Querida Martina, querida editora
Le gustaba a Carmen Laforet bromear con estas cosas tan serias. Por ejemplo, los duendes¡ ?T¨² crees en ellos?
Dices que me notaste melanc¨®lico, y si no ser¨¢ por el centenario de Carmen Laforet, de mi madre. Tantos recuerdos¡ No s¨¦ qu¨¦ decirte; a lo mejor estaba melanc¨®lico pero por otros motivos; los hay de sobra, en el mundo que hoy vivimos. En relaci¨®n con el centenario, te hablar¨¦ de algo m¨¢s concreto, de una imagen que me vino el otro d¨ªa, por asociaci¨®n de ideas: una escena de Mam¨¢ cumple cien a?os, la pel¨ªcula de Saura, en la que aparece Florinda Chico con un historiado camis¨®n, oronda, p¨ªcara y feliz, en una aristocr¨¢tica cama con dosel, almohadones y bordados, gobernando el desconcierto...
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Dices que me notaste melanc¨®lico, y si no ser¨¢ por el centenario de Carmen Laforet, de mi madre. Tantos recuerdos¡ No s¨¦ qu¨¦ decirte; a lo mejor estaba melanc¨®lico pero por otros motivos; los hay de sobra, en el mundo que hoy vivimos. En relaci¨®n con el centenario, te hablar¨¦ de algo m¨¢s concreto, de una imagen que me vino el otro d¨ªa, por asociaci¨®n de ideas: una escena de Mam¨¢ cumple cien a?os, la pel¨ªcula de Saura, en la que aparece Florinda Chico con un historiado camis¨®n, oronda, p¨ªcara y feliz, en una aristocr¨¢tica cama con dosel, almohadones y bordados, gobernando el desconcierto de sus familiares.
No s¨¦ si mi madre vio esa pel¨ªcula pero s¨ª que se hubiera re¨ªdo, como se re¨ªa cuando contaba lo que le hab¨ªa sucedido a ella misma una ma?ana, al despertar y encontrarse con que sus manos no eran sus manos sino unas manos regordetas y sensuales, enjoyadas, que emerg¨ªan de unos pu?os de encaje y se alargaban hasta una bandeja de plata, que alguien le ofrec¨ªa, para escoger un delicioso bomb¨®n de chocolate y llev¨¢rselo a la boca¡ Al comprender que se trataba de una reminiscencia reencarnatoria, que ella hab¨ªa sido en otra vida nada menos que Isabel II, concibi¨® ya para siempre, seg¨²n contaba, una viva simpat¨ªa hacia la reina castiza, tan maltratada por las malas lenguas.
Le gustaba a Carmen bromear con estas cosas tan serias. Por ejemplo, los duendes¡ ?T¨² crees en ellos? Uno de los ¨²ltimos art¨ªculos publicado por Carmen Laforet, precisamente en EL PA?S, se titulaba as¨ª: Oto?o y duendes. A ¨¦l te remito. El escenario inicial son los jardines de Aranjuez en oto?o, e incluso aparezco yo fugazmente, de ni?o, jugando con las hojas secas. Recuerdo aquellos d¨ªas, y tambi¨¦n los faisanes que asomaban y desaparec¨ªan repentinamente, con paso vivo, cruzando los parterres. Pues bien: ayer, en Ribadeo, en la librer¨ªa Viv¨ªn, encontr¨¦ una novela de mi admirado Francisco Solano. La compr¨¦, pese al t¨ªtulo terrible (Tambores de ejecuci¨®n), y por la noche, al llegar a la p¨¢gina 75, me encontr¨¦ con esto: ¡°¡ escrib¨ª en el duermevela del hospital, en una p¨¢gina de Nada, de Carmen Laforet, esta frase incomprensible: ¡®El dolor es un fais¨¢n¡±.
Esa frase incomprensible, ?por qu¨¦ se me ha antojado exacta, por qu¨¦ he pensado que no pod¨ªa haber sido escrita sino en un ejemplar de Nada, tanto si fue inspirada por esta novela como si no? ?Qu¨¦ duende nos la sopl¨® al o¨ªdo?
Una cosa s¨ª puedo afirmar: Carmen Laforet se declaraba firmemente antinost¨¢lgica. Yo lo entiendo en consonancia con su no menos firme, perenne curiosidad por lo que la vida pudiera depararle, a cada vuelta de la esquina. Quisiera seguir su ejemplo. A lo mejor lo que t¨² notaste era s¨®lo eso, el oto?o que viene, que ya va viniendo, que a¨²n no ha llegado¡
Ya me dir¨¢s si esto responde a tu pregunta.
Con todo mi afecto.
Agust¨ªn Cerezales Laforet publicar¨¢ el 22 de septiembre El libro de Carmen Laforet (Destino).