C¨®mo afrontar la vida sin que parezca una competici¨®n
Vivimos en un gran continuo. No hay ganadores ni perdedores definitivos, no hay final claro y las reglas cambian sin cesar. La clave est¨¢ en no afrontar la vida como si fuera un juego finito.
Pens¨¢bamos que la incertidumbre iba a terminar con el fin de la pandemia y, de repente, comienza una guerra en la vieja Europa. Con frecuencia confiamos en que las cosas van a cambiar en un futuro y los acontecimientos nos recuerdan que no es as¨ª, que siempre existen sorpresas imprevistas y procesos que nunca parecen concluir. Creemos que, si terminamos el proyecto que tenemos entre manos, estaremos m¨¢s liberados en tiempo y, sin embargo, justo antes de acabarlo, nos viene otro a¨²n m¨¢s complicado. Nuestra mente se equivoca y una de las razones se debe a c¨®mo interpretamos el ¡°juego¡± de la vida...
Pens¨¢bamos que la incertidumbre iba a terminar con el fin de la pandemia y, de repente, comienza una guerra en la vieja Europa. Con frecuencia confiamos en que las cosas van a cambiar en un futuro y los acontecimientos nos recuerdan que no es as¨ª, que siempre existen sorpresas imprevistas y procesos que nunca parecen concluir. Creemos que, si terminamos el proyecto que tenemos entre manos, estaremos m¨¢s liberados en tiempo y, sin embargo, justo antes de acabarlo, nos viene otro a¨²n m¨¢s complicado. Nuestra mente se equivoca y una de las razones se debe a c¨®mo interpretamos el ¡°juego¡± de la vida, como escribi¨® James P. Carse, profesor em¨¦rito de la Universidad de Nueva York, en su cl¨¢sico libro Finite and Infinite Games (Juegos finitos e infinitos), de 1986.
Podemos diferenciar dos tipos de juegos en los que nos movemos. Los hay finitos, como las competiciones deportivas, el ajedrez, el Monopoly o muchos de consola. Estos juegos comparten ciertas caracter¨ªsticas: las reglas est¨¢n claras y acotadas en el tiempo. Existe un ¨²nico par¨¢metro de medida del ¨¦xito, como el n¨²mero de goles, los segundos en una carrera o los puntos obtenidos. Se conoce qui¨¦nes son los jugadores y, por supuesto, qui¨¦n es el ganador y el perdedor. Y lo m¨¢s importante: los juegos finitos comienzan y tienen un final. No hay dudas.
A diferencia de estos, nos encontramos con juegos infinitos, con cualidades mucho m¨¢s ambiguas, y a los que nos enfrentamos habitualmente ya de adultos. En los juegos infinitos no sabemos qui¨¦nes son los jugadores, ni hay claros ganadores ni perdedores. Las reglas cambian de forma imprevisible, existe un sinf¨ªn de par¨¢metros y no hay un claro punto final.
Un partido de f¨²tbol o una carrera universitaria tienen un objetivo claro y un final temporal. Son finitos. Pero gran parte de lo que nos inquieta no suele ce?irse a estas reglas
Muchas de las din¨¢micas humanas son juegos infinitos, en t¨¦rminos de Carse, como las relaciones con los otros, la amistad, la familia, el trabajo, la incertidumbre, nuestras preocupaciones, la educaci¨®n e incluso nuestra manera de entendernos a nosotros mismos. Los dos tipos de juegos conviven en nuestro d¨ªa a d¨ªa. No tenemos la posibilidad de cambiarlos, pero s¨ª podemos decidir si entramos o no y, lo que es m¨¢s importante, con qu¨¦ mentalidad lo hacemos. Sin embargo, el conflicto surge cuando pretendemos jugar con mentalidad finita los juegos infinitos. Para navegar en estos ¨²ltimos requerimos otra manera de pensar y de aproximarnos a ellos. Si aprendemos a desarrollar la mentalidad adecuada, conseguiremos aliviar la tensi¨®n que nos genera y disfrutar del camino. Pero para conseguirlo, previamente necesitamos reconocer en qu¨¦ juego nos movemos.
Un partido de f¨²tbol o una carrera universitaria tienen un objetivo claro y un final temporal. Son finitos. Pero gran parte de lo que nos inquieta no suele ce?irse a estas reglas. Podremos alcanzar un t¨ªtulo universitario, pero la posibilidad de continuar aprendiendo no acaba ese d¨ªa. La felicidad tampoco se perpet¨²a cuando conseguimos un trabajo, una pareja o un ¨¦xito muy deseado, porque es un proceso infinito, que se extiende a lo largo de nuestra vida. Al igual que la incertidumbre en la que estamos inmersos, nunca va a concluir.
Existen jefes con mentalidad finita, obsesionados con derrotar a la competencia, y los hay con mentalidad infinita, que son colaborativos y apuestan por el largo plazo
El objetivo de los juegos finitos es ganar sobre otro. Se trata de una suma cero: uno vence a costa de que alguien pierda. Puede ser en una conversaci¨®n de amigos, donde una persona busca salirse con la suya constantemente; en una pareja, en la que hay continuas tensiones de poder, o en una relaci¨®n comercial, en la que se intenta vender un producto a toda costa. En cambio, desarrollar una mentalidad de juego infinito significa asumir que el objetivo es perpetuar el juego en s¨ª mismo, donde no hay ganadores ni perdedores. Desde dicha mentalidad se entiende que todos pueden sumar y aportar. En los ejemplos anteriores, no consiste en tener la raz¨®n constantemente en una conversaci¨®n, sino en cuidar el juego; en este caso, la amistad. La continuidad de la relaci¨®n con el amigo, con la pareja o con el cliente es m¨¢s importante que ganar o perder en un momento puntual. Como reflexiona Simon Sinek en su libro El juego infinito (Empresa Activa, 2020), existen jefes con mentalidad finita, obsesionados con derrotar a la competencia, y los hay con mentalidad infinita, que son colaborativos y apuestan por el largo plazo.
El tiempo tampoco es un enemigo en los juegos infinitos. En una competici¨®n se lucha contra el reloj, como sucede en un examen, donde se ha de responder adecuadamente en unos minutos determinados; ganar al contrario en lo que dura un partido o concluir una cirug¨ªa. Sin embargo, en la mentalidad de un juego infinito la perspectiva temporal es m¨¢s amplia. Se reinterpreta el fracaso como el posible embri¨®n de un ¨¦xito o como un paso m¨¢s en el aprendizaje. Como no existe un principio y un final claro, cada momento encierra un nuevo comienzo con posibilidades renovadas. Concentrarse en los t¨ªtulos conseguidos en el pasado significa apoyarse en victorias previas. Una mentalidad infinita sabe que el pasado es un dato, que no determina el futuro, porque tanto el futuro como la vida son juegos infinitos que ofrecen un sinf¨ªn de oportunidades para ser descubiertas.
Pilar Jeric¨® es coordinadora del blog Laboratorio de felicidad.