Debilidad global
Las pol¨ªticas fiscales son necesarias frente a la desaceleraci¨®n econ¨®mica

La econom¨ªa mundial est¨¢ sufriendo ya una fase de desaceleraci¨®n que puede tener consecuencias graves debido a la agitaci¨®n del escenario pol¨ªtico mundial y al hecho, evidente pero semiolvidado, de que todav¨ªa no se han superado del todo las consecuencias de la segunda Gran Depresi¨®n que estall¨® en 2007. La OCDE ha advertido sobre la expectativa de que estemos ante ¡°las tasas de crecimiento anual m¨¢s d¨¦biles desde la crisis financiera¡±. El crecimiento mundial esperado es del 2,9% para este a?o, tres d¨¦cimas menos que en sus previsiones anteriores. El crecimiento europeo tambi¨¦n cae; ser¨¢ una d¨¦cima inferior a lo esperado. La Reserva Federal y el BCE, conscientes de este periodo dif¨ªcil que ya ha empezado, han aprobado nuevos est¨ªmulos monetarios masivos para sostener el crecimiento y el empleo y conjurar el riesgo de deflaci¨®n.
El problema es que el enfriamiento econ¨®mico global se produce en un escenario de gran incertidumbre. Aunque no es posible calcular hoy las consecuencias de un Brexit duro, est¨¢ claro que sus efectos no est¨¢n descontados por los inversores y tendr¨ªa, de producirse, un impacto serio en las econom¨ªas europeas; la guerra econ¨®mica entre China y Estados Unidos no remite, ha deprimido los intercambios del comercio internacional y, lo que es peor, rebrota caprichosamente a instancias de la volatilidad negociadora de Trump; y el ataque a las refiner¨ªas saud¨ªes ha disparado moment¨¢neamente el precio del crudo. Aunque en los pr¨®ximos meses consiga estabilizarse gracias a la disponibilidad de las reservas mundiales, lo cierto es que se convierte en un factor a?adido de inquietud.
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Hay un hecho que complica la aplicaci¨®n de remedios eficaces: la pol¨ªtica monetaria es insuficiente para afrontar esta desaceleraci¨®n. Por una raz¨®n simple: por debajo de un l¨ªmite m¨ªnimo, que ya se ha alcanzado, las rebajas adicionales de los tipos de inter¨¦s no surten efecto reactivador alguno. La financiaci¨®n es barata, pero la inversi¨®n no solo no crece sino que en algunos casos decrece. La decisi¨®n de invertir ya no es sensible al coste del dinero.
Los Gobiernos y las instituciones supranacionales, como la Uni¨®n Europea, tienen que aceptar sin reservas que hay que estimular la econom¨ªa con decisiones de pol¨ªticas presupuestarias y de inversi¨®n y obrar en consecuencia. Lo que entre 2015 y 2018 era una recomendaci¨®n vehemente es hoy una reclamaci¨®n perentoria. Es el momento de que, como se ha pedido con insistencia, los pa¨ªses europeos con super¨¢vit fiscal pongan en marcha programas de inversi¨®n que tengan capacidad de tracci¨®n sobre la econom¨ªa europea. La iniciativa del Gobierno alem¨¢n de invertir 50.000 millones en combatir el cambio clim¨¢tico es una respuesta que puede tener el valor de ejemplo. M¨¢s all¨¢ del gasto movilizado, marca el rumbo, ya se?alado por Obama, de invertir en programas de gran valor a?adido y de un poder multiplicador elevado de la inversi¨®n.
Otra v¨ªa, complementaria, es construir una pol¨ªtica fiscal coordinada en Europa. Un Banco Central Europeo no es suficiente para combatir perturbaciones econ¨®micas crecientemente complejas, que pueden desembocar en fases prolongadas de estancamiento. No hay m¨¢s remedio que crear instrumentos de pol¨ªtica fiscal com¨²n, en ingresos y en gasto. La demora en explorar una pol¨ªtica fiscal com¨²n puede ser desastrosa para Europa.
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