La lecci¨®n de Auschwitz en Espa?a
La ceremonia que cada a?o recuerda el Holocausto representa memorias cruzadas y compartidas
Desde 2005, Espa?a conmemora con un acto de Estado el D¨ªa de la Memoria del Holocausto y la Prevenci¨®n de los Cr¨ªmenes contra la Humanidad. Se suma de esta manera a una iniciativa intergubernamental, que propone impulsar formas apropiadas de recordar y educar sobre el genocidio jud¨ªo cada 27 de enero, la fecha en la que el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico liber¨®, en su avance hacia Alemania, el mayor campo de concentraci¨®n y exterminio nazi. Esta iniciativa se ha ido ampliando a Parlamentos auton¨®micos, Ayuntamientos e institutos de ense?anza secundaria.
?Qu¨¦ significa conmemorar Auschwitz en un pa¨ªs que no fue directamente afectado por este crimen? No hubo deportaciones de jud¨ªos desde suelo espa?ol. Tampoco se establecieron leyes raciales que afectaran a la reducida poblaci¨®n jud¨ªa en Espa?a durante la II Guerra Mundial. Ciertamente, Franco nunca dej¨® de ver a sus enemigos como jud¨ªos o bajo la influencia del ¡°juda¨ªsmo internacional¡±, pero el antisemitismo ret¨®rico del r¨¦gimen se distingui¨® del antisemitismo genocida que fue el eje central de la ideolog¨ªa nacionalsocialista.
Aun as¨ª, nuestra lejan¨ªa de Auschwitz no es geogr¨¢fica ni hist¨®rica, sino m¨¢s bien cultural y pol¨ªtica. Espa?a hab¨ªa vivido de espaldas a esta memoria netamente europea por mucho tiempo. Primero, porque la dictadura se prolong¨® mucho m¨¢s all¨¢ de la liberaci¨®n de Europa. Despu¨¦s, porque la democracia se recuper¨® sobre la base de una cultura pol¨ªtica contraria a otorgar significaci¨®n alguna a un pasado de violencia extrema y sufrimiento.
Se produce as¨ª un encuentro entre un imperativo de recordar el Holocausto, que viene de fuera, y otro que llamaba a olvidar el franquismo. Desde el cambio de siglo, en el marco de los debates sobre la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, muchos comenzaron a plantear que el paradigma del recuerdo del Holocausto se extendiera m¨¢s all¨¢ de Auschwitz y permitiera mirar tambi¨¦n hacia adentro. Especialmente, porque los c¨ªrculos conc¨¦ntricos que conforman la historia de los cr¨ªmenes del nazismo y la Guerra Mundial llegan hasta la Espa?a de Franco.
Nuestra lejan¨ªa de Auschwitz no es geogr¨¢fica ni hist¨®rica, sino m¨¢s bien cultural y pol¨ªtica. Espa?a hab¨ªa vivido de espaldas a esta memoria por mucho tiempo
Conmemorar y educar sobre el Holocausto plantea un reto que no es exclusivo del caso espa?ol. Este se expresa en una tensi¨®n entre preservar la singularidad del acontecimiento y permitir su apertura, tanto a las otras v¨ªctimas del nazismo (entre ellas, los republicanos espa?oles) como al recuerdo de otros genocidios o cr¨ªmenes contra la humanidad. El reto implica tambi¨¦n la dificultad de conjugar la lecci¨®n universal de Auschwitz all¨¢ donde hay comunidades de memoria particulares que no han recibido el debido reconocimiento.
La definici¨®n espec¨ªfica de ¡°Holocausto¡± y aquello que como met¨¢fora llega a abarcar (la Shoah o genocidio jud¨ªo, las otras v¨ªctimas de la Alemania nazi, el fascismo europeo, otros genocidios...) ha abierto un campo de negociaci¨®n y conflicto por el sentido de esta memoria. En los pa¨ªses que estuvieron bajo la ¨®rbita sovi¨¦tica la insistencia en la victimizaci¨®n propia y en las analog¨ªas y comparaciones con los cr¨ªmenes de Stalin son exculpadoras y permiten eludir la pregunta sobre el colaboracionismo local con el r¨¦gimen nazi. Pero en Espa?a no es la comparaci¨®n sino el ¨¦nfasis en la singularidad de la Shoah, el genocidio jud¨ªo, aquello que puede anular el potencial cr¨ªtico de este recuerdo, pues permite sostener una diferencia fundamental entre nazismo y fascismo ¡ªy alejar del franquismo la sombra del horror¡ª. Invocar la especificidad hist¨®rica se torna as¨ª en pol¨ªtica de la memoria, o m¨¢s bien de olvido. Un recuerdo embalsamado, no solo est¨¦ril sino encubridor. Tampoco han faltado los usos y abusos de signo contrario. En las comparaciones imposibles, por ejemplo, de quienes estiran al absurdo la categor¨ªa de ¡°fascismo¡± o instrumentalizan las conmemoraciones para vincular el destino de los deportados republicanos con el de los ¡°presos pol¨ªticos¡±, tal y como hizo una representante de la Generalitat en un acto en el campo de Mauthausen en 2019.
La memoria del Holocausto puede ser un campo minado de trampas pol¨ªticas. Pero los actos conmemorativos y de formaci¨®n, que se han celebrado con el apoyo de las comunidades jud¨ªas de Espa?a cada 27 de enero en los ¨²ltimos 15 a?os, han demostrado que la memoria puede ser m¨¢s que un juego de suma cero. Adem¨¢s de promover el conocimiento sobre el alcance de la destrucci¨®n de los jud¨ªos de Europa, y en particular el de las comunidades sefard¨ªes, han dado visibilidad y reconocimiento a las memorias de la deportaci¨®n republicana y de la persecuci¨®n contra los gitanos. La ceremonia de recuerdo del Holocausto representaba as¨ª memorias cruzadas y compartidas para convertirse, sin pretenderlo e indirectamente, en una plataforma para la reevaluaci¨®n del ¡°pacto de olvido¡± de la Transici¨®n espa?ola. La lecci¨®n de Auschwitz acoge, pero tambi¨¦n trasciende las experiencias y sentidos particulares que fundamentan las memorias e identidades colectivas. Lo que invitan a recordar los actos del 27 de enero son las injusticias de las que unos y otros fueron objeto y, en sentido inverso, los valores, derechos y libertades ¡ªayer quebrantados y hoy compartidos¡ª que debemos defender de quienes los asedian.
Alejandro Baer es profesor de Sociolog¨ªa y director del Center for Holocaust and Genocide Studies en la Universidad de Minnesota (EE?UU).
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