¡®Crazy¡¯
Visto el desarrollo de la vida de los ciudadanos de Alepo, lo que no se entiende es c¨®mo aguantaron tanto antes de correr al exilio

De entre las diversas formas que adopta el esp¨ªritu navide?o est¨¢ la de pensar en aquellos lugares en que las festividades no significan ning¨²n disfrute. El honor de amargar la Navidad le corresponde este a?o a un documental producido por el Channel 4 brit¨¢nico a partir del diario filmado de una joven siria durante el sitio de Alepo. Waad al Kateab se uni¨® a los j¨®venes que reivindicaban libertad y progreso frente a la larga dictadura que dominaba su pa¨ªs desde la infancia de sus abuelos. En el punto clim¨¢tico de la guerra siria, los aviones norteamericanos estuvieron listos al despegue para castigar al r¨¦gimen por sus bombardeos con agentes qu¨ªmicos. La habilidad rusa para la negociaci¨®n a varias bandas paraliz¨® el ataque, presa los norteamericanos de la culpa y la verg¨¹enza tras su manipulada invasi¨®n de Irak. El resto de la historia se puede vivir desde dentro gracias al documental Para Sama. Con un grupo de amigos y su pareja, m¨¦dico, levantan un hospital improvisado en un edificio de viviendas. All¨ª atienden a las v¨ªctimas constantes del asedio que hizo caer Alepo bajo el poder de la aviaci¨®n rusa y el Ej¨¦rcito de El Asad.
La pel¨ªcula adquiere en sus momentos m¨¢s duros el car¨¢cter de cinta de terror. No tanto de sustitos, como estamos acostumbrados, sino de esa atm¨®sfera cargada de desolaci¨®n e impunidad. Vemos a ni?os muertos por las bombas, a sus hermanos desorientados y confusos con la cara llena de polvo de ladrillo triturado, a las madres empe?adas en portar en brazos el cad¨¢ver de sus hijos hasta la sepultura. Como cualquier diario de denuncia, desde la inevitable referencia de Anna Frank, no hay espacio apenas para la geoestrategia ni la pol¨ªtica vista desde los despachos. Tan solo se cuenta la vida en el refugio, el paso de las estaciones y el milagro humano de ser capaces de, en las peores condiciones, enamorarse y tener hijos. La Sama que da t¨ªtulo a la pel¨ªcula es la hija de la narradora, que ha hilvanado el documental junto a Edward Watts. Nacida en un lugar en ruinas, aprende a distinguir entre los biberones el rumor de los aviones de ataque y el silencio previo al estallido de las bombas de racimo.
No es un cuento de Navidad, aunque en las escenas m¨¢s torturantes aparece la nieve posada sobre las flores de la terraza y en la boda de los protagonistas suena la voz de Julio Iglesias susurrando Crazy de Willie Nelson. Y tambi¨¦n se reanima a un beb¨¦ al que sacan del vientre de su madre muerta en un bombardeo y esos milagros te invitan a pensar en otros milagros lejanos sobre los que se asienta la historia de las religiones y sus mitos legendarios que a¨²n festejamos. Puede que para nosotros solo sean la inc¨®moda legi¨®n de refugiados que no queremos socorrer, que hacen bascular nuestra pol¨ªtica interna hacia el miedo y el autoritarismo. Pero visto el desarrollo de sus vidas en la ciudad que los acog¨ªa, hoy un destrozo vergonzante en mitad de la calma acordada por las potencias en liza, lo que no se entiende es c¨®mo aguantaron tanto antes de correr al exilio, antes de refugiarse en cualquier portal donde esperar a que pase la noche siniestra. Sabemos muy poco de lo que ocurre. Nos llegan cr¨®nicas de voluntarios, pero no pueden competir contra seis enviados especiales en la tormenta local y el chubasco del d¨ªa y las 24 c¨¢maras dispuestas para retransmitir el partido.
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