Embauques en Nicaragua y M¨¦xico
Daniel Ortega y Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador est¨¢n dispuestos a aliarse con Dios y el diablo

Daniel Ortega fue marxista, cristiano de pacotilla y quebrant¨® los 10 mandamientos de la ley de Dios, pero cuando le convino fragu¨® una alianza con la curia de Nicaragua, se cas¨® por la Iglesia con su amante, suele rezar en los m¨ªtines, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria: votos religiosos y una presidencia de Gobierno casi vitalicia. La f¨®rmula es viable en sociedades pol¨ªticamente analfabetas e institucionalmente subdesarrolladas. Ese personalismo totalitario tiene fecha de caducidad en M¨¦xico, porque no existe la reelecci¨®n y, por ende, la acumulaci¨®n de mandatos.
Aunque no pueda ser presidente para siempre, el populista Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, favorito en las encuestas previas a las generales de julio, ambiciona serlo, al menos durante seis a?os. Ser¨¢ su tercer intento. Para conseguirlo, ensaya una demagogia parecida a la consolidada por Ortega: se asoci¨® con el conservador Partido Encuentro Social, defensor de la familia tradicional y activista contra el aborto, situado en la ant¨ªpoda ideol¨®gica del movimiento del exalcalde, el izquierdista Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional (Morena), que faena en los caladeros de la blasfemia y el credo. Completa la arribista alianza el Partido del Trabajo, que resume su programa en una arenga: ?Todo el poder al Pueblo!
La confluencia pudiera ser virtuosa si enriqueciera la convivencia y la aceptaci¨®n de la diversidad, pero no cuando se trata de embauques electorales, como los urdidos por Ortega en Nicaragua, y L¨®pez Obrador en M¨¦xico, dispuestos a aliarse con Dios y con el diablo, sin importar el enga?o al elector y la colusi¨®n de creencias y programas,
Las ret¨®ricas alusiones al amor, la libertad y la Biblia del exalcalde son tan hip¨®critas como irritantes sus circunloquios cuando se le apremia una opini¨®n clara sobre el aborto, las bodas gais y la legalizaci¨®n de marihuana. No quiere contestar. ¡°Eso hay que pregunt¨¢rselo a la ciudadan¨ªa¡±. Es la ambig¨¹edad que pretende ocupar espacios, la tramposa sofisticaci¨®n del pasado priista. El elector necesitado de elementos de juicio sobre esas tres cuestiones, no los obtendr¨¢ del candidato. El juego de palabras, en entrevistas y comparecencias p¨²blicas, la manipulaci¨®n del cr¨¦dulo, no son de ahora. Son se?as de identidad de L¨®pez Obrador, al menos desde las elecciones de 2012.
El intenso ciclo electoral registrado en Am¨¦rica Latina estabiliza sus democracias, pero exhibe tambi¨¦n sus carencias, entre ellas las alianzas incompatibles, de coyuntura. La fragmentaci¨®n de los parlamentos como consecuencia del debilitamiento de los partidos tradicionales y el surgimiento de nuevas formaciones, la mayor¨ªa camufladas derivaciones de aquellos, obligan al consenso para abordar las reformas estructurales exigidas por el subcontinente. Venezuela es cap¨ªtulo aparte porque sus reformas solo buscan la perpetuaci¨®n del poder pol¨ªtico chavista.
La atomizaci¨®n de los parlamentos puede ser tanto un problema como una oportunidad para irradiar moralidad y decencia desde las c¨¢maras, se?alar imposturas y atemperar los presidencialismos caudillistas. En suma, para promover el h¨¢bito de la discusi¨®n, el consenso y el sentido de Estado.
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