Viaje por los naufragios m¨¢s c¨¦lebres de la historia
La navegaci¨®n tiene de todo: marinos de todas las ¨¦pocas atra¨ªdos por el magnetismo de los oc¨¦anos y de expediciones ¨¦picas que abrieron camino al conocimiento y tambi¨¦n miles de tragedias. Un libro recoge una treintena de los m¨¢s c¨¦lebres infortunios en el mar
Existen pocos elementos tan literarios como el mar. El mar, la mar, masculino, femenino, dualidad en eterno movimiento que separa continentes y que sin embargo, fue la primera v¨ªa que encontr¨® el hombre para unir a los que en ellos habitaban. El mar, la mar, apacible y feroz a la vez, tumba de n¨¢ufragos, fuente de vida y de sustento, tan amado y loado como temido. Dec¨ªa Mario Benedetti que ¡°el mar no se averg¨¹enza de sus n¨¢ufragos / carece totalmente de conciencia / y sin embargo atrae, tienta, llama / lame los territorios del suicida / y cuenta historias de final oscuro¡±.
La historia del mar es la historia de marinos de todas las ¨¦pocas que se sintieron atra¨ªdos por el magnetismo de los oc¨¦anos y de expediciones ¨¦picas que abrieron camino al conocimiento y ensancharon imperios. Pero tambi¨¦n, la de miles de naufragios ¡ªesas ¡°historias de final oscuro¡±, que dec¨ªa Benedetti¡ª que adem¨¢s de con vidas humanas acabaron con sue?os de conquista o frustraron magnas empresas.
Los mares est¨¢n llenos de ¨¦picos naufragios ¡ªsolo en el cabo de Hornos se cree que hay m¨¢s de 800 nav¨ªos hundidos¡ª que han contribuido a engrandecer la leyenda de los mares, narraciones de marinos y de buques que a¨²n hoy, siglos despu¨¦s, siguen cont¨¢ndose en voz baja, como en un susurro, de puerto en puerto a lo largo de los siete mares. Mitos como el del holand¨¦s Errante, aquel capit¨¢n de mercante que, ante un temporal frente al cabo de Buena Esperanza, desaf¨ªa al resto de la tripulaci¨®n y al mismo Dios porfiando en su empe?o mientras brama ¡°?Voy a pasar ese cabo¡ aunque tenga que navegar hasta el fin de los tiempos!¡±, siendo condenado a hacerlo.
Una treintena de estos naufragios ¨¦picos ha sido recogida por la editorial Geoplaneta en un libro de reciente publicaci¨®n, Atlas de infortunios en el mar, firmado por Cyril Hofstein, historiador franc¨¦s que ha hecho de la pasi¨®n por las historias de navegantes y el universo del mar el eje de su trabajo y de sus publicaciones. Por cierto, entre ellos no est¨¢ el Titanic.
Naufragios que a veces tienen tintes grotescos, como el del Vasa, el gale¨®n de tres m¨¢stiles y 64 ca?ones en dos puentes construido para ser la joya de la armada y s¨ªmbolo del poder¨ªo del Imperio sueco. El 10 de agosto de 1628 el Vasa fue botado en los muelles de Estocolmo pero, tras recorrer apenas un kil¨®metro de fiordo, emperifollado hasta el juanete mayor y disparando salvas ante la concurrencia, escor¨® y se fue a pique en segundos, arrastrando con ¨¦l a 52 marineros. Se cree que la deficiente estabilidad, provocada por el empe?o personal del rey Gustavo II Adolfo de a?adirle un segundo puente de ca?ones, tuvo que ver con la tragedia. Pero la historia del Vasa no acab¨® ah¨ª. La baja concentraci¨®n de sal del mar B¨¢ltico unida a la ausencia de gusanos comedores de madera en esas aguas se aliaron para que los restos del Vasa se conservaran casi intactos entre el fango del fiordo de Estocolmo. En 1956, un arque¨®logo aficionado localiz¨® el pecio con una sonda y tras una operaci¨®n de Estado, el 24 de abril de 1961, el Vasa emerg¨ªa casi intacto, 333 a?os despu¨¦s de su naufragio. Una concatenaci¨®n de factores que nos permiten ver hoy el imponente gale¨®n, el ¨²nico del siglo XVII que ha llegado a nuestros d¨ªas, en su propio museo.
Similar fortuna tuvieron el HMS Terror y el HMS Erebus, las dos bombardas de casco reforzado y equipadas con modernos motores de vapor de 20 CV de la expedici¨®n de John Franklin que parti¨® de Kent el 19 de mayo de 1845 en busca del m¨ªtico paso del Noroeste. Pocas expediciones tuvieron un final tan horrible ni han sido tan buscadas, documentadas y loadas como la de Franklin, un cl¨¢sico en la narrativa de las grandes expediciones al ?rtico. Tras pasar dos inviernos frente a las costas de la isla del Rey Guillermo, ambos barcos quedaron atrapados definitivamente en el hielo. Poco antes de hundirse, los supervivientes sacaron lo que pudieron de ellos y marcharon a pie a tierra donde uno a uno, fueron muriendo de hambre y fr¨ªo ante la mirada at¨®nita de los inuits. Las expediciones que durante d¨¦cadas posteriores los buscaron solo encontraron un reguero de cad¨¢veres y evidencias de la tragedia. En 2014, se localizaron los restos del HMS Erebus en el estrecho de Victoria, a 300 kil¨®metros de la isla del Rey Guillermo. Dos a?os despu¨¦s, aparecieron los del HMS Terror a 24 metros de profundidad y 100 kil¨®metros al norte del Erebus.
Hubo naufragios que costaron un imperio, como el de La Belle, un poderoso nav¨ªo de guerra franc¨¦s mandado por Luis XIV para fundar una colonia en la desembocadura del Misisipi y que tras varios infortunios se hundi¨® en 1687 en la bah¨ªa de Matagorda, frenando las veleidades imperiales francesas en Am¨¦rica. Otros, como el del Drummond Castle, un paquebote brit¨¢nico que encall¨® cerca de la isla francesa de Ouessant, a la entrada del canal de La Mancha, muriendo sus 250 ocupantes, sirvieron para que las autoridades se decidieran a crear nuevas medidas de seguridad: en este caso los faros de mar de La Jument, K¨¦r¨¦on y Nividic, verdaderas proezas de la ingenier¨ªa de su ¨¦poca, que mejoraron la seguridad en esas traicioneras aguas.
Con otro, acab¨® en el fondo del mar parte del patrimonio mundial. El sarc¨®fago del fara¨®n Micerinos, por ejemplo, que iba de Egipto al museo de Londres a bordo del Beatrice y desapareci¨® el 30 de octubre de 1838, se cree que frente a las costas de Cartagena. O el lote de cuadros de grandes pintores del Siglo de Oro holand¨¦s que Catalina la Grande hab¨ªa comprado para engrandecer la colecci¨®n del Hermitage y que se fueron a pique con el resto de las mercanc¨ªas que transportaba el mercante de 280 toneladas Vrouw Mar¨ªa en 1771 frente a las costas de Turku (Finlandia). O tantos tesoros de oro y piedras preciosas que llenaban las bodegas de galeones espa?oles perdidos en alguna tempestad caribe?a.
Naufragios de pel¨ªcula que Cyril Hofstein documenta en este libro, de lectura imprescindible para todos los amantes del mar.
¡®Atlas de infortunios en el mar¡¯, Cyril Hofstein, ilustraciones de Karin Doering-Froger. Geoplaneta, 2020.
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