Por qu¨¦ nos re¨ªmos cuando sabemos que no deber¨ªamos
La risa puede ser especialmente placentera cuando est¨¢ prohibida
Para los batek de la selva de la pen¨ªnsula malaya, la risa puede ser peligrosa. En el sistema de tab¨²s de estos cazadores-recolectores igualitarios, re¨ªrse en determinadas situaciones puede causar tormentas, enfermedades e incluso la muerte. Sin embargo, a veces los miembros de este pueblo ?como los de cualquier otro? se r¨ªen cuando saben que no deber¨ªan. De hecho, la risa puede ser especialmente placentera cuando est¨¢ prohibida.
?Qu¨¦ nos dice esta paradoja sobre las ideas de lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal? Mi investigaci¨®n reciente con los batek indica que estudiar la risa contagiosa e incontrolable puede ayudar a explicar por qu¨¦ hacemos cosas que decimos que no deber¨ªamos hacer. Lejos de estar "mal" siempre, re¨ªrnos cuando no corresponde puede ser una manera de configurar nuestras creencias ¨¦ticas mediante la interacci¨®n con los dem¨¢s, poniendo a prueba los l¨ªmites de lo bueno y lo malo. Para entenderlo tenemos que fijarnos no solo en qu¨¦ es divertido, sino en c¨®mo se r¨ªe la gente.
En la jungla de los batek, re¨ªrse de algo que tal vez est¨¦s a punto de comerte podr¨ªa provocar diarrea o hasta le muerte en circunstancias extremas. Re¨ªrse de los frutos, las flores, las abejas, la miel, determinados insectos o, de hecho, cualquier cosa que tenga que ver con la ecolog¨ªa de la estaci¨®n de la fruta, acarrea enormes peligros. Algunos de ellos son que te salgan orugas de los ojos, se te hinche la cabeza como a un gigante o te quedes sin poder hablar.
Esta clase de risa podr¨ªa afectar incluso a la temporada y provocar que algunas frutas o flores no brotasen. Re¨ªrse en exceso, demasiado fuerte o de determinadas criaturas ?en particular las sanguijuelas y otros invertebrados? puede enfurecer al ser-trueno y desencadenar tormentas terror¨ªficas.?
Acatar estos tab¨²es se considera un comportamiento ¨¦tico, una manera de demostrar respeto por las personas no humanas del bosque que proporcionan el sustento al pueblo que lo habita. Sin embargo, a veces la personas no pueden controlar la risa. Es decir, no pueden portarse "bien" todo el tiempo.
Re¨ªrnos cuando no corresponde puede ser una manera de configurar nuestras creencias ¨¦ticas mediante la interacci¨®n con los dem¨¢s, poniendo a prueba los l¨ªmites de lo bueno y lo malo
Durante mi trabajo de campo con los batek, una noche que me hab¨ªa quedado despierta hasta tarde con Na? Srimjam, una amiga de la comunidad, una rana empez¨® a croar. Su canto sonaba muy parecido a alguien ventoseando, lo cual provoc¨® un ataque de risa a mi compa?era. Ella intent¨® controlarlo desesperadamente mientras, casi sin aliento, dec¨ªa entre risas que su reacci¨®n era tab¨². En cuanto dej¨® de re¨ªrse, la rana volvi¨® a croar. El ciclo se repiti¨® una y otra vez hasta que a Na? Srimjam se le saltaban las l¨¢grimas.
La chica ten¨ªa plena consciencia de que estaba siendo peligrosamente tab¨², pero, aun as¨ª, disfrutaba con su risa subversiva. No pod¨ªa evitarla. Su risa era incontrolable y estallaba aunque no debiese. Sin embargo, al d¨ªa siguiente, cuando cont¨® la an¨¦cdota, nadie la critic¨® por haberse portado mal o haber sido mala.
?La sociedad o el individuo?
Los especialistas llevan mucho tiempo debatiendo si la sociedad determina nuestra ¨¦tica o si la controlamos como individuos. Los momentos de risa prohibida entre los batek muestran que ambas cosas pueden ser verdad al mismo tiempo.
Por una parte, nuestras ideas sobre lo que es divertido est¨¢n influidas por nuestro contexto social. Aquel momento fue tan gracioso para Na? Srimjam porque ella sab¨ªa que, como miembro de los batek, era tab¨² re¨ªrse de la rana. La prueba es que no paraba de se?alar que est¨¢bamos rompiendo el tab¨² aun cuando segu¨ªa rompi¨¦ndolo.
Por otra parte, las personas siempre tendremos nuestras reacciones propias a lo que ocurre. Los contextos sociales ayudan a configurar esas reacciones, pero no son el ¨²nico factor que determina nuestra conducta. La risa puede estallar tanto si es cultural o socialmente apropiada como si no lo es.
En lo que se refiere a la ¨¦tica de la risa, las personas podemos reconocer las reglas que establecen qu¨¦ es apropiado, pero tambi¨¦n tomar el control sobre ellas. Hasta qu¨¦ punto tenemos la libertad de decidir lo que es ¨¦tico es un reflejo de una mejor comprensi¨®n de nuestra relaciones con los dem¨¢s.
Los especialistas llevan mucho tiempo debatiendo si la sociedad determina nuestra ¨¦tica o si la controlamos como individuos. Los momentos de risa prohibida entre los batek muestran que ambas cosas pueden ser verdad al mismo tiempo
En la sociedad igualitaria de los batek, en la que nadie tiene autoridad sobre otro de manera sistem¨¢tica, la autonom¨ªa individual es fundamental. Su papel central es la raz¨®n de que los miembros de estas comunidades no castiguen a otro por haberse re¨ªdo de manera inapropiada, aunque se considere que hacerlo est¨¢ mal y conlleva el riesgo de traer consecuencias peligrosas para el grupo, como la ira del ser-trueno. Por el contrario, los batek dicen que "es cosa suya".
Por eso la risa es una herramienta ¨²nica de socializaci¨®n. Se produce una interacci¨®n constante entre portarse bien y portarse mal (solo lo justo). Entender el funcionamiento de este mecanismo a trav¨¦s de la risa ayuda a las personas a establecer sus valores ¨¦ticos propios en relaci¨®n con el resto del grupo. Cuando se trata de decidir qu¨¦ nos parece divertido, podemos seguir las reglas o bien re¨ªrnos de ellas. En todo caso, estamos aprendiendo qu¨¦ est¨¢ bien y qu¨¦ est¨¢ mal.?
Alice Rudge es investigadora junior del Instituto de Estudios Avanzados del University College de Londres. Cl¨¢usula de Divulgaci¨®n. Alice Rudge recibe financiaci¨®n de la Fundaci¨®n Leberhulme, el Fondo Evans y la Universidad de Cambridge.
?Este art¨ªculo ha sido republicado de The Conversation. Lea el art¨ªculo original.
Traducci¨®n de NewsClips.
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