENTA ANA Alonso que un d¨ªa fueron a visitarla a la concesi¨®n forestal que gestiona ¡ª?m¨¢s de 60.000 hect¨¢reas de bosque en Mozambique¡ª dos tipos de un comit¨¦ local de Beira, la zona costera donde se ubica. Le pidieron un dinero, trataron de extorsionarla y ella les dijo que s¨ª, que no hab¨ªa problema, que volvieran al d¨ªa siguiente. Regresaron y all¨ª estaba esper¨¢ndoles con la polic¨ªa. El detalle no gust¨® en el pueblo ni en Sofala, la provincia a la que pertenece. Aunque visto lo que ha logrado y sufrido esta leonesa de La Ba?eza, de 64 a?os, estrujando la justicia de la ex colonia portuguesa hasta su ¨²ltimo resorte, aquel episodio se cuenta casi en peque?ito. Lo grande vino en la madrugada del 19 de febrero de 2016. Seg¨²n relataron los trabajadores de la maderera que lleva Alonso, cuatro camiones militares y un blindado del Ej¨¦rcito entraron en la industria, tomaron a varios empleados para darles un paseo y les dijeron que lo de operar all¨ª se hab¨ªa acabado. Pero la cosa no termin¨® ah¨ª. ¡°Cuando alguien te ataca, no soy de las que se arrodillan¡±, dice Alonso.
Esta antigua periodista de La Voz de Galicia guarda en un sencillo marco de fotos una de sus primeras instant¨¢neas en Mozambique. Aparece en cuclillas en lo alto de un tanque medio camuflado entre ¨¢rboles y maleza. Saluda a la c¨¢mara. Corr¨ªa 1994 y la veterana reportera empezaba una nueva vida. Quer¨ªa trabajar con la ONU; su ideal era Yugoslavia, pero acab¨® como oficial de paz en Mozambique. ¡°Me encant¨® ese camino que va de la guerra a la paz¡±, cuenta Alonso frente a una terraza de la Costa del Sol. Prefiere, por seguridad, no decir d¨®nde reside en la actualidad. Al otro lado del balc¨®n, el mar, y al fondo, con cierta nitidez, el perfil de la costa africana. Corta la charla para contactar por videoconferencia con 2 de los 25 empleados que a¨²n mantiene en Beira. Tienen un problema, no dan con su abogado, Eduardo Chiziane. Hace algunas llamadas; se solucionar¨¢.
¡°Est¨¢s jugando mucho con tu vida. Pero esta vez te aseguro que no vuelves viva del bosque¡±, le dijeron por mensaje de m¨®vil
Chiziane, delegado hoy en el en¨¦simo di¨¢logo de paz en Mozambique, es una pieza clave para entender el triunfo de Alonso ante la justicia. La preocupaci¨®n de este letrado, seg¨²n manifest¨® en conversaci¨®n reciente con ella, es que los que tratan de arrebatarle la tierra quieren para ello ¡°asesinar su car¨¢cter¡±. Ese car¨¢cter se forj¨® en Espa?a, pero se ha puesto a prueba desde que en 1995, tras su experiencia con la ONU, Alonso emprendiera la gesti¨®n de la madera en ese pedazo verde tan jugoso de Mozambique. Mujer blanca en ?frica, al mando entonces de 200 hombres, todos negros; administradora ¨²nica de un sector, la madera, ligado al contrabando, la guerra¡ ¡°Desde el minuto cero¡±, dice, ¡°sab¨ªa que iba a ser dif¨ªcil, pero no hasta este punto¡±. Tardaron nueve a?os en aprobarle la concesi¨®n formalmente. Ya en 2005 le pidieron que, para renovarla, ten¨ªa que haber construido un pozo. Lo hizo y le dijeron que no, que en verdad eran dos pozos y una escuela. Levant¨® tres colegios y cav¨® cinco pozos.
Tambi¨¦n han intentado sacarla del pa¨ªs con amenazas. Este mensaje lleg¨® a su tel¨¦fono m¨®vil el 1 de junio de 2007: ¡°Est¨¢s jugando mucho con tu vida. Pero esta vez te aseguro que no vuelves viva del bosque. Jugaste con la persona equivocada. Esto no es una amenaza. Experimenta¡±. Recibi¨® m¨¢s advertencias como esta y, ni corta ni perezosa, logr¨® que el diario local Zambeze las publicara con el n¨²mero del remitente. Tampoco gust¨® mucho. Alonso hab¨ªa denunciado ante las autoridades que los furtivos estaban saqueando su concesi¨®n a ojos de todos. Calcula que unos 600 camiones se llevaron entre 2002 y 2005 unos 48.000 ¨¢rboles.
El Gobierno de Mozambique reconoce p¨¦rdidas
de 150 millones de euros por el mercado?negro de madera
La charla por videoconferencia de Alonso dura poco, pero lo suficiente para meter baza. ?Hacia d¨®nde va toda esa madera que se roba? El m¨¢s veterano de los trabajadores responde veloz: ¡°China¡±. Ya en 2013, la Agencia de Investigaci¨®n Ambiental (EIA), con sede en Londres, desvel¨® que la mitad de la madera que Pek¨ªn ¡ªcon una demanda in crescendo¡ª compraba en Mozambique era ilegal. El motivo: corrupci¨®n y mal gobierno. El pasado mes de abril, adem¨¢s, el ministro de Medio Ambiente del pa¨ªs, Celso Correia, admiti¨® unas p¨¦rdidas de 150 millones de euros a causa de este mercado negro.
As¨ª que la gesti¨®n del bosque de Beira es, por todo esto, tentadora. Tras las amenazas de muerte que recibi¨® en 2007, prosigue Alonso, ¡°habl¨¦ con la Embajada espa?ola, denunci¨¦ ante la polic¨ªa y contrat¨¦ escolta¡±. Sus acosadores respondieron con el siguiente mensaje: ¡°Duerme despierta, reina de la madera, porque puede ser tu ¨²ltima noche¡±. Estaban cerca. La espa?ola no se sent¨ªa segura, as¨ª que ide¨® lo siguiente: viajar hasta Maputo, la capital del pa¨ªs, y fingir que iba al aeropuerto. Cuando iba a llegar orden¨® a la escolta continuar con su veh¨ªcu?lo mientras ella se desviaba para hacer los m¨¢s de 1.200 kil¨®metros por carretera. Logr¨® que se publicara en la prensa su denuncia, en la que identificaba a los furtivos y a las peque?as empresas madereras que estaban arrasando su concesi¨®n, y descans¨®. ¡°Desde que denunci¨¦ viv¨ª m¨¢s tranquila¡±. Su teor¨ªa es que si alg¨²n d¨ªa le pasara algo, los malos ser¨ªan encontrados f¨¢cilmente. En la pr¨¢ctica, el coste, sobre todo moral, ha sido muy elevado. Alonso lo cuenta con la vista puesta all¨ª donde a¨²n se intuye el norte de esa ?frica en la que residi¨® m¨¢s de 20 a?os: ¡°Tienes que habituarte a vivir aislada. Ni se me ocurrir¨ªa tener una relaci¨®n¡±.
¡°Cuando alguien te ataca, no soy de las que se arrodillan¡±, cuenta la empresaria y antigua periodista
Pero la violencia hacia los empresarios extranjeros en Mozambique no parece inusual, a tenor de una comunicaci¨®n reciente de la jefa de la diplomacia de la UE, la italiana Federica Mogherini, en la que, a petici¨®n de la eurodiputada portuguesa Ana Gomes, afirma que se implicar¨¢ en las gestiones del caso de Am¨¦rico Sebasti?o, desaparecido el 29 de julio de 2016. Fue introducido en un veh¨ªcu?lo en una gasolinera precisamente de Beira. No hay noticias de su paradero ni de qui¨¦n pudo secuestrarle.
Por aquel entonces, Alonso no solo hab¨ªa sufrido el asalto de su industria, sino tambi¨¦n el posterior y paulatino saqueo a manos de furtivos. Sus contactos con la gobernadora de Sofala, Helena Taipo, incluso en un vis a vis mantenido en fechas posteriores a la incursi¨®n militar, tampoco han sido muy fruct¨ªferos. La empresaria leonesa cree que porque la intromisi¨®n del Ej¨¦rcito fue aireada en la prensa local. El caso es que Taipo ha tratado de dejar a Alonso sin licencia de producci¨®n. La anul¨® el pasado a?o, pero la espa?ola recurri¨® ante la justicia. Como su concesi¨®n es superior a 20.000 hect¨¢reas, solo el Estado puede revocarla, un detalle que hab¨ªa pasado inadvertido. As¨ª que Alonso gan¨® esa batalla en fallo administrativo el pasado mes de julio. El tribunal le dio la raz¨®n, pero pidi¨® que se investigara si, como se apuntaba desde el Gobierno provincial, Alonso maltrataba a la poblaci¨®n local. El fiscal investig¨® y notific¨® el pasado 5 de diciembre que no hab¨ªa nada de nada sobre eso.
Pero el bloqueo contin¨²a. Como la provincia no puede retirarle la concesi¨®n, impera el silencio administrativo. Ni s¨ª ni no es tambi¨¦n la respuesta que ha recibido la diplomacia espa?ola cuando ha actuado. Ni siquiera el embajador espa?ol en Mozambique, ?lvaro Alabart, quien, como relat¨® en una conversaci¨®n telef¨®nica, pudo entrevistarse con Taipo a solas el pasado mes de febrero, ha logrado una contestaci¨®n clara del Gobierno local. La legaci¨®n espa?ola en Maputo afirma que se han hecho las gestiones oportunas en un ¡°clima bueno¡±. Pero el ambiente no es precisamente el m¨¢s adecuado para que Alonso regrese a Beira e inicie, como desea, un proceso de arbitraje para recuperar su bosque. El pen¨²ltimo rumor que corre por la provincia es que lo que en verdad hac¨ªa Alonso en su concesi¨®n era colaborar con los armados de la Renamo, opositores al Gobierno de la Frelimo (unos y otros se enfrentan desde la Guerra Fr¨ªa y la independencia). Una pu?alada m¨¢s para eso de ¡°asesinar el car¨¢cter¡±. Pero Alonso resiste. ?C¨®mo? ¡°Los ¨¢rboles¡±, dice prudente por si suena a locura, ¡°si les gustas, te dan fuerza¡±.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.