Al alosaurio le gusta el gregoriano
De Salas de los Infantes, con su museo dedicado a la paleontolog¨ªa, a Silos, con su claustro rom¨¢nico y su coro de monjes. Una ruta burgalesa por los caminos que recorri¨® El Cid
Hay viajes en los que buscamos algo homog¨¦neo, que nos proporcione, de alguna manera, una sensaci¨®n de orden. En otros, sin embargo, nos atrae la variedad de lo que se nos presenta. Si el popurr¨ª es una variante musical m¨¢s bien detestable, cuando se trata de viajar puede ser estimulante. Y algo as¨ª como un popurr¨ª ha sido mi paso por la comarca de la sierra de la Demanda, al sureste de la provincia de Burgos. Un popurr¨ª que se podr¨ªa haber alargado siguiendo la Ruta del Cid o viendo la ciudad romana de Clunia, las iglesias g¨®ticas de Santa Cecilia y de Santa Mar¨ªa (esta ¨²ltima, con las supuestas cabezas de los siete infantes y su ayo), en Salas, los diversos yacimientos paleontol¨®gicos¡
Empec¨¦ visitando el Museo de Dinosaurios, en Salas de los Infantes, capital de la comarca, conocida por la leyenda de los Siete Infantes de Lara. Todo el valle en el que se halla es como un enorme yacimiento, que estuvo poblado por dinosaurios y helechos gigantes. El museo, con el apoyo del Colectivo Arqueol¨®gico y Paleontol¨®gico de Salas, se ha convertido en uno de los m¨¢s importantes de Espa?a en su especialidad. La sala de arqueolog¨ªa pierde inter¨¦s frente a la de paleontolog¨ªa, que empieza con la reproducci¨®n a escala natural de un alos¨¢urido. Los restos de dinosaurios se acompa?an con otros de tortugas, peces y cocodrilos, la mayor¨ªa del cret¨¢cico inferior, huellas de pisadas y f¨®siles vegetales. Ilustraciones, maquetas y reconstrucciones lo completan.
Me divierto como un ni?o viendo huesos de iguanad¨®n, la espina de un polacanthus, los colmillos de un allosaurus, los huevos de titanos¨¢uridos, junto a la maqueta en la que se representa el nacimiento de tres de ellos, hace 65 millones de a?os. Unas monadas que de adultos llegaban a los veinte metros de longitud. Aqu¨ª se han definido ¨²ltimamente tres especies nuevas, cuyos holotipos se exhiben en sus vitrinas: un dinosaurio, el Demandasaurus darwini; un varanoideo, el Arcanosaurus ibericus, y una tortuga, Larachelus morla, nombrada as¨ª en homenaje a los Infantes de Lara y a la tortuga Morla, de La historia interminable.
Jamones colgantes
En el restaurante Pelayo como una especialidad de la zona, lechazo al horno. Unos coreanos ¡ªlos paleont¨®logos que, me dijeron, hab¨ªan venido a ver el museo¡ª se retratan ante los jamones colgando. A m¨ª lo que me llama la atenci¨®n es una gran fotograf¨ªa en la que se ve al bueno, un Clint Eastwood con sombrero y poncho; al feo, Eli Wallach, con sombrero redondeado, y en lugar de a Lee Van Cleef, el malo, a un guardia civil.
La imagen fue tomada en un descanso del rodaje de El bueno, el feo y el malo (1966), el c¨¦lebre spaghetti western de Sergio Leone. Hay un paseo tur¨ªstico, la Ruta BFM, que recorre los lugares en los que se film¨®. La batalla del puente de Langston, por la sierra de la Demanda; la misi¨®n de San Antonio es en realidad el monasterio de San Pedro de Arlanza (medieval y, por lo tanto, precolombino); la escena final, el duelo a tres bandas, se ubic¨® en el cementerio de Sad Hill, en el valle de la Mirandilla, cerca de Silos. Quedan s¨®lo unas pocas de las casi 3.000 tumbas excavadas por reclutas espa?oles, con elementales cruces de madera y nombres anglosajones. Cierro los ojos y, a cambio de dejar de ver la Pe?a de Carazo, escucho la m¨²sica de Morricone. La Asociaci¨®n Cultural Sad Hill quiere volver a poner miles de tumbas, y pretende traer en julio de 2016, medio siglo despu¨¦s, al gran Clint Eastwood a estos parajes. ?Tendr¨ªa perd¨®n que no viniera? A?os despu¨¦s se rod¨® Las petroleras, con Claudia Cardinale y Brigitte Bardot, que volvieron a revolucionar la comarca.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Museo de Dinosaurios (www.fundaciondinosaurioscyl.com; 34 947 39 70 01). Plaza de Jes¨²s Aparicio, 6. Salas de los Infantes. Cierra los lunes. Entrada, 2,50 euros (ni?os de 8 a 12 a?os, 1,50); los mi¨¦rcoles, entrada gratuita.
? Monasterio de Santo Domingo de Silos (www.abadiadesilos.es). Visita del claustro (lunes, cerrado). Entrada, 3,50 euros.
? Turismo de Castilla y Le¨®n (www.turismocastillayleon.com).
De un cementerio de atrezo a uno real. Me dirijo ahora en coche a la necr¨®polis de Revenga, del siglo X, cerca de Quintanar de la Sierra. En el trayecto disfruto del bello paisaje, los prados y bosques, que en oto?o se llenar¨¢n de setas, los terrenos arados con tierra roja como la sangre, las sabinas, los enebros, los robles, los caballos, las vacas. La necr¨®polis est¨¢ en medio de un paisaje dominado por enormes pinos, cerca de la Casa de la Madera, una hermosa construcci¨®n dedicada a una de las industrias de la zona, la maderera, que hace pensar en la arquitectura canadiense o finlandesa. En las rocas de arenisca se excavaron los ciento y pico huecos para los cad¨¢veres, muchos con forma antropomorfa: el cuerpo, el estrechamiento del cuello, la cabeza. Se dispon¨ªan alrededor de un modesto templo, hoy desaparecido, como las lajas que los tapaban. Los de ni?os me acongojan. Cerca, con tumbas similares y en mayor n¨²mero, se halla la de Cuyacabras.
En la zona abundan las iglesias rom¨¢nicas y visigodas, pero la palma se la lleva el monasterio de Silos, de inexcusable visita por el claustro, un compendio de escultura rom¨¢nica. En el centro est¨¢ el cipr¨¦s al que Gerardo Diego dedicara un soneto, pero lo relevante son las columnas y capiteles de la parte baja, y los artesonados pintados (las galer¨ªas superiores, g¨®ticas y de mucho menor inter¨¦s, no se visitan). Una lecci¨®n magistral para los analfabetos medievales, que en relieves y pinturas aprend¨ªan las lecciones de la Biblia. Ahora a nosotros, analfabetos iconogr¨¢ficos, nos vienen muy bien las explicaciones del gu¨ªa.
Por suerte, el popurr¨ª no se cuela dentro de la iglesia, y escucho unos cantos gregorianos sin indeseables adherencias; sin que, por ejemplo, se mezclen con Sinatra, Gloria Stefan o los Beatles, con los que los monjes de Silos compitieron en los noventa, con millones de ced¨¦s vendidos en todo el mundo. Popurr¨ªs, los justos y deseables.
Mart¨ªn Casariego es autor de la novela juvenil 'El capit¨¢n Miguel y el misterio de la daga milanesa' (Anaya).
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