Robert Lepage: ¡°Los artistas no debemos convertirnos en pol¨ªticos¡±
La pandemia ha planteado nuevos desaf¨ªos al teatro. El c¨¦lebre dramaturgo y actor canadiense, que fusiona elementos sencillos con tecnolog¨ªa punta en sus fascinantes escenarios, cree que la clave para sobrevivir es ofrecer ¡°espect¨¢culos imprescindibles¡±.
Robert Lepage (Quebec, Canad¨¢, 1957) dio a conocer al mundo su talento de creador teatral con Trilog¨ªa de los dragones, estrenada en 1985. Decenas de montajes posteriores, desde adaptaciones de grandes cl¨¢sicos hasta piezas propias como Las siete corrientes del r¨ªo Ota, Agujas y opio, La cara oculta de la Luna, ?Lipsynch, El proyecto Andersen u 887, han ido forjando su fama de mago del teatro, capaz de combinar elementos simples con la ¨²ltima tecnolog¨ªa para crear escenarios fascinantes. Actor,...
Robert Lepage (Quebec, Canad¨¢, 1957) dio a conocer al mundo su talento de creador teatral con Trilog¨ªa de los dragones, estrenada en 1985. Decenas de montajes posteriores, desde adaptaciones de grandes cl¨¢sicos hasta piezas propias como Las siete corrientes del r¨ªo Ota, Agujas y opio, La cara oculta de la Luna, ?Lipsynch, El proyecto Andersen u 887, han ido forjando su fama de mago del teatro, capaz de combinar elementos simples con la ¨²ltima tecnolog¨ªa para crear escenarios fascinantes. Actor, escen¨®grafo y dramaturgo, Lepage ha dirigido tambi¨¦n cine y ha firmado rompedores montajes oper¨ªsticos adem¨¢s de espect¨¢culos para el Cirque du Soleil. Aunque hace m¨¢s de dos a?os que no pisa Espa?a, se le pudo ver en junio en las Naves del Teatro Espa?ol de Madrid interpretando al esposo de un Macbeth femenino en Imperio, una instalaci¨®n visual creada por el artista argentino Mat¨ªas Umpierrez, del que fue tutor durante un a?o y con el que estableci¨®, seg¨²n cuenta, una buena amistad. Son las 9.30 en Montreal, donde est¨¢ de paso Lepage y desde donde se conecta v¨ªa Zoom. Viste una camisa de rayas oscuras sobre fondo blanco y luce gafas de montura negra gruesa. Tras conseguir que un joven ayudante le arregle algunos fallos de sonido, Lepage, que regresa este oto?o a los escenarios, habla de los desaf¨ªos que tiene planteados el teatro, algunos de los cuales son especialmente evidentes en Canad¨¢.
Pregunta. ?C¨®mo se las ha arreglado con su compa?¨ªa Ex Machina durante todo este tiempo de pandemia?
Repuesta. Hemos sobrevivido. Sin hacer tourn¨¦es, por supuesto. Trabajando en proyectos futuros. No hemos podido ensayar, claro. Hemos mantenido muchas reuniones por Zoom y preparado escenograf¨ªas. As¨ª que he estado muy ocupado. Estamos ultimando un espect¨¢culo que interpretar¨¦ yo solo, en el que habr¨¢ marionetas modernas.
P. Usted ha montado no solo obras teatrales, sino espect¨¢culos del Cirque du Soleil y ¨®peras. No s¨¦ si lo m¨¢s ambicioso y dif¨ªcil fue precisamente El anillo del Nibelungo, de Wagner, que estren¨® el Metropolitan Opera House de Nueva York en 2012 con bastante pol¨¦mica.
R. Fue muy complicado, desde luego, pero no por las dimensiones de la obra. Claro, son 16 horas de ¨®pera, y la escenograf¨ªa, el montaje, la tecnolog¨ªa, los ensayos, los cantantes¡, todo fue muy exigente. Lo que me result¨® m¨¢s dif¨ªcil fue lidiar con el mundo de la ¨®pera. El Metropolitan est¨¢ intentando con todas sus fuerzas atraer a un p¨²blico nuevo a la ¨®pera, m¨¢s all¨¢ de los aficionados habituales. Por eso invitan a nuevos directores, pero es muy dif¨ªcil salvar el muro de la tradici¨®n.
P: Tiene fama de ser una instituci¨®n muy conservadora.
R. S¨ª, y los cr¨ªticos de Nueva York, tambi¨¦n. Pero la cuesti¨®n hoy es decidir si las ¨®peras son solo para los aficionados o si se abre ese espect¨¢cu?lo a un p¨²blico nuevo. Lo parad¨®jico es que cuando lo intentas, los conservadores se ponen furiosos. Y eso es lo que nos pas¨®. Los especialistas en Wagner se pusieron a comparar y no estuvieron de acuerdo con el montaje, pero para el p¨²blico nuevo fue una experiencia emocionante.
P. El mundillo teatral parece mucho m¨¢s abierto a las novedades.
R. Bueno, lo que nos pasa con el teatro es que, quiz¨¢s por la calidad de la televisi¨®n, Netflix y toda la oferta en streaming, tan depurada y tan bien hecha, lo que tenemos que conseguir es sacar a la gente del sal¨®n de su casa. Creo que la ¨²nica posibilidad de supervivencia para el teatro es ofrecer una experiencia imprescindible. Por eso se aceptan mejor los nuevos enfoques, la nueva dramaturgia. Despu¨¦s de un a?o de pandemia y mucho Netflix, ahora veremos en qu¨¦ lugar ha quedado el teatro.
P. Pero ya en junio abrieron los teatros en Canad¨¢, y reestren¨® en Montreal su pieza 887.
R. S¨ª, pero en un teatro con m¨¢s de 800 localidades solo se permiti¨® vender 200.
P. 887 es uno de sus mayores ¨¦xitos. Se present¨® en Espa?a en 2015. Una obra autobiogr¨¢fica en la que cuenta usted su infancia en el Quebec de los a?os sesenta sacudido por fuertes reivindicaciones ?separatistas. ?Cu¨¢l es la situaci¨®n hoy, despu¨¦s de dos referendos de independencia que no ?triunfaron?
R. El Partido Quebequ¨¦s, que era separatista pero de corte socialdem¨®crata, se escindi¨® en varios partidos menores; uno de derechas, que est¨¢ actualmente en el Gobierno; otro muy socialista, tambi¨¦n separatista. Hay varios partidos separatistas m¨¢s cuya agenda pol¨ªtica est¨¢ basada un poco en el chantaje al Gobierno federal. En cuanto a los dos referendos, el segundo, de 1995, se qued¨® muy cerca de aprobar la independencia. Ahora bien, el mundo cambia. Durante mucho tiempo la intenci¨®n del independentismo en Quebec era proteger la cultura, el idioma franc¨¦s. Pero hoy d¨ªa la cultura es m¨¢s global y a las generaciones j¨®venes les interesa el nuevo mundo global abierto a todo.
P. Alguna vez se ha definido como un ¡°separatista tibio¡±, y asegura que le han criticado por eso.
R. S¨ª, s¨ª, porque hay separatistas muy radicales. Lo que ocurre es que a m¨ª el separatismo me parece interesante si se plantea como un proyecto para lograr un futuro mejor. Pero si se plantea para resolver el pasado, no me interesa. Hay gente que quiere vengarse del pasado, y eso es absurdo, porque el pasado no se puede cambiar.
P. Parece que en Canad¨¢ los problemas tienen ahora m¨¢s que ver con el pasado colonial. Usted tuvo que cancelar dos espect¨¢culos en 2018. Uno de ellos, Kanata, por la pol¨¦mica que provoc¨® que los actores no fueran ind¨ªgenas.
R. Con Kanata lo que quer¨ªa era contar una historia de Canad¨¢ para ser representada fuera. Era un proyecto con el Th¨¦?tre du Soleil de Par¨ªs, y esa compa?¨ªa tiene un elenco de actores que en su mayor¨ªa son refugiados o inmigrantes de medio mundo. Pero aqu¨ª sintieron como que les rob¨¢bamos su historia.
P. ?No aceptaban que actores no ind¨ªgenas interpretaran papeles de ind¨ªgenas?
R. La situaci¨®n es muy dif¨ªcil hoy d¨ªa. ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ uno autorizado a interpretar en el teatro? ?Puedo interpretar el papel de un jud¨ªo en la II Guerra Mundial, pero no a una persona oprimida de las Primeras Naciones [donde est¨¢n integrados casi todos los pueblos abor¨ªgenes del pa¨ªs]? ?D¨®nde est¨¢ la l¨ªnea divisoria y en funci¨®n de qu¨¦ criterio se traza? No niego que el debate tiene inter¨¦s porque est¨¢ lleno de matices. Una persona ind¨ªgena del occidente de Canad¨¢ lo expres¨® de una manera comprensible. Dijo: ¡°Los europeos llegaron a Canad¨¢ y nos robaron a nuestros hijos, nos robaron el pa¨ªs y ahora intentan robarnos tambi¨¦n nuestras l¨¢grimas¡±. Y me dije: ¡°De acuerdo, eso lo entiendo¡±. Aunque sigo pensando que ten¨ªamos derecho a contar la historia, entiendo por qu¨¦ se sienten traicionados.
P. ?Traicionados porque se representaba su sufrimiento?
R. Ya s¨¦ que en Europa esto no se entiende. Pero a m¨ª no se me hubiera ocurrido montar la obra en Canad¨¢. Aqu¨ª hay compa?¨ªas de teatro con actores de las Primeras Naciones que cuentan sus historias. Pero la cuesti¨®n es que se montaba en Europa. As¨ª que es muy triste que sientan que se les roba su historia, en vez de estar encantados de que se cuente por el mundo. No quiero presentarme como v¨ªctima. Soy un artista privilegiado. Soy mi propio jefe. Pero hay que reconocer que es un tema importante porque lo que es indudable es que el teatro tiene que mantener su libertad. Tienes que poder entender al otro interpret¨¢ndolo. Poni¨¦ndote en su lugar. Para m¨ª el debate no va de apropiaci¨®n cultural, sino de libertad creativa del artista.
P. Son muchas las injerencias en el terreno cultural que vemos hoy d¨ªa.
R. La cuesti¨®n es que Canad¨¢ es un pa¨ªs joven. Fue colonizado hace 400 a?os. Llegaron primero los franceses y establecieron sus relaciones con los pueblos que hab¨ªa en el este del pa¨ªs. Y luego, har¨¢ unos 180 a?os, el oeste de Canad¨¢ fue invadido por los ingleses, que lo asolaron. O sea, que los descendientes de los pueblos ind¨ªgenas del oeste son mucho m¨¢s radicales en sus quejas y uno puede sentir ah¨ª todas las injusticias sufridas. Pero en el este se firmaron tratados y los descendientes de los ind¨ªgenas tienen m¨¢s visibilidad en la vida comunitaria, hay alguna clase de integraci¨®n. Y aunque han querido unirse en esa comunidad que llamamos Naciones Primeras, es obvio que hay diferentes sensibilidades.
P. ?Y qu¨¦ va a pasar con Kanata? ?Retomar¨¢ el proyecto?
R. No. Era un amplio fresco que pretend¨ªa mostrar tres periodos distintos de la historia de Canad¨¢. Con seis horas de duraci¨®n. Cuando estall¨® la pol¨¦mica, la directora del Th¨¦?tre du Soleil quiso que hici¨¦ramos al menos la ¨²ltima parte, y es lo que se represent¨® en Par¨ªs. Pero no seguimos adelante. La pol¨¦mica me result¨® agotadora. El teatro puede tener una fuerte carga pol¨ªtica, pero los artistas no debemos convertirnos en pol¨ªticos. Se puede mezclar pol¨ªtica y teatro, pero nunca pol¨ªticos y artistas.
P. Lo cierto es que la buena imagen de Canad¨¢ se ha venido abajo. Afloran todos los d¨ªas noticias del turbio pasado colonial.
R. Es una cuesti¨®n que tiene muchas capas. Quebec es una provincia de Canad¨¢ que es a su vez parte de la Commonwealth brit¨¢nica. Isabel II es la reina de Canad¨¢. Es una forma de estar colonizados. En Quebec lo que intentamos es defender nuestros valores y nuestra cultura franc¨®fona de la cultura anglocanadiense. Los anglocanadienses tratan de defender la suya frente al Imperio Brit¨¢nico y todos intentamos defendernos de la presi¨®n de Estados Unidos, que est¨¢ muy presente en este pa¨ªs. Son muchas capas, pero la gente de las Primeras Naciones nos dice: ¡°Los que hemos sido colonizados de verdad somos nosotros¡±.
P. Y tienen raz¨®n.
R. La cuesti¨®n es que Espa?a, por ejemplo, ha tenido un gran imperio, pero ahora, aunque es un pa¨ªs soberano, est¨¢ sometido a la autoridad de la Uni¨®n Europea.
P. Los espa?oles estamos a gusto dentro de la Uni¨®n Europea.
R. Porque ustedes ya no tienen ning¨²n imperio. Pero los brit¨¢nicos lo tienen a¨²n. Es peque?o, pero existe, y por eso no pod¨ªan soportar que la Uni¨®n Europea tomara decisiones por ellos. Aceptar que otros tomen decisiones que les afectan no est¨¢ en su cultura. Si uno va en avi¨®n de Toronto a Par¨ªs, por ejemplo, son seis horas de viaje, pero la diferencia entre las dos ciudades es enorme. Si va usted de Toronto a Australia, el viaje son, qu¨¦ s¨¦ yo, ?36 horas?, pero es igual que Canad¨¢. Hay todav¨ªa una situaci¨®n muy victoriana.
P. Volviendo al teatro, al que usted ha aportado tanto, ?qu¨¦ le ha dado el teatro a Robert Lepage? ?Podr¨ªa decirse que ha sido una suerte de terapia para usted?
R. Obviamente cada espect¨¢culo, ya lo interprete yo solo o no, constituye una verdadera terapia, pero hago todo lo posible para que no lo parezca porque no creo que haya nada peor que un espect¨¢culo planteado claramente como una terapia.
P. Lo digo porque usted reconoci¨® p¨²blicamente que gracias a 887 se hab¨ªa dado cuenta de lo importante que hab¨ªa sido en su vida su padre taxista, que le ense?¨® ingl¨¦s a usted y a sus hermanos.
R. Ah, s¨ª, por supuesto. Siempre es as¨ª. Cualquier forma de expresi¨®n art¨ªstica es una suerte de terapia. Uno descubre su verdadera fortaleza, su propia voz, una vez aceptado que va a ser siempre un proceso doloroso. Y tambi¨¦n dif¨ªcil. N¨²ria Espert me dijo una vez que hab¨ªa comprendido que, si quieres ser una buena actriz, tienes que ascender por una escalera de 10 pelda?os, pero hay papeles, como el de Medea, que te exigen subir tres pelda?os m¨¢s, que te aproximan a la locura. N¨²ria es una persona muy libre y abierta y una extraordinaria artista, pero lo que dijo me sorprendi¨®. Y despu¨¦s entend¨ª, por ejemplo interpretando 887, que hab¨ªa momentos en los que ten¨ªa que llegar a ese nivel.
P. Que ten¨ªa que subir esos tres pelda?os a?adidos.
R. Bueno, si no los tres, al menos uno. Porque hay un momento en el que duele, un momento en el que da miedo, y si uno atraviesa ese umbral, el teatro deja de ser terapia y pasa a ser arte.
P. ?Qu¨¦ les pareci¨® a su hermana y a su hermano ver las intimidades de la vida familiar en el escenario de 887?
R. Tuvieron reacciones opuestas. Mi hermana, que trabaja conmigo, es mi agente, es muy realista y pr¨¢ctica, y entiende la met¨¢fora y la libertad de la ficci¨®n, porque 887 es autobiogr¨¢fica, pero es tambi¨¦n autoficci¨®n, hay muchas cosas en ella que son mentira. Ya lo dec¨ªa Picasso: ¡°El arte es una mentira que permite entender mejor la verdad¡±. Pero para mi hermano, que es un gran fot¨®grafo, y es tambi¨¦n profesor, lo importante son los hechos. Y se enfad¨® mucho porque dec¨ªa: ¡°Es que no es solo tu historia, es tambi¨¦n la m¨ªa¡±. Estuvo muy en contra de la obra. Y durante un tiempo hubo cierto malestar entre nosotros, aunque no llegamos al enfrentamiento.
P. Pero usted hab¨ªa abordado tambi¨¦n la rivalidad entre dos hermanos, uno homosexual y m¨¢s o menos famoso, el otro un profesor, en su obra La cara oculta de la Luna.
R. Bueno, en ese caso mi hermano lo acept¨® porque los nombres estaban cambiados. Por supuesto, se pod¨ªan reconocer algunas cosas, pero era ficci¨®n, sin m¨¢s. 887 era distinto porque era nuestra vida.
P. Lo que me asombra de su trabajo es que no deja de retocar y de renovar sus obras. Por ejemplo, la versi¨®n de Agujas y opio que estren¨® en Espa?a en 2008 distaba mucho de la obra que escribi¨® en 1991, motivada por un terrible desenga?o amoroso.
R. Es que el teatro es algo vivo. Yo no escribo obras para publicarlas. Cuando hice Agujas y opio, en los primeros noventa, pues yo tendr¨ªa treinta y tantos a?os, bastante joven e ingenuo todav¨ªa, y mi reacci¨®n al amor y los desenga?os amorosos era la de un treinta?ero. Pero cuando montas el espect¨¢culo otra vez 25 a?os despu¨¦s, ya no eres la misma persona. Eres m¨¢s maduro. Tu relaci¨®n con aquello y tu comprensi¨®n de las relaciones es muy muy diferente. Por eso para m¨ª no es reescribir una pieza, sino seguir escribi¨¦ndola. Aparte de que cuando creamos esa obra el mundo era muy diferente tambi¨¦n.
P. Y si quiere reponer alguna de sus obras, ?tiene guardadas todas las piezas del montaje?
R. No. Y eso que ahora tenemos nuestro propio teatro en Quebec, Le Diamant, que nos permite representar nuestro repertorio y volver a montar las obras que todav¨ªa tienen demanda. Sabemos que, si queremos representar la pieza otra vez, vamos a reescribirla y a redise?arla. No soy una persona de museos. Lo que realmente me gusta es mirar adelante, o sea que, si reponemos una pieza antigua, lo hacemos mirando siempre adelante y no recordando lo buena que era, lo bien que nos qued¨®. Se trata siempre de reinventar.