Adi¨®s a Gibert Jeune, un templo del libro en Par¨ªs
El c¨¦lebre local del bulevar de Saint-Michel, que democratiz¨® la venta de vol¨²menes a precios populares, cierra sus puertas de forma definitiva.
Lo cont¨® Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en este peri¨®dico en uno de sus art¨ªculos de 1981. Un d¨ªa lluvioso de 1957 iba por el parisiense bulevar de Saint-Michel cuando, en la acera de enfrente, distingui¨® a un hombre con camisa a cuadros y gorra de b¨¦isbol que rebuscaba libros de saldo en las mesas de la calle de la librer¨ªa Gibert Jeune. El escritor colombiano grit¨®: ¡°?Maestrooooo!¡±, y el hombre corpulento se gir¨®, levant¨® la mano y devolvi¨® el saludo: ¡°?Gracias, amigo!¡±. ...
Lo cont¨® Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en este peri¨®dico en uno de sus art¨ªculos de 1981. Un d¨ªa lluvioso de 1957 iba por el parisiense bulevar de Saint-Michel cuando, en la acera de enfrente, distingui¨® a un hombre con camisa a cuadros y gorra de b¨¦isbol que rebuscaba libros de saldo en las mesas de la calle de la librer¨ªa Gibert Jeune. El escritor colombiano grit¨®: ¡°?Maestrooooo!¡±, y el hombre corpulento se gir¨®, levant¨® la mano y devolvi¨® el saludo: ¡°?Gracias, amigo!¡±. Esa fue la ¨²nica vez que Garc¨ªa M¨¢rquez vio a Ernest Hemingway en Par¨ªs. Y esa imagen no volver¨¢ a repetirse porque Gabo, Heming?way y Gibert Jeune han desaparecido.
El cierre definitivo de la librer¨ªa de Saint-Michel el pasado 19 de marzo supone el fin de un emblema de la capital francesa que congregaba a estudiantes dada su proximidad con universidades como la Sorbona o Sciences Po (Ciencias Pol¨ªticas), a turistas y a la gente que hac¨ªa tiempo esperando en el tradicional punto de encuentro de la fuente de Saint-?Michel, porque en Gibert ?Jeune se pod¨ªa esperar a cubierto sin tener que consumir. Con su venta de libros de segunda mano a precios populares, secciones de literaturas extranjeras y novedades con descuentos, consigui¨® convertirse en una se?a de identidad de la ciudad.
Ahora ser¨¢ raro salir del metro en Saint-Michel y no ver esta entrada al Barrio Latino con los libros de viajes o de esoterismo, las postales, los c¨®mics, el logotipo con la imagen de un estudiante an¨®nimo y la disposici¨®n ciertamente ca¨®tica del interior. Ha sido un final tan disruptivo como impulsivo fue su arranque, en 1886, cuando el profesor de Letras Cl¨¢sicas Joseph Gibert, tras instruirse como bouquinista en la orilla del Sena, tuvo la idea de abrir una librer¨ªa de ocasi¨®n entre los muelles y Notre Dame que lleg¨® a contar con 6.500 metros cuadrados y 550.000 referencias.
Seg¨²n la direcci¨®n de la empresa, la gran librer¨ªa (y las otras tres peque?as sucursales de la misma plaza) no han sobrevivido a las eternas obras del RER C (tren regional) que obligaron al cierre de la estaci¨®n de Saint-Michel, ni al incendio de Notre Dame, ni a la pandemia. No obstante, permanecer¨¢n abiertas otras tiendas de la marca como las del bulevar de Saint-Germain o la del bulevar de Saint-Denis en el distrito 10. En el diario Le Parisien, el 30 de marzo, un trabajador de 50 a?os reci¨¦n despedido arremet¨ªa contra la escasa capacidad de adaptaci¨®n a la modernidad de una empresa que ten¨ªa ¡°miedo a la digitalizaci¨®n, a las demandas de los j¨®venes¡±. ¡°Es triste hablar as¨ª¡±, dec¨ªa, ¡°me siento muy ligado a esta tienda llena de encanto, pero, si no evolucionas, te acabas disparando en el pie. ?Un ejemplo? Esas estanter¨ªas ordenadas a la buena de Dios, ?crees que un cliente quiere esto en 2021?¡±.
A la desaparici¨®n de Gibert Jeune de la plaza de Saint-Michel se suma la de los Almacenes Tati en el barrio de Barb¨¨s, tambi¨¦n v¨ªctima de la covid. Dos iconos que contribuyeron a democratizar la moda y la lectura antes de las grandes cadenas. Tati fue fundada por Jules Ouaki, un emigrante jud¨ªo llegado de T¨²nez en 1948 con el empe?o de restaurar cierta alegr¨ªa en plena posguerra. Ouaki reinvent¨® el ?shopping para una generaci¨®n de franceses deseosos de comprar, pero con escasos recursos. Dispuso enormes fardos de ropa con descuentos en las aceras, as¨ª los clientes eran libres de hurgar en la mercanc¨ªa sin necesidad de entrar en la tienda.
¡°?ramos pobres pero felices¡±, escribi¨® Hemingway en Par¨ªs era una fiesta. No hay duda, al menos, de que Gibert y Tati contribuyeron a ello. Ahora la famosa rentabilidad rompe, como en tantas otras ciudades, el hechizo de los comercios que fijaban una memoria que se desvanece.