Javier Camarena: ¡°La idea de ser un supercantante seduce pero me estaba devorando¡±
En marzo de 2020 estaba en la cumbre. Pero el confinamiento hizo replantearse al tenor m¨¢s aclamado del mundo si el ¨¦xito merece la pena a cambio de no ver crecer a sus hijos
Lo que sorprende en Javier Camarena (Xalapa-Enr¨ªquez, M¨¦xico, 1976) no son sus r¨¦cords, sus bises, esos dos de pecho que pareciera sacarse del bolsillo. Tampoco que se lo rifen en las ¨®rbitas gal¨¢cticas del mundo de la ¨®pera: del Metropolitan neoyorquino al Covent Garden londinense, del Teatro Real de Madrid a la ?pera de Par¨ªs, y del Liceu, donde estrenar¨¢ el 16 de julio Lucia di Lammermoor, de Donizetti, a...
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Lo que sorprende en Javier Camarena (Xalapa-Enr¨ªquez, M¨¦xico, 1976) no son sus r¨¦cords, sus bises, esos dos de pecho que pareciera sacarse del bolsillo. Tampoco que se lo rifen en las ¨®rbitas gal¨¢cticas del mundo de la ¨®pera: del Metropolitan neoyorquino al Covent Garden londinense, del Teatro Real de Madrid a la ?pera de Par¨ªs, y del Liceu, donde estrenar¨¢ el 16 de julio Lucia di Lammermoor, de Donizetti, a Viena¡ Lo que asombra de Javier Camarena no es que lo llenen de halagos sus colegas, de Cecilia Bartoli a su paisano Rolando Villaz¨®n; que directores como Gustavo Dudamel perge?en proyectos mozartianos con ¨¦l, que cuente con la bendici¨®n de Zubin Mehta o que Claudio Abbado en vida quisiera trabajar con ¨¦l; tampoco que ya nadie dude de que junto al peruano Juan Diego Fl¨®rez anden en el presente marcando una ¨¦poca en su estilo, recuperando papeles enterrados porque nadie ya se atrev¨ªa con ellos, como fue el caso de Il pirata, de Bellini, en Madrid. Lo que verdaderamente deja perplejo de este mexicano sensible, superdotado y voluntarioso a pesar de haber hecho ya historia en la ¨®pera es su transparente cercan¨ªa, la grandeza desde la que no le importa admitir su fragilidad y la altura desde la que trata de t¨² a t¨² a su miedo, a sus dudas, a sus tropiezos¡
¡°Yo solo quer¨ªa una cosa en la vida¡±, dice Javier Camarena. ?Qu¨¦? ¡°Ser feliz cantando¡¡±. Y lo ha sido. Y lo es. Pero durante un momento muy reciente en su trayectoria dej¨® de sentirlo. Entonces fue cuando gran parte de lo que persegu¨ªa como quimera se le vino abajo en forma de se?al para recuperar el sentido.
Cuando comenz¨® la pandemia se encontraba en la cumbre de su carrera. No hab¨ªa sido un camino f¨¢cil, nada c¨®modo. Pero s¨ª gozoso, pleno. Tuvo sus retos y sus recompensas. Y sus tiempos. La fama, la madurez, el ¨¦xito le llegaron en el momento adecuado, pasados los 30 a?os y con dos hijos que hoy tienen 17 y 11 a?os: ni muy pronto, ni nada tarde para seguir creciendo.
En marzo de 2019 Javier Camarena era indiscutible, casi infalible en compositores como Bellini, Donizetti y Rossini. A costa de ese tr¨ªo de ases del bel canto, dif¨ªciles, endiablados, s¨¢dicos a veces con la cuerda vocal, levantaba teatros y provocaba verdaderos delirios que terminaban a menudo en peticiones de bises. Camarena no los cuenta. Pero en noviembre de 2019 iban por m¨¢s de 30 en su carrera, y en aquella ¨¦poca nos dec¨ªa en Madrid: ¡°Como dir¨ªa el Chavo del 8, fue sin querer queriendo¡¡±. Con esa distancia que le hace echar mano de sus h¨¦roes infantiles lo comentaba justo despu¨¦s de haber dado el ¨²ltimo en el Teatro Real con L¡¯elisir d¡¯amore (Donizetti). No le qued¨® m¨¢s remedio que concederlo despu¨¦s de que los aplausos interrumpieran durante cuatro minutos la representaci¨®n tras escucharle el aria Una furtiva l¨¢grima. El clamor dur¨® m¨¢s que la pieza misma. Repiti¨®¡
Lo dicho: el culmen, una de sus cumbres, que pod¨ªa haber logrado cuatro meses despu¨¦s en el Metropolitan de Nueva York, donde en marzo de 2020 iba a cantar La Cenerentola, de Rossini. Y entonces lleg¨® el par¨®n: ¡°Cog¨ª el ¨²ltimo vuelo, justo el d¨ªa antes de que se cerraran los aeropuertos, y me fui a casa, en Z¨²rich¡±.
Un lugar deseado y extra?o a la vez: ¡°La hab¨ªamos comprado cuatro a?os antes y yo solo hab¨ªa pasado en total all¨ª seis meses¡±. Esta vez, sin saberlo a ciencia cierta, llegaba para quedarse seguido casi el tiempo que hab¨ªa pasado en el lugar de manera intercalada desde que se mudaron. ¡°De repente, desconect¨¦. Cerr¨¦ la boca. No cant¨¦ ni en la ducha, y tampoco quise escuchar ¨®pera. De m¨²sica solo me centr¨¦ en lo que pon¨ªan mi hija y mi mujer: sobre todo, en Billie Eilish. Me asombra lo que hace esa ni?a, su voz; la manera que tiene de entonar contando, m¨¢s que contando, me hipnotiza, me envuelve¡±, asegura Camarena.
Sin desearlo y sin saber, sin buscarlo ni sentirse obligado, el tenor baj¨® de la cumbre hacia las m¨¢s ¨ªntimas orillas de s¨ª mismo y comenz¨® a cuestionarse la vida a fondo: ¡°Necesitaba una reconexi¨®n con el esp¨ªritu, con el coraz¨®n: el ¨¢nimo me lo ped¨ªa a gritos, as¨ª que he cambiado mi escala de prioridades¡±, confiesa.
?Le lleg¨® a parecer rid¨ªcula su vida? Camarena sonr¨ªe y no lo niega. Pero busca otras palabras que suenen menos fuertes. Sobre todo ante s¨ª mismo. ¡°Tocas un punto sensible¡±, dice. ¡°Tanto no, soy consciente de mi fortuna, c¨®mo no. Pero volver a empezar ha sido muy duro. Todo un proceso. Para m¨ª, la ¨®pera es y ha sido siempre una forma de ganarme el sustento. Trabajar para vivir y no al contrario¡±. Pero en cierto modo se vio atrapado dentro de ese delicado cambio de sentido. ¡°Y me di cuenta de que mi hija ten¨ªa 17 a?os, mi hijo 11 y yo no les hab¨ªa visto crecer: hab¨ªa sido tan solo pap¨¢ de vacaciones¡±.
Todo eso le condujo hacia atr¨¢s. Hacia el chaval que se desga?itaba solo en un gimnasio de la escuela de Guanajuato proyectando la voz hasta intimar con su propio eco mientras en su casa sus padres ¡ªt¨¦cnico en energ¨ªa nuclear ¨¦l y maestra de cocina ella¡ª o sus hermanos no entend¨ªan bien qu¨¦ hac¨ªa Javier al tratar de imitar a sus h¨¦roes. Entre ellos, a Alfredo Kraus, un faro en su carrera: ¡°Hoy s¨ª, hoy ya lo comprenden¡±, afirma. Les costaba encajar que se encerrara para ejercitar los agudos hasta la madrugada, sin soluci¨®n de continuidad, como quien debe clavar el dardo en la diana. Era entonces cuando todo ese esfuerzo merec¨ªa la pena porque de ah¨ª sali¨® su motivaci¨®n vital: ser feliz cantando.
Lo fue cumpliendo a medida que su carrera se ensanchaba, ganaba concursos y abr¨ªa teatros desde que debut¨® en 2004 en el Palacio de Bellas Artes de M¨¦xico y luego, en Europa, en la ?pera de Z¨²rich en 2007. A partir de entonces han sido 12 a?os que marcan ¨¦poca: m¨¢s de 30 bises en lugares donde el p¨²blico de hoy no recordaba nada igual. Abrigados por una voz que provoc¨® el deshielo en Nueva York con ¨¦l y con Fl¨®rez. Ambos dieron lugar a esas repeticiones que no se escuchaban desde hac¨ªa mucho y que solo se hab¨ªan le¨ªdo en las cr¨®nicas. Hoy todo el mundo los puede ver por YouTube. Hasta ese punto ha cambiado la ¨®pera. La exposici¨®n abrasa. No es lo mismo someterse a las redes que sentir la caricia suave de recuerdos muchas veces exagerados sobre el papel. Otros con mucho menos se han convertido en leyenda.
Con esas dotes, la demanda no dej¨® de crecer hasta que en 2019 su carrera, literalmente, le fue comiendo algunos ideales. Y, lo que es peor, sin que se diera cuenta. Hasta que fren¨® en seco. ¡°Mi vida iba con la inercia misma de la carrera. Todo lo que ocurri¨® en 2019 no fue coincidencia. Estaba planificado, sab¨ªa que llegar¨ªa a ese punto¡±.
Cuando habla de ese punto se refiere a la cumbre. Pero ?a qu¨¦ precio? ¡°No par¨¦ en todo el a?o, mis tiempos de descanso se limitaban a los ensayos de producciones, aprovechaba para descansar la voz en los de las ¨®peras que conozco. Hice recuento y se sucedi¨® una cosa tras otra, tras otra, tras otra¡ Empec¨¦ con gira por Espa?a, despu¨¦s me fui a Nueva York con La fille du r¨¦giment (Donizetti), segu¨ª en Beirut con Don Pasquale. Despu¨¦s, ?msterdam; luego, Bilbao con Los pescadores de perlas (Bizet), M¨²nich con Lucia di Lammermoor (Donizetti), Londres (La fille¡), Tenerife, una pausa en M¨¦xico de cuatro semanas, Santander, Par¨ªs, donde hice I Puritani (Bellini), conciertos en Roma, gira en M¨¦xico y Los ?ngeles, Teatro Real con Il pirata (Bellini) y Elisir con su famoso bis, Suiza con La Cenerentola y Navidad en casa, nueva gira en Espa?a, otra gira en M¨¦xico y regreso a Nueva York¡ A ese coste andaba fluctuando la cumbre para un divo del bel canto en 2019. Al de no descansar, casi al de fundirse.
?l sit¨²a el momento del desencanto justo en Madrid, con Il pirata. Debutaba en el papel. Una partitura para un tit¨¢n. ¡°En ese momento yo sent¨ª ya que no era feliz cantando, que antes de la felicidad aparec¨ªa la responsabilidad, me pod¨ªa m¨¢s eso que el placer. Me cost¨® mucho terminar. Internamente no me encontraba con la capacidad de apreciarlo. Ahora, justo al grabarlo, me he dado cuenta¡±. El portento pod¨ªa con ¨¦l, tambi¨¦n con su descaro y su aparente facilidad bien entrenada para los agudos. Casi se notaba entre el p¨²blico. Sufr¨ªa, pero superaba cada noche la prueba. ¡°T¨² cantas, pero eres un ser humano, muchas cosas afectan. De lo f¨ªsico a lo emocional. La naturaleza del instrumento a veces se olvida. Y yo lo estaba olvidando¡±.
Lleg¨® el momento de regresar y lo vivi¨® con angustia. ¡°No hasta el punto de ir al psiquiatra, pero si lo debo llamar de alguna manera es as¨ª: angustia¡±. Adem¨¢s, lo hizo mal. Rematadamente mal. ¡°Volver tras una circunstancia parecida, no se plantea como lo hice yo. Le entr¨¦ al quite en una funci¨®n del Elisir en Viena y la voz estaba, pero la condici¨®n no. Me cans¨¦ mucho, mucho, mucho. Apareci¨® una hemorragia en el capilar de la cuerda derecha. Quiz¨¢s ocurri¨® en escena, pero es algo que la adrenalina no deja ver¡±. Volvi¨® a casa y no pod¨ªa cantar. ¡°La voz no la encontraba y los agudos que siempre me respond¨ªan¡ Pues no. Contact¨¦ con un doctor en Italia: Diego Cossu. Me dijo que lo que ten¨ªa ya apenas era un moratoncito muy cerca de la cuerda y que deb¨ªa reabsorberlo para que todo volviera a ser normal. Fue entonces cuando cancel¨¦ unos cuantos grandes compromisos en B¨¦rgamo, Berl¨ªn y Nueva York, y el plan funcion¨®¡±.
La lecci¨®n qued¨® clara: ¡°Volv¨ª pensando que me sentir¨ªa igual que donde lo dej¨¦¡¡±. En la cumbre. Y no, andaba en el valle. ¡°Me dediqu¨¦ a reentrenar las cuerdas, a buscar la flexibilidad, la resistencia; ejercit¨¦ un entrenamiento con indicaciones del foniatra, un doctor que adem¨¢s es tenor. Me apliqu¨¦ al chequeo y revisi¨®n constante. A cada paso¡±. Despu¨¦s lleg¨® el miedo, lo dice as¨ª, de nuevo, para que le salpique bien la palabra en su pecho de divo fr¨¢gil y consciente de su debilidad. ¡°Miedo, s¨ª¡±, dice. ¡°Respeto siempre ha habido, ahora llevo m¨¢s cuidado. Ha sido fuerte, la consecuencia que ha tra¨ªdo todo ese proceso no ha llegado a ataques severos de ansiedad, pero s¨ª leves¡±.
Una sensaci¨®n desconocida en su anterior ascenso. ¡°Estaba tan acostumbrado al nivel de estr¨¦s que ya era normal. Subir al escenario lo afrontaba con toda naturalidad: ¨®rale, vamos¡ As¨ª que retomar esta parte ha supuesto un reto. Lo he platicado con otros colegas y ha sido dif¨ªcil. Retomar, a todos, nos ha llevado tiempo¡±.
Y en su caso, adem¨¢s, un examen de conciencia y prioridades: ¡°En alg¨²n punto mi vida dej¨® de tener el mismo rumbo y prop¨®sito. El sentido de ser feliz cantando no es una mera cuesti¨®n ego¨ªsta. No. Lo debo buscar porque en la medida que yo lo sea, la sensaci¨®n se proyecta a trav¨¦s del personaje. Tienes que vivirlo para transmitirlo y, te digo, lleg¨® el punto en que la maquinaria se mov¨ªa con tanta velocidad que se impuso la inercia. Te ocurre como a un auto: a mayor velocidad, mayor consumo de combustible, y as¨ª iba agotando reservas¡±.
Te enfrentas, seg¨²n explica Javier Camarena, a muchas cuestiones psicol¨®gicas complejas: ¡°Te conviertes en un personaje. No me quejo. Pero es muy f¨¢cil que la idea de ser el supercantante te seduzca. Yo me he resistido toda la vida. La inercia me llevaba y no reparaba tanto en el nivel de exigencia. Me siento muy afortunado con que a la gente le guste mi propuesta interpretativa, sobre todo. Pero no quiero que eso me devore, y me estaba devorando. Lo m¨¢s duro, creo yo, ha sido despertar y darme cuenta de que mi hija ya tiene 17 a?os y mi hijo 11. Y f¨ªjate, no es que yo no haya sido un padre pendiente, pero esa distancia¡ Estar ah¨ª, darte en presencia, cambia todo. La necesidad que yo tengo de ellos y ellos de m¨ª, no solo la econ¨®mica, sino el hecho de estar para consolar, corregir, apoyar¡±.
Ya antes de que llegara la pandemia le costaba salir de casa. ¡°Adaptarme a los sitios me supon¨ªa mucho esfuerzo, sobre todo, si hab¨ªa pasado un mes, me resultaba muy complicado irme. Me siento muy feliz a la hora de hacer m¨²sica, pero en mi cabeza andaba con ganas de irme a casa. Ahora estoy abriendo espacio para quedarme m¨¢s. Me doy cuenta de que funciono mejor, ofrezco mejores resultados de esa forma¡±. Por eso, afirma el cantante, ha tomado una decisi¨®n: ¡°Replantear la estrategia de mi carrera¡±. Por lo pronto, vuelve con energ¨ªa renovada y un prestigioso premio bajo el brazo: el pasado mayo fue galardonado como mejor cantante masculino en los International Opera Awards.
As¨ª, adem¨¢s, al contar las apariciones, crecer¨¢ la leyenda. Una leyenda que vuelve estos meses a la cumbre, pero siempre con un pie puesto en la acera.