El tablero de la vida
El ajedrez, que ha ganado popularidad desde la serie ¡®Gambito de dama¡¯, es una met¨¢fora de nuestra existencia. Hasta que no acabe la partida, hay juego
H. J. Byron dijo en una ocasi¨®n: ¡°La vida es demasiado corta para dedicarse al ajedrez¡±. Sin duda, el actor y dramaturgo ingl¨¦s era poco paciente, ya que millones de personas de todo el mundo ¡ªmuchas de ellas j¨®venes¡ª en la actualidad no opinan lo mismo. Desde que se estrenara la serie Gambito de dama, este entretenimiento ancestral vuelve a estar en boga, hasta el punto de que la escritora Adriana Hern¨¢ndez Planillas ha descrito en ...
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H. J. Byron dijo en una ocasi¨®n: ¡°La vida es demasiado corta para dedicarse al ajedrez¡±. Sin duda, el actor y dramaturgo ingl¨¦s era poco paciente, ya que millones de personas de todo el mundo ¡ªmuchas de ellas j¨®venes¡ª en la actualidad no opinan lo mismo. Desde que se estrenara la serie Gambito de dama, este entretenimiento ancestral vuelve a estar en boga, hasta el punto de que la escritora Adriana Hern¨¢ndez Planillas ha descrito en El juego de la vida los paralelismos entre el ajedrez y la existencia.
Estas son algunas de las aplicaciones para el arte de vivir que encontramos en el libro:
Eres responsable de lo que te sucede. El ajedrez, como la vida, es un juego de causas y efectos. Una mala decisi¨®n en un momento crucial de la partida nos debilita hasta el final. En opini¨®n de la autora, lo que sucede en el tablero no deja de ser una versi¨®n elevada al infinito de los populares libros de Elige tu propia aventura: ¡°Cada movimiento acarrea consecuencias, pero lo mismo ocurre en la vida. Lo que nos sucede no suele ser fruto del azar, sino de lo que hemos ido sembrando por el camino¡±, afirma Hern¨¢ndez Planillas.
Empezar con negras no equivale a perder. Los ajedrecistas saben que quien abre con blancas goza de cierta ventaja en la partida, ya que toma la iniciativa y su oponente va a remolque de sus decisiones. Por este motivo se decide a suertes el color de cada jugador. Un buen estratega, sin embargo, puede ganar tambi¨¦n con negras, tal como sucede en la vida. Personas con un pasado poco propicio para el ¨¦xito. Para las personas resilientes, lo que cuenta no es de d¨®nde vienes, sino ad¨®nde te diriges.
Un mal plan es mejor que no tener ning¨²n plan. La frase es de Frank Marshall, un ajedrecista estadounidense del siglo pasado. Con ello se refer¨ªa a que cualquier estrategia, aunque acabe siendo equivocada, ser¨¢ mejor que estar inoperantes. Lo bueno de un plan, aunque sea imperfecto, es que nos pone en camino. El m¨ªtico Kasp¨¢rov explica en su libro C¨®mo la vida imita al ajedrez que el buen estratega ¡°empieza con un objetivo para un futuro lejano y trabaja retrocediendo hasta el presente¡±.
Celebra la partida. Movernos por el tablero de la vida es ya un privilegio si miramos la eternidad de no existir que nos precede y la que nos seguir¨¢. Adriana Hern¨¢ndez recupera un parlamento del Quijote para explicarlo: ¡°Mientras dura el juego cada pieza tiene su particular oficio y acab¨¢ndose el juego todas se mezclan y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura¡±. El mensaje: juguemos con alegr¨ªa y tomemos nuestras mejores decisiones mientras dure la partida. Una particularidad del ajedrez es que el pe¨®n, la pieza con el valor m¨¢s bajo, es el ¨²nico que puede convertirse en reina si llega al final del tablero.
Paso a paso adelante, como el pe¨®n. Los jugadores inexpertos sacrifican f¨¢cilmente estas piezas modestas, olvidando que al final de la partida les pueden procurar la victoria. El pe¨®n, por otro lado, es el ¨²nico que no puede retroceder, por lo que cada movimiento es definitivo. Tambi¨¦n en nuestra vida, aquello que hacemos no puede deshacerse, y la construcci¨®n del futuro se hace en tiempo presente, como dec¨ªa Kasp¨¢rov, dando un solo paso cada vez. Muchos pasos bien dados nos permitir¨¢n coronarnos, como sucede en el ajedrez.
El poder humilde del pe¨®n nos recuerda al Kaizen, la filosof¨ªa japonesa de la mejora continua. Recordemos algunos de sus principios: La perfecci¨®n no existe, pero s¨ª el progreso. Para lograrlo, adem¨¢s de ser constantes, solo hemos de responder: ?qu¨¦ puedo hacer hoy mejor que ayer? Siempre hay otra manera de hacerlo, aunque parezca que nuestra realidad est¨¢ limitada. Explora nuevos caminos sin miedo al error.
No des nada por sentado. Haz de la pregunta ?por qu¨¦? tu mantra personal. Indaga en el fondo de las cuestiones para llegar a una nueva visi¨®n. Las excusas son el veneno del progreso. Tal vez tranquilizan algunas conciencias, pero nos mantienen anclados al problema. Si algo no funciona, hay que arreglarlo. No esperemos a la soluci¨®n definitiva para ponernos en marcha porque eso es otra forma de procrastinar. Aunque arregles solo en parte el problema, habr¨¢s dado un paso adelante. Cualquier mejora es provisional hasta que descubramos c¨®mo hacerlo a¨²n mejor.
Fischer, inspirador de Beth Harmon
— La serie Gambito de dama es una adaptación de la novela homónima de Walter Tevis. Los expertos ven en la protagonista un reflejo del jugador estadounidense Bobby Fischer, que aprendió ruso para poder leer las publicaciones soviéticas de ajedrez.
— En 1972 pasó a ser un héroe nacional tras vencer a Spassky. Poco después dejó de jugar. Se convirtió en un vagabundo. Para salir de la pobreza, en 1992 aceptó la oferta de un millonario para jugar la revancha contra Spassky en Yugoslavia, contra la prohibición de su país debido al bloqueo a causa de la guerra. Aun así, jugó y ganó.
— Bobby Fischer estuvo en búsqueda y captura. Tras ser detenido en Japón por llevar un pasaporte sin validez, moriría un tiempo después en Islandia. Tenía 64 años, el número de casillas del tablero.