Por qu¨¦ el movimiento #MeToo no servir¨¢ para acabar con Michael Jackson
El documental 'Leaving Neverland', que llegar¨¢ en primavera, promete poner a prueba una vez m¨¢s la imagen del mito cuando se cumplen diez a?os de su muerte
El 25 de junio se cumplir¨¢n 10 a?os de la desaparici¨®n de Michael Jackson, probablemente la muerte de una figura cultural que m¨¢s impact¨® al mundo desde la de Elvis en 1977. Las comparaciones no quedan ah¨ª: ambos fallecieron a edades cercanas (Elvis a los 42, Michael a los 50), con un estado f¨ªsico muy degradado y v¨ªctimas de su adicci¨®n a los f¨¢rmacos.
"No consiguieron reunir ni una sola prueba que demostrase que Michael Jackson hab¨ªa hecho eso. Registraron mi dormitorio de arriba a abajo, registraron todos mis libros, todos mis v¨ªdeos, todas mis cosas privadas y lo que encontraron fue nada"
Michael Jackson en 1995
Este d¨¦cimo aniversario se prev¨¦ celebrar con diversos libros sobre su vida, especiales televisivos y un musical en Broadway. Pero un documental producido por HBO y Channel 4 y estrenado en Sundance, Leaving Neverland (llegar¨¢ el mes que viene a la plataforma de pago), promete revivir la pesadilla que en 1993 ensombreci¨® la imagen de Michael para siempre y que en 2003 reapareci¨® hasta conducirlo al juicio m¨¢s medi¨¢tico del siglo XXI.
Los antecedentes son los siguientes: en 1993 Evan Chandler denunci¨® a Michael Jackson por abusar sexualmente de su hijo Jordan, de 13 a?os. La noticia cay¨® como un jarro de agua fr¨ªa sobre Michael, que triunfaba con su gira Dangerous, y sobre sus millones de seguidores alrededor del mundo.
?A qui¨¦n creer? Chandler era due?o de un historial sospechoso: un dentista que intentaba triunfar en Hollywood y manten¨ªa una conflictiva relaci¨®n con su exmujer, a la que deb¨ªa varios meses de manutenci¨®n y a la que intentaba arrebatarle la custodia de su hijo. Por otro lado, Michael Jackson llevaba ya muchos a?os convertido en el artista m¨¢s raro, evasivo y marciano del mundo. Un tipo que antes era negro y ahora era blanco nuclear, que viv¨ªa en una especie de parque de atracciones gigantesco construido a su medida y que estaba siempre rodeado de ni?os. Esa imagen esperp¨¦ntica llev¨® a que cualquier cosa que se dijese sobre Michael pudiese ser tomada como cierta. Aparentemente, esta tambi¨¦n.
Much¨ªsima gente crey¨® que aquellas acusaciones pod¨ªan ser ciertas. Seg¨²n varias biograf¨ªas de Michael, el juicio p¨²blico lo min¨® de tal modo que el artista intensific¨® su consumo de tranquilizantes (que finalmente lo matar¨ªan), cancel¨® el resto de su gira Dangerous y fue ingresado en un hospital.
Nunca lleg¨® a haber una acusaci¨®n contra Michael porque en 1994 el artista pag¨® una enorme cantidad de dinero a la familia (se dijo que unos 22 millones de d¨®lares, ¨¦l declarar¨ªa posteriormente que era mucho menos) para que el problema se arreglase fuera de los tribunales. Una decisi¨®n desastrosa desde un punto de vista de imagen personal: gran parte del mundo consider¨® que as¨ª Michael estaba reconociendo su culpa y comprando el silencio de la familia del ni?o (que se desintegrar¨ªa absolutamente: el padre se suicid¨® meses despu¨¦s de la muerte de Jackson y su hijo no acudi¨® a su entierro).
En los seis meses posteriores a su muerte se vendieron m¨¢s de 30 millones de copias de sus ¨¢lbumes. Michael hab¨ªa conseguido volver a triunfar con su ¨²ltima gran haza?a art¨ªstica y vital: morir joven
¡°?Por qu¨¦ decidiste resolver el caso fuera de los tribunales?¡±, le pregunt¨® la periodista Diane Sawyer al a?o siguiente durante una entrevista televisada. ?l le respondi¨®: ¡°Habl¨¦ con mis abogados y les pregunt¨¦: ¡®?Pod¨¦is garantizarme que la justicia prevalecer¨¢?¡¯. Y me dijeron: ¡®Michael, no podemos garantizarte que un juez o un jurado vayan a hacer nada'. Yo estaba catat¨®nico, furioso. Y me dije: 'Tengo que hacer algo para salir de esta pesadilla, de estas mentiras, de toda esta gente buscando dinero y del espect¨¢culo que hab¨ªan montado los tabloides. Eran mentiras, mentiras y mentiras. As¨ª que me reun¨ª con mis consejeros y la decisi¨®n fue un¨¢nime: resuelve el caso, porque esto podr¨ªa alargarse durante siete a?os. Dej¨¦moslo atr¨¢s¡±.
¡°No es justo lo que me hicieron¡±, a?adi¨®. ¡°No consiguieron reunir ni una sola prueba que demostrase que Michael Jackson hab¨ªa hecho eso. Registraron mi dormitorio de arriba abajo, registraron todos mis libros, todos mis v¨ªdeos, todas mis cosas privadas y lo que encontraron fue nada. Nada, nada que demostrase que Michael Jackson hab¨ªa hecho aquello. Nada. Hasta hoy, nada. Todav¨ªa, nada. ?Nada, nada, nada!¡±.
Si bien la imagen de Michael estaba inevitablemente da?ada, su carrera sigui¨® cosechando ¨¦xitos: el recopilatorio HIStory se convirti¨® en el disco doble m¨¢s vendido de la historia y Blood on the dancefloor, su ¨¢lbum de remezclas, en el m¨¢s vendido de la historia dentro de este g¨¦nero.
En 2003 la pesadilla se desat¨® de nuevo. Esta vez fue Gavin Arvizo el nombre del ni?o (de 13 a?os tambi¨¦n) que lo acusaba.
De nuevo, un mundo dividido: los Arvizo, al igual que los Chandler, ten¨ªan un oscuro historial. Hab¨ªan intentado sacar dinero anteriormente demandando a grandes empresas (por ejemplo a la cadena textil J. C. Penny) invent¨¢ndose historias de maltrato y acoso. Pero Michael tampoco estaba en su mejor momento de popularidad: acababa de aparecer en un documental (Viviendo con Michael Jackson, emitido en 2003 por las cadenas auton¨®micas en Espa?a) agarrado de la mano de Gavin y afirmando que era algo natural y bonito compartir la cama con un ni?o.
Esta vez s¨ª hubo juicio, cerrado para la prensa. Seg¨²n el bi¨®grafo de Michael, J. Randy Tarraborelli, presente durante todo el proceso, aquel fue un juicio ¡°infame¡±. Los testimonios de la acusaci¨®n, afirm¨®, eran ¡°d¨¦biles e inconsistentes¡±. Algunos, como el de Bob Jones (exasistente de Michael y que no acab¨® en buenos t¨¦rminos con ¨¦l), terminaron defendiendo al acusado cuando hab¨ªan sido llamados para acabar con ¨¦l. Michael fue declarado inocente. Sin embargo, nunca levant¨® cabeza: sus ¨²ltimos cuatro a?os los pas¨® apartados de la luz p¨²blica hasta que anunci¨® la serie de conciertos en Londres en 2009, This is it, que nunca llegar¨ªan a celebrarse debido a su fallecimiento.
?Crey¨® el mundo a Michael entonces? Se dir¨ªa que s¨ª por las reacciones a su muerte, no solo medibles por las muestras de cari?o y admiraci¨®n recibidas por todo el mundo, sino por algo mucho m¨¢s objetivo: los n¨²meros. En los seis meses posteriores a su muerte se vendieron m¨¢s de 30 millones de discos de sus ¨¢lbumes. Michael hab¨ªa conseguido volver a triunfar con su ¨²ltima gran haza?a art¨ªstica y vital: morir joven.
La gran pregunta es: ?qu¨¦ ser¨ªa hoy de Michael Jackson si estuviese vivo en plena era del #MeToo? El movimiento surgido para denunciar casos de abusos sexuales debe ser celebrado sin miramientos, pero ha sido en ocasiones utilizado de forma un tanto hip¨®crita con situaciones y nombres que se conoc¨ªan desde hace lustros. El caso m¨¢s paradigm¨¢tico en este sentido es el de Woody Allen, en el que la opini¨®n p¨²blica se ha formado una opini¨®n sin que haya habido ni juicio, ni acusaci¨®n, ni pruebas s¨®lidas. Al igual que en el caso de Michael, hab¨ªa dos partes con inquietantes dudas razonables: por un lado Mia Farrow, una mujer despechada y?maltratadora seg¨²n el testimonio de su hija adoptiva Soon Yi Previn; y por otro Woody Allen, un hombre que comenz¨® un romance con la hija adoptiva de su mujer (la misma Soon Yi), 35 a?os menor. Un caldo de cultivo ideal para crear una polarizaci¨®n extrema a favor de uno o de otro.
Da igual lo que ocurriera: hoy, Woody Allen est¨¢ desterrado de Hollywood. Curiosamente, tras el esc¨¢ndalo Weinstein y el movimiento posterior #MeToo. No antes. Todo esto se sabe desde 1993, pero eso no evit¨® los premios, los homenajes y las decenas de agradecimientos y alabanzas de los mismos actores y las mismas actrices que hoy lo arrinconan, prometen no trabajar con ¨¦l nunca m¨¢s y devuelven el salario ganado en sus pel¨ªculas.
Michael empieza a pagar un precio parecido. Tras el estreno del documental en Sundance,?Leaving Neverland, y el anuncio de que llegar¨¢ al p¨²blico en marzo, un musical sobre Jackson (Don¡¯t Stop Til You Get Enough) ha sido cancelado en Chicago. Desde la muerte de Michael, muchos en la industria musical se han preguntado: ¡°?Qu¨¦ estar¨ªa Michael haciendo hoy?¡±. Pero desde el surgimiento del #MeToo, cuando Woody Allen o Kevin Spacey han desaparecido de Hollywood y cantantes como R. Kelly han sido vetados en la radio, la pregunta es: ¡°?Estar¨ªa haciendo algo?¡±.
Su influencia es tan grande, transversal y duradera que borrar a Michael de la cultura es una tarea imposible. Si hoy la m¨²sica negra triunfa en MTV es porque Michael rompi¨® esa barrera y termin¨® con el monopolio del rock blanco
La respuesta es s¨ª y no a la vez. Desterrar a Michael, que Sony se negase a producirle otro disco y que las radios se negasen a pincharlo ser¨ªa una idea plausible, s¨ª. Del mismo modo que es muy sencillo no volver a emitir las series de Bill Cosby, despedir a Kevin Spacey de House of Cards o eliminar de las plataformas de streaming los ¨¦xitos de R. Kelly. Pero otra cosa es desactivar la figura de Michael.
Su influencia es tan grande, transversal y duradera que borrar a Michael de la cultura es una tarea imposible. Si hoy la m¨²sica negra triunfa en MTV es porque Michael rompi¨® esa barrera y termin¨® con el monopolio del rock blanco; si hoy los videoclips son una forma de arte es porque Michael la cre¨®; si hoy existen Justin Timberlake, Usher, The Weeknd, Justin Bieber, Beyonc¨¦, Jamiroquai, Lenny Kravitz, Lady Gaga, Bruno Mars, Britney Spears o Janelle Monae es porque Michael abri¨® una puerta a un tipo de artista completo que mezclaba g¨¦neros, estilos y plataformas de difusi¨®n.
La industria musical ha sido mucho m¨¢s lenta que la cinematogr¨¢fica a la hora de repartir justicia ¨Co al menos esa forma de justicia que algunos reclaman¨C y silenciar a aquellos artistas con acusaciones de abuso sexual a sus espaldas. El motivo, probablemente, es que la m¨²sica existe en un lugar mucho m¨¢s profundo de nuestra consciencia. Podemos creernos a las supuestas v¨ªctimas de Michael Jackson y, a la vez, ser incapaz de olvidar lo felices que fuimos escuchando su m¨²sica y lo asociado que est¨¢ su sonido a momentos relevantes de nuestra vida. Un boicot a Michael se antoja imposible porque supondr¨ªa un boicot a los cimientos de todo lo que consideramos hoy cultura de entretenimiento.
Y para prueba, la siguiente: durante el segundo d¨ªa del proceso a Michael en 2005 por abuso de menores en el juzgado de Santa Barbara se mostr¨® el pol¨¦mico documental de Martin Bashir al jurado. El documental comienza con un plano de la puerta de Nerveland (el rancho de Michael Jackson en California) mientras de fondo suena la legendaria base disco funk de Billie Jean. En ese momento, seg¨²n varios testigos, la cabeza de la mayor¨ªa de los presentes empez¨® a moverse de forma inconsciente al ritmo de la m¨²sica. Ese 1 de marzo de 2005 las mismas personas que intentaban terminar con Michael, el hombre, se rindieron a la evidencia de que ser¨ªa imposible terminar con su legado.
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