Una casa que es una aldea: viaje al refugio campestre de Lorenzo Castillo
El interiorista buscaba una casa de campo a las afueras de Madrid hasta que se top¨® con Las Cumbres, un complejo de seis construcciones en la zona de Rascafr¨ªa. Castillo ha convertido esta antigua finca de caza en su reino particular.
Esta es una de esas historias sobre conexiones inesperadas con el pasado. Hace ocho a?os, el interiorista Lorenzo Castillo andaba buscando una casa de campo en los alrededores de Madrid. La misi¨®n no era f¨¢cil: tuvo que explorar incluso en Segovia o Guadalajara. Un d¨ªa se top¨® con Las Cumbres, una antigua finca de caza en la zona de Rascafr¨ªa, que no contaba con una casa de campo al uso, sino con seis construcciones de tama?o mediano diseminadas por el terreno. ¡°Nos hizo gracia su estructura, que fuera como una peque?a aldea. Tiene hasta su propia capilla¡±, cuenta Castillo. La finca hab¨ªa pertenecido al afamado peletero Jos¨¦ Luis Molina, quien a finales de los a?os sesenta se asoci¨® con Felisa Irigoyen, una de las antiguas maestras de taller de Balenciaga. En su sede madrile?a organizaban desfiles con sus creaciones, a los que asist¨ªa Lorenzo Castillo con su abuela cuando era peque?o.
La ordenaci¨®n tan poco habitual de la finca permiti¨® a Castillo crear una serie de espacios comunes y otros independientes en los que poder disfrutar de estar con su familia y amigos, pero, al mismo tiempo, cada uno con su intimidad. De hecho, aqu¨ª pasaron el confinamiento durante la pandemia.
Las seis casas fueron reorganizadas, adquiriendo nuevas funciones. La antigua vivienda de los guardeses se convirti¨® en el espacio de Lorenzo y su pareja. Por otro lado, su hermano Santiago cuenta con un alojamiento propio, donde tiene un estudio para pintar. A medio camino entre las dependencias de los hermanos, se encuentran otras dos construcciones, que fueron conectadas mediante un invernadero. Una de ellas funciona como la cocina y el comedor comunitario; la otra es el gran espacio social de la propiedad, con un sal¨®n m¨¢s tres dormitorios para invitados, uno de ellos habitado normalmente por la madre del interiorista. Aparte, la construcci¨®n m¨¢s peque?a se habilit¨® como espacio de juegos para los ni?os, mientras que la que quedaba m¨¢s cerca del acceso se destin¨® a los actuales guardeses, indispensables para el cuidado de los animales.
¡°La finca manten¨ªa el estilo que le imprimi¨® Jos¨¦ Luis Molina. Era bonita, pero estaba un poco abandonada y decadente¡±, recuerda Castillo. ¡°Una de las problem¨¢ticas de este tipo de casas antiguas de monta?a es que suelen tener ventanucos muy peque?os para protegerse del fr¨ªo en invierno, y una distribuci¨®n interior muy compartimentada, con habitaciones peque?as, como las casas de antes. Una de las intervenciones m¨¢s importantes ha sido encontrar la manera de incrementar el tama?o de las aberturas, para que el boscoso paisaje exterior, con vistas al embalse de la Pinilla, se metiera dentro. Tambi¨¦n redise?ar los interiores, creando estancias grandes con unas proporciones y un estilo m¨¢s contempor¨¢neos¡±.
Todo esto, que a priori no parece complicado, ten¨ªa su dificultad, ya que se trata de un ¨¢rea protegida en el parque nacional de la Sierra de Guadarrama. ¡°Vinieron hasta del Ayuntamiento de Madrid para ver qu¨¦ est¨¢bamos haciendo¡ Pero no tuvimos grandes problemas ya que nuestro prop¨®sito era, precisamente, conservar el esp¨ªritu que ten¨ªa¡±, recuerda Castillo. De hecho, resulta sorprendente c¨®mo las nuevas aberturas y la distribuci¨®n de los interiores parecen haber sido as¨ª siempre. O si no, al menos, fruto de progresivas actualizaciones. Sin embargo, exceptuando la arquitectura original de las casas, que hab¨ªa que respetar, todo lo dem¨¢s ha sido dise?ado de cero: desde la cocina y los ba?os hasta la decoraci¨®n y el paisajismo.
Lorenzo Castillo, que empez¨® su andadura profesional como anticuario y galerista, se inici¨® en la decoraci¨®n de interiores porque sus clientes se lo ped¨ªan. Su evoluci¨®n en este ¨¢mbito ha alcanzado una profunda madurez. ¡°Empiezo los proyectos al rev¨¦s. Primero me imagino las piezas de arte y el mobiliario que va a tener un espacio. Le doy tanta importancia a esto como a la propia intervenci¨®n de arquitectura y dise?o interior. Trato las dos cosas al mismo nivel¡±.
La casa que habita Lorenzo es la m¨¢s antigua, hay constancia de su existencia desde 1870. Las otras son de principios del siglo XX. Por debajo, ten¨ªa todav¨ªa el sistema tradicional de calefacci¨®n castellano conocido como gloria, muy parecido al suelo radiante actual, pero que funcionaba con humo en vez de con agua. ¡°Cuando tiramos el interior de mi casa para agrandar los espacios, aparecieron unas b¨®vedas preciosas hechas de cer¨¢mica t¨ªpica segoviana. Decidimos dejarlas y, simplemente, les dimos una veladura blanca. Fue una intervenci¨®n compleja porque, al mismo tiempo, hab¨ªa que reconstruir la cubierta, que estaba hecha polvo, y quer¨ªamos conservar sus tejas antiguas¡±.
Mientras su casa manifiesta una atm¨®sfera muy intensa y rica en color, el resto son m¨¢s comedidas y neutras. ¡°Ten¨ªan muchos elementos de madera, como de casa de campo alpina. Se hac¨ªa visualmente muy pesado, as¨ª que tambi¨¦n les aplicamos una veladura blanca¡±. El dise?o, tanto de la casa que hace de sal¨®n y alojamiento para invitados como de la cocina-comedor y la vivienda de su hermano Santiago, tiene un aire mucho menos exuberante. Sus interiores han sido completamente redistribuidos y redise?ados. ¡°Son pocos dormitorios, pero muy grandes, y cuentan con ba?os conectados con el espacio, que es algo muy m¨ªo¡±, afirma Castillo. Sus ambientes albergan desde su colecci¨®n de pintura espa?ola del siglo XX hasta piezas de cer¨¢mica, alfombras antiguas y multitud de objetos. Aparte de adquirir muchas obras y muebles en subastas, todas las semanas compra algo en el Rastro de Madrid.
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