El templo de Christian Dior en Par¨ªs se reinventa
En plena era del metaverso y del comercio digital, la firma reabre su m¨ªtica sede en el 30 de la avenida Montaigne: 10.000 metros cuadrados que plasman la filosof¨ªa del CEO, Pietro Beccari, de que la verdadera emoci¨®n proviene de la experiencia f¨ªsica.
En la era del NFT, cuando la pandemia ha terminado de acelerar el comercio digital de moda, parece una aventura rom¨¢ntica, casi kamikaze, abrir una tienda de 10.000 metros cuadrados. Pero, como explica Pietro Beccari, CEO y presidente de Dior, lo que han levantado en el n¨²mero 30 de la parisiense avenida Montaigne ¡ªm¨ªtica sede de la firma francesa¡ª no es una boutique, sino ¡°un universo que transmite los valores de la casa¡±. Desde su reinauguraci¨®n el pasado marzo, lo hace a tr...
En la era del NFT, cuando la pandemia ha terminado de acelerar el comercio digital de moda, parece una aventura rom¨¢ntica, casi kamikaze, abrir una tienda de 10.000 metros cuadrados. Pero, como explica Pietro Beccari, CEO y presidente de Dior, lo que han levantado en el n¨²mero 30 de la parisiense avenida Montaigne ¡ªm¨ªtica sede de la firma francesa¡ª no es una boutique, sino ¡°un universo que transmite los valores de la casa¡±. Desde su reinauguraci¨®n el pasado marzo, lo hace a trav¨¦s de diversos espacios donde se comercializan las distintas l¨ªneas de la firma ¡ªdesde joyer¨ªa hasta piezas de decoraci¨®n¡ª, un restaurante y una pasteler¨ªa ¡ªa cargo del chef reconocido con una estrella Michelin Jean Imbert¡ª, un exquisito jard¨ªn de rosas y La Galerie Dior, un museo de 2.000 metros cuadrados y donde se exhiben m¨¢s de 1.000 prendas y complementos.
¡°Es el antimetaverso. Pero es que yo creo que las emociones provienen de experiencias f¨ªsicas. Y lo que nosotros buscamos es emocionar a nuestro comprador¡±, sentencia Beccari un d¨ªa antes de la reapertura del espacio. Aunque se espera que en 2025 un tercio de las compras de lujo se realicen por internet y el propio CEO sit¨²e en el 50% la penetraci¨®n final del comercio electr¨®nico en Dior, los expertos est¨¢n lejos de desde?ar la importancia de la f¨®rmula anal¨®gica. Nos hemos acostumbrado a comprar a golpe de clic, pero el futuro pasa por el omnicanal, seg¨²n apunta, entre otros, la consultor¨ªa McKinsey & Company en el estudio El estado de la moda. Uno de sus socios, Carlos ?lvarez, explica que las experiencias que se tienen f¨ªsicamente en las tiendas a¨²n son las que m¨¢s impactan en la decisi¨®n de compra.
¡°Para atraer a la gente a las boutiques tienes que ofrecerles algo que merezca la pena, por eso decidimos hacer un espacio ¨²nico y que represente una nueva frontera en el mundo del lujo. Al fin y al cabo, no vendemos cosas que la gente necesite para vivir; vendemos cosas que la gente necesita para vivir mejor y para recompensarse¡±, explica Beccari mientras toma un expreso a escasos metros de un diamante ¡°valorado en 15 millones de d¨®lares¡± y 88,88 quilates. La ex¨®tica cifra no es casual, sino un gui?o a la propia historia del edificio donde se fund¨® la maison el 8 de octubre de 1946; un antiguo hotel particulier situado en el distrito octavo y que, originalmente, contaba con ocho pisos que albergaban ocho talleres. Hace dos a?os, las 400 personas que trabajaban all¨ª fueron trasladadas a nuevos emplazamientos. Desde las bordadoras del atelier de alta costura hasta la directora creativa de la divisi¨®n femenina de Dior, Maria Grazia Chiuri. Entonces comenzaron unas tit¨¢nicas obras que buscaban dar forma a una idea surgida dos a?os antes, exactamente un mes despu¨¦s de que Pietro Beccari fuera nombrado CEO de Dior y sustituyese al hombre que hab¨ªa definido el resurgir de la casa francesa, Sidney Toledano, pr¨®cer de la industria del lujo y una de sus figuras m¨¢s carism¨¢ticas.
¡°Empec¨¦ a trabajar en febrero y en mayo ya estaba enviando un e-mail a Bernard Arnault [presidente de LVMH, el grupo empresarial al que pertenece Dior] con este proyecto. No esper¨¦ ni los 100 d¨ªas de cortes¨ªa¡±, bromea Beccari. El ejecutivo aterrizaba en la casa francesa tras capitanear la italiana Fendi, tambi¨¦n propiedad de LVMH, y estaba dispuesto a no pasar inadvertido. ¡°Me gusta hacer las cosas r¨¢pido. He nacido as¨ª. Disfruto pensando siempre en qu¨¦ ser¨¢ lo siguiente. Llegu¨¦ a una empresa donde los negocios hab¨ªan sido dirigidos muy bien durante 20 a?os. As¨ª que me pregunt¨¦: ?qu¨¦ puedo hacer mejor?, ?qu¨¦ m¨¢s puedo hacer?, ?c¨®mo puedo dejar mi impronta? Y la primera respuesta fue: convertir la sede de la firma en el espacio m¨¢s lujoso posible¡±. Es decir, dejar una impronta de una hect¨¢rea. Como si los productos de la casa o las obras de arte de Johan Creten que decoran el edificio no fueran suficientes, el CEO y su equipo idearon una experiencia definitiva que parece sacada de una pel¨ªcula hollywoodiense: la posibilidad de alojarse en una suite y disponer del 30 de la avenida Montaigne en absoluta exclusividad. ¡°Si una vez cerrada la tienda quieres pasearte por ella o visitar el museo, con o sin gu¨ªa, puedes hacerlo. El espacio te pertenece durante una noche. ?Te imaginas algo m¨¢s lujoso?¡±.
El precio de esta experiencia no es p¨²blico. El de la entrada al museo, s¨ª: 12 euros. La galer¨ªa tiene su propia puerta: no es necesario pasar por la zona comercial para acceder a ella, aunque tambi¨¦n est¨¢n conectadas. Como revela la arquitecta responsable de su escenograf¨ªa, Nathalie Crini¨¨re, se espera que haya un trasvase entre los visitantes de ambos espacios, aunque solo sea por pura curiosidad (mutua). ¡°La gente que venga a comprar y pase por La Galerie podr¨¢ entender por qu¨¦ lo que van a adquirir es tan precioso¡±, explica.
Al museo se llega en ascensor, adem¨¢s de a trav¨¦s de una de las escaleras m¨¢s famosas de la historia de la moda, la misma que ha sido testigo de innumerables desfiles y a la que Soizic Pfaff, directora de Dior H¨¦ritage, se asomaba para ver a las modelos cuando lleg¨® a la casa hace 48 a?os. Ahora, las paredes que rodean los interminables escalones est¨¢n forradas por 452 vestidos en miniatura y 1.422 complementos impresos que las convierten en una de las estancias m¨¢s instagrameables ¡ªnadie dijo que los museos no necesitasen marketing 5G¡ª y que representan algunos de los dise?os m¨¢s ic¨®nicos de los siete dise?adores que ha tenido la marca: Christian Dior, Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferr¨¦, John Galliano, Raf Simons y Maria Grazia Chiuri.
La parte expositiva comienza con el trabajo del fundador. La intenci¨®n de Crini¨¨re es sorprender al visitante al cruzar el umbral de cada sala. Todas se encuentran exquisita y po¨¦ticamente decoradas para acompa?ar la tem¨¢tica de los dise?os que contienen: la pasi¨®n del creador por las flores, las influencias de otras culturas en sus prendas¡ Aunque los archivos de la casa son impresionantes, Pfaff cuenta que se han comprado piezas de esa primera ¨¦poca ex professo para el museo: vestidos de noche espectaculares dignos de un cuento de hadas. Sin embargo, la prenda favorita de la conservadora son unos ¡°sencillos vestidos grises, muy austeros, que podr¨ªan llevarse perfectamente hoy en d¨ªa¡±, y en los que la actual directora creativa no puede negar haberse inspirado. Algunas de estas prendas se exhiben adem¨¢s por primera vez.
Una reproducci¨®n del despacho de Dior marca el paso a la nueva era, que arranca con las colecciones m¨¢s recientes, las de Chiuri, para volver despu¨¦s a una narraci¨®n que sigue el orden cronol¨®gico, de Saint Laurent a Simons. La visita dura entre una hora y una hora y media, y la idea es que las prendas y complementos expuestos vayan cambiando con el tiempo, fundamentalmente por razones de conservaci¨®n. Como cuenta Pfaff, los delicados volantes y tafetas ¡°necesitan descansar, apartarse de la luz y las respiraciones y recuperarse antes de volver a salir de los archivos¡±.
Beccari se siente especialmente orgulloso de esta parte del proyecto, de abrir ¡°la historia y el sue?o de Dior a la gente¡±. Pero sobre la posibilidad de llevar algunas de estas piezas al ¨¢rea comercial, Crini¨¨re se muestra tajante: ¡°Puede que prendas que est¨¢n ahora en la tienda sean parte del museo alg¨²n d¨ªa. Pero nunca al rev¨¦s. Un museo es un museo¡±. Incluso cuando el hu¨¦sped de la suite se pasee por ¨¦l en albornoz a las dos de la madrugada. Eso tambi¨¦n ser¨ªa digno de ver.