No solo cubrirse, poder elegir: los migrantes prefieren la ropa de Jay Z
Cuando un migrante se acerca a un centro de acogida llega con lo puesto y le ofrecen indumentaria de segunda mano. Ah¨ª empieza a contarse la siguiente historia, la de esta colecci¨®n de retratos


Jay Z ¡ªm¨²sico de hip hop neoyorquino, multimillonario, pareja de Beyonc¨¦ e imagen de buen padre¡ª es el due?o del outfit con el que sue?a Zaman, el joven afgano que lleg¨® de Kabul a Par¨ªs, despu¨¦s de caminar seis meses, en pleno invierno, en bermudas y chanclas. ¡°?No tendr¨¢n, por casualidad, unas zapatillas como las del Jay-Z, unas que no sean feas?¡±, pregunt¨® a los voluntarios del centro de primera acogida de Emma¨¹s en La Porte de la Chapelle. Lo contaba en televisi¨®n Val¨¦rie Larrondo, voluntaria de la organizaci¨®n humanitaria que tuvo la idea de hacer algo con una historia que empez¨® con risas compartidas tras la ocurrencia de Zaman, despu¨¦s de que ella le mostrara un par de zapatos un poco anticuados que sac¨® de los estantes de ropa donada.
El resultado de ese intento por entender el valor simb¨®lico de la ropa para un migrante es una exposici¨®n de fotos de Fr¨¦deric Delangle y Ambroise T¨¦zenas llamada Unas zapatillas como las de Jay Z. Retratos y palabras de exiliados, que se exhibe hasta el 23 de septiembre en el espacio Parc des Ateliers, en Arles (Francia), en el marco de la 49? edici¨®n de Les Rencontres de la Photographie.
¡°Estos son los papeles que otros no les dan¡±, especulaban los autores de las im¨¢genes. Aseguran que el hecho de poder elegir les devuelve su individualidad, su humanidad, su historia y una cierta dignidad. Y no solo optar por algo con lo que cubrirse de tanta incomprensi¨®n, ni siquiera cuando se llega hasta all¨ª en calzoncillos, expulsado por la polic¨ªa de un campamento temporal y despojado de todas sus cosas.
La ropa es ¡°todo menos anecd¨®tica¡± para estos j¨®venes fragilizados por la traves¨ªa pero que han tenido una vida afectiva anterior, un trabajo, unas aficiones y unos estudios en otro lugar, seg¨²n los autores de este trabajo colectivo en el que participaron varios voluntarios de Emma¨¹s. As¨ª, les propon¨ªan entrevistas ¡°sin prisas, en un espacio de intimidad¡±, que dieran lugar a retratos cuidados y de acuerdo con la voluntad de los participantes. ¡°Es como darles una esperanza en el futuro a trav¨¦s de la ropa¡±, sugiere T¨¦zenas, uno de los fot¨®grafos.
Mejor agradar que dar pena
Ibrahim, migrante marfile?o de 23 a?os
Lo que se llevar¨¢n del centro de acogida es de segunda mano, ha pertenecido a otras personas, pero para ellos desempe?a un papel nuevo y all¨ª es donde intentan llegar los porqu¨¦s de las formas, los colores, la combinaci¨®n o no con su vestimenta tradicional, los significados y las evocaciones. De ah¨ª surgen los posados para los retratos y los peque?os testimonios tras la atenta escucha.
¡°Tengo 24 a?os, vengo de Sud¨¢n. Me encanta esta camiseta con la leyenda romantic. El azul oscuro es mi color preferido¡±, explica Mustafa. ¡°Tengo 20 a?os, vengo de Somalia, y me encanta vestirme como si fuera un estadounidense. En Somalia no usamos ropa tan apretada. A mi familia no le gustar¨ªa demasiado verme vestido as¨ª. En Francia soy libre de ir como quiero¡±, comenta Bashir.
Aboubacar tiene 21 a?os, viene de Guinea-Conakry y es algo reticente a las fotos: ¡°no quiero causar ning¨²n problema, ni destacar, quiero vivir como todos¡±. ¡°Mejor agradar que dar pena¡±, es la cita de Ibrahim, marfile?o de 23 a?os, que lleva el negro orgulloso de sus or¨ªgenes africanos. Cherif, senegal¨¦s de 24 a?os, dice que no se viste para gustar a las chicas sino a s¨ª mismo, y que si su familia lo viera ahora en la foto de Par¨ªs se dar¨ªa cuenta de que se ha vuelto un adulto. Y es que ya hace cinco a?os que dej¨® su pa¨ªs.
Ahmed, de Mogadiscio, asegura que su piel color caramelo le hace juego con la ropa negra, que le encanta el estilo hip hop y que si tuviera dinero se comprar¨ªa unas Nike. Ibrahim, guineano, tambi¨¦n elige un jersey negro, en su caso, ¡°en recuerdo de un viaje lleno de dificultades¡± y como s¨ªmbolo de haberle ganado al miedo al ej¨¦rcito, en la oscuridad de los contenedores en Mali y dentro de los camiones, con un calor sofocante; ¡°el jean, porque soy joven¡±.
La palabra swag surge en varias conversaciones y refiere a tener estilo, y un estilo en particular: el de los raperos. La expresi¨®n (que viene de swagger) no designa solamente el vestir sino c¨®mo andar y moverse al modo hip hop. Es el ritmo que marca el orgullo de la periferia, una suerte de est¨¦tica pandillera o moda del antih¨¦roe, como alguna vez se defini¨® en el mundo anglosaj¨®n, y que bien calza a estos chicos que desembarcan en un continente que sigue poniendo ladrillos a sus muros administrativos contra la inmigraci¨®n.

Pero no todos se dejan fascinar por la est¨¦tica de la banlieue. Said tiene 37 a?os y viene de Afganist¨¢n. Cuenta que en su pa¨ªs cultivaba arroz y que incluso en el campo le gustaba ir limpio y bien arreglado, algo que procura ahora en Par¨ªs, donde adora vestirse con estilo franc¨¦s. Por su parte, Omid, que ha pasado tres a?os de ruta desde Afganist¨¢n, pasando por Ir¨¢n, Turqu¨ªa, Macedonia, Hungr¨ªa y Austria, confiesa que sigue con el gris habitual de su regi¨®n pero combinado con una camiseta en un rojo muy vivo, s¨ªmbolo de haber sobrevivido incluso a un atentado. Abdallah, que tiene 30 a?os y viene de Yemen, recuerda que ya en su pa¨ªs se compr¨® una camiseta con la torre Eiffel, antes de saber que tentar¨ªa suerte justo all¨ª.
Hay quienes que eligen seguir llevando los accesorios de sus vestimentas tradicionales (turbantes, pulseras, echarpes), combin¨¢ndolos con la ropa occidental (mencionan Gucci, Adidas y Nike) y hay quienes prefieren adaptarse del todo al lugar al que agradecen que los acoja. Los modelos pueden ser el futbolista Samuel Eto¡¯o, Jay Z, Chris Brown o Fally Ipupa, el cantante congole?o, pero detr¨¢s de cada elecci¨®n hay una reflexi¨®n sobre la propia historia y lo que se desea transmitir en cada encuentro de la nueva vida.
Ibrahim, guineano, elige un jersey negro. En su caso, ¡°en recuerdo de un viaje lleno de dificultades¡±
Y, por cierto, las sneakers hace tiempo que trascendieron las fronteras de lo callejero para convertirse en un s¨ªmbolo de estar en la ¨¦poca. Los chicos que llegan en cayuco lo saben: hace tiempo que las adoptaron los ejecutivos del mercadeo y la publicidad, y hasta los presentadores de televisi¨®n van al plat¨® en traje y zapatillas.
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