Osama en la rec¨¢mara
La capitulaci¨®n con los radicales coloca al primer ministro de Pakist¨¢n, Imran Khan, contra las cuerdas
Un d¨ªa de verano, hace 11 a?os, Asia Bibi, madre de cinco hijos, se encontraba recolectando frutas en un campo de Pakist¨¢n cuando sorbi¨® agua de un cuenco antes de pas¨¢rselo a sus compa?eras de trabajo. Estas la amonestaron se?al¨¢ndole que no estaba permitido a un cristiano impuro beber agua de la misma fuente que un musulm¨¢n y le exigieron convirtiese al islam, a lo que ella se neg¨®. D¨ªas despu¨¦s, sus compa?eras acudieron al cl¨¦rigo local y la demandaron por insultar a Mahoma. Posteriormente, fue condenada a la pena de muerte por blasfemia. Desde entonces, ha estado esperando en el corredor de la muerte.
Recientemente, en una decisi¨®n valiente y celebrada, el Tribunal Supremo de Pakist¨¢n absolvi¨® a Asia Bibi. Tras anunciar el fallo, los seguidores del partido islamista radical Tehreek-e-Labbaik (TLP) tomaron las calles, paralizaron el pa¨ªs durante tres d¨ªas y llamaron a la poblaci¨®n a matar a los jueces responsables. Al final, el primer ministro, Imran Khan, negoci¨® su retirada a cambio de permitir revisar el veredicto y retener a Asia en el pa¨ªs.
Esta capitulaci¨®n con los radicales coloca a Imran Khan contra las cuerdas, dividido como se encuentra entre su deseo de actualizar el islam en Pakist¨¢n y su compromiso personal con las posiciones m¨¢s intransigentes: ¨¦l mismo sali¨® no hace mucho en defensa de la ley contra la blasfemia.
El TLP representa la cultura de los mul¨¢s, t¨ªtulo que en Pakist¨¢n denota a los cl¨¦rigos radicales, unos individuos hoscos, versados en la memorizaci¨®n de los textos sagrados isl¨¢micos, pero por lo dem¨¢s iletrados y mis¨®ginos, y que tan verazmente ilustra la pel¨ªcula Osama, del director afgano Siddiq Barmak, que cuenta c¨®mo impusieron en la sociedad afgana un r¨¦gimen de vida at¨¢vico, cruel y medieval. Los mul¨¢s proliferaron junto con las escuelas cor¨¢nicas en el contexto de la guerra afgana para formar combatientes, los talibanes o ¡°estudiantes¡±, en la ideolog¨ªa yihadista.
Una vez finalizada la contienda, la red de escuelas se extendi¨® por Pakist¨¢n suplantando al Estado en materia de educaci¨®n escolar. A partir de entonces, como apunta Husain Haqqani (Pakistan, Between Mosque and Military), esta red se vio reforzada por la alianza que forj¨® un sector del ej¨¦rcito paquistan¨ª vinculado a las agencias de inteligencia, el llamado Estado profundo, con este colectivo al que preserva en la rec¨¢mara, activ¨¢ndolo motu proprio para mantener el control del pa¨ªs.
Cada a?o miles de j¨®venes salen de estas escuelas con una formaci¨®n que, en el mejor de los casos, les permite convertirse a su vez en profesores cor¨¢nicos o mul¨¢s, con lo que su n¨²mero aumenta progresivamente, y con ellos la inestabilidad. Imran Khan aspira llevar a cabo un proyecto controvertido, recrear el estado de justicia social que existi¨® en la Medina del Profeta, y modernizar el pa¨ªs, una cuadratura del c¨ªrculo si lo quiere lograr preservando los derechos de las minor¨ªas y cediendo al chantaje de los mul¨¢s.
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