Despellejando a las Campos
Terelu y Carmen someten a juicio su nuevo aspecto tras sendas intervenciones estéticas en un programa especial de Telecinco con su madre, María Teresa Campos, como testigo de cargo
Telecinco fue anoche a la vez un circo, un quirófano y un juzgado. Reaparecían previa calculada ausencia y calentamiento del ambiente durante días, dos de sus mascarones de proa. Las hermanas Terelu y Carmen comparecían, bajo la clueca mirada de su madre, María Teresa Campos, después de someterse a sendas intervenciones estéticas, con un doble y presuntamente noble fin por delante. El de presentar al mundo sus nuevos rostros pagados por su productora y el de ofrecerlos al veredicto del jurado de sus compa?eros de aquelarre en Sálvame y al de la audiencia soberana. O sea, a un doble, o triple, despellejamiento, contando con la piel que ambas se habían dejado antes en la clínica del doctor Javier de Benito, una eminencia en cirugía plástica que también acudió a la función en calidad de autor del prodigio. Al final, división de opiniones. Mientras los colegas de las Campos se debatían entre alabarles el gusto y sugerirles que para ese viaje no necesitaban alforjas, la audiencia respaldó la función con un 21% de share. Para gustos, los bolsos. El dato objetivo es que el nuevo tono de tinte capilar de ambas agotó las existencias de decolorante platino de sus respectivos peluqueros.
Que los 50 son una edad muy mala no es ninguna novedad para ninguna mujer que haya pasado por el trance. La invisible caída de estrógenos suele comportar otros desplomes más evidentes. Se te descuelga el óvalo de la cara, se te acumula la grasa donde menos lo deseas, se te caen los párpados del sombrajo, vamos, y, muchas veces, la autoestima se hunde al mismo tiempo. La ilusión de elevar todos esos parámetros, lleva a muchas, muchísimas, a plantearse medidas más o menos quirúrgicas al respecto con la esperanza de quitarse lastres, ya que no a?os, por deseo o presiones propias o ajenas. Eso hicieron Carmen Borrego y Terelu Campos. Ambas lo deseaban. Ninguna se había atrevido. Pero, animadas quizá por la oferta de sus jefes de pagarles los gastos, ambas pasaron por el aro, aunque en distinto grado de acrobacia. Carmen, por todo el medio, quitándose la papada, remetiéndose los párpados y cambiándose los dientes, que se sepa. Terelu, a medias, sometiéndose a un corte de pelo de esos de impacto y a la introducción de unos hilos tensores bajo el cutis sin anestesia, dado que la recaída de su cáncer le desaconsejaba pasar por quirófano.
Eso, la sombra del cáncer de Terelu sobrevolando el estudio, y la venerable presencia de la matriarca de la saga, una frágil María Teresa Campos que parecía reclamar su sitio en su propia casa después de meses de ausencia tras su ictus, impidió que el jurado hincara más a fondo el diente sobre las presas. Ya habrá tiempo en los Sálvames y en los Deluxes venideros para hacer más sangre. Las gigantescas fotos del antes del milagro, con unas Terelu y Carmen con esa cara de recién levantada que asusta hasta a una misma cuando se ve en el espejo, y los exdientes de Carmen reposando sanguinolentos en la bandeja del dentista fueron, quizá, lo más gore de la noche. En los extremos, el cantante Mario Vaquerizo, superpartidario del asunto como varón multioperado, y la abogada Paloma Zorrilla, superdetractora de la cosa. En medio, la discutible presencia del doctor Javier de Benito en un programa de esas características. Al final, como casi siempre, fue Belén Esteban, en su doble calidad de jueza y parte, la que soltó la perla más sensata de la noche se?alando a sus recauchutadas compa?eras de tertulia: “No sé qué van a decir todas estas de Terelu y de Carmen. Ellas, que están todas operadas”. Sobre lo suyo propio no entró en detalles..
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