No doy cr¨¦dito
Puede que hayamos asistido al m¨¢s tonto festejo de euforias y decepciones de los ¨²ltimos a?os

A lo m¨¢s que llega la sabidur¨ªa bancaria del espa?ol medio es a intuir que su dinero vuela siempre en una direcci¨®n contraria a la que ser¨ªa ideal. Es una ley de gravedad extractiva. En cualquier relaci¨®n entre un ciudadano y la banca, todos saben que la banca gana. Pero, aun as¨ª, seguimos jugando, porque creemos en el sistema con una fidelidad rayana en lo m¨ªstico. Todo espa?ol que se ha sometido a un cr¨¦dito hipotecario ha percibido que su ignorancia financiera le depositaba en las manos de verdaderos profesionales cuyo perfil moral puede oscilar entre el de un capo de la Mafia y una monja de la caridad. Un poco de la misma manera, uno se pone en las manos de los aviadores cuando sube a un avi¨®n o de los m¨¦dicos cuando ingresa en un hospital. Venga, hagan conmigo lo que quieran. As¨ª, el mundo bancario te dicta, te adula, te exige y te hace firmar sin que t¨² sepas muy bien qu¨¦ narices andas haciendo. Con una fidelidad intachable dedicamos nuestros 25 o 30 a?os a cumplir con las cuotas, bajo amenazas fatales.
Por todo ello, cuando estall¨® el conflicto del Tribunal Supremo a ra¨ªz de las sentencias que dictaban que los bancos deb¨ªan de hacerse cargo del pago de los actos judiciales derivados de las hipotecas surgi¨® la euforia. ?bamos a ganarles una partida a los bancos. Mientras escribo estas l¨ªneas, los jueces est¨¢n reunidos, pero si uno tiene la suficiente experiencia en el mercado libre ya sabe a estas alturas que tras el rid¨ªculo judicial y la corta alegr¨ªa en la casa del pobre llega siempre el orden establecido. Y ese orden exige que toda rebaja de un precio sea pagada por el consumidor, tarde o temprano. No hay manera de evitarlo. En los mismos d¨ªas en que festej¨¢bamos que ser¨¢n los bancos quienes paguen los actos judiciales de una hipoteca, la compa?¨ªa de bajo coste Ryanair decid¨ªa cobrarnos por llevar bolsa de mano. No existe mejor ejemplo que delate que a un precio bajo le corresponden zancadillas puntuales para cobrarse, llegado el momento, todo lo supuestamente perdonado.
Si finalmente se resuelve que los bancos paguen los actos judiciales, m¨¢s temprano que tarde los bancos cobrar¨¢n un suplemento en cada concesi¨®n de cr¨¦dito para garantizarse que el pago de esa partida recaiga sobre el cliente y no sobre sus beneficios. Si ma?ana el Gobierno decide que en los concesionarios de coches se puede vender el autom¨®vil, pero que el coste de las ruedas debe correr de parte del fabricante suceder¨ªa algo parecido. Gran alegr¨ªa colectiva, s¨ª, pero al d¨ªa siguiente los coches subir¨¢n de precio para costear las ruedas que regalan. ?Pero es que alguien a¨²n no se ha dado cuenta de que vivimos en una sociedad capitalista de consumo?
En esta pol¨¦mica, el Tribunal Superior ha hecho el rid¨ªculo. Eso es evidente, porque ha transmitido una sensaci¨®n de inseguridad, flaqueza y falta de autoridad frente al poderoso casi ingrato. Puede que los triunfadores sean aquellos que recuperen el dinero tras la sentencia y los que se beneficien de su retroactividad limitada en el tiempo. No es poco, pero si no est¨¢s entre los afortunados de esa loter¨ªa puntual, la verdadera clave del asunto ser¨ªa saber por qu¨¦ el costo de los actos judiciales al contratar una hipoteca es tan alto. ?No podr¨ªa reducirse? ?Por qu¨¦ se ha planteado una guerra entre ciudadanos y bancos por ver qui¨¦n paga sin traer a primera l¨ªnea lo que se paga, a qui¨¦n se paga y cu¨¢nto se paga? Puede que hayamos asistido al m¨¢s tonto festejo de euforias y decepciones de los ¨²ltimos a?os.
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