Martirio: ¡°Me he acostumbrado a dormir en diagonal y prefiero estar sola que con alguien que no me haga crecer¡±
Lleva cuatro d¨¦cadas tras sus gafas y peinetas, pero Maribel Qui?ones se ha reinventado varias veces. Ha fusionado la copla con el rock, el flamenco, el jazz¡ A los 68 a?os, sigue llenando salas
¡ª?Una entrevista larga? ?No ser¨¢ para contar otra vez c¨®mo se me ocurri¨® lo de la peineta¡?
¡ª?De qu¨¦ preferir¨ªa hablar?
¡ªDe las mujeres de mi edad, por ejemplo.
No es que Maribel Qui?ones (Huelva, 68 a?os) est¨¦ harta de Martirio. Al contrario. ¡°Estoy feliz de haber creado un personaje tan ic¨®nico sin pretenderlo nunca, con cero marketing¡±, dir¨¢ despu¨¦s de esa primera llamada, durante una generosa charla en el sal¨®n de su piso madrile?o. Al decirlo, se levanta del sof¨¢ y busca un tarjet¨®n con la portada del recopilatorio Martirio 30 a?os (publicado en 2015). En la imagen, sobre un fondo blanco, hay tan solo unos labios rojos, unas gafas puntiagudas y una peineta. No hace falta m¨¢s para reconocer de inmediato al personaje que lleva cuatro d¨¦cadas construyendo. ¡°Es Charlot, ?no? Bomb¨ªn, bigote, bast¨®n¡±, dice la cantante. Como para no estar orgullosa.
Lo que les aburre, a Maribel y a Martirio, es repetirse. En las entrevistas y, sobre todo, en el escenario, en el que ha fusionado la copla con el rock, la m¨²sica latinoamericana o el jazz (¡°en las tiendas de discos no saben d¨®nde colocarme¡±). Desde mediados de los ochenta, ha publicado una quincena de discos con siete compa?¨ªas discogr¨¢ficas distintas (¡°cuando no me cuidan, no trago¡±). Y colaborado con m¨¢s de 40 artistas: de Mar¨ªa del Mar Bonet a Ojos de Brujo o Lila Downs, de Chavela Vargas (¡°la colaboraci¨®n m¨¢s carnal; fue una cosa transformadora¡±) a Compay Segundo, que le dijo: ¡°T¨² eres artista porque sientes y tienes bomba¡±. ¡°Qu¨¦ dif¨ªciles de creer son los halagos¡±, suspira.
Tambi¨¦n ha hecho cine (Belmonte, M¨¢s all¨¢ del jard¨ªn), teatro (Don Juan, Carnaval de amor y muerte), televisi¨®n (Makinavaja) o podcasts (Cantes rodados, en gladyspalmera.com)... Su ¨²ltimo disco, de 2019, homenajea al artista cubano Bola de Nieve junto al pianista de jazz Chano Dom¨ªnguez, con el que lleva 25 a?os colaborando (¡°es el mejor para m¨ª, nos entendemos con mirarnos¡±). En octubre actuaron en los Teatros del Canal de Madrid y no quedaba una butaca libre. El p¨²blico, que se emocion¨® y solt¨® carcajadas con los apuntes entre canciones de Martirio, se puso dos veces en pie.
A la pregunta de qu¨¦ hace ahora Martirio, la respuesta es que no para. ¡°Ya no salgo por la tele ¡ªahora solo hay concursos y coraz¨®n¡ª, pero no he parado de investigar y de sacar discos cada uno de su padre y de su madre¡±, dice. Tiene varios espect¨¢culos girando (con Chano Dom¨ªnguez, con su hijo Ra¨²l y con Carmen Paris, Ux¨ªa y Ugia Pedreira), prepara un disco de tangos, quiere sacar un single (¡°que ser¨¢ una declaraci¨®n con humor de c¨®mo me encuentro¡±), est¨¢ trabajando con Javier Ruibal sobre un disco de mujeres y no descarta hacer algo con m¨²sica electr¨®nica. ¡°Tengo sensaci¨®n de futuro¡±, zanja, ¡°no creo en las se?oras, ni los se?ores, que tiran la toalla, yo quiero seguir aprendiendo, de m¨²sica y de c¨®mo funciona la industria, de las redes, de las listas de Spotify¡ Va todo muy deprisa, pero no hay que perder la curiosidad, las ganas de crecer, de enterarse de lo que est¨¢ pasando. De estar en el mundo¡±.
Antes de que naciese la ¡°tonadillera posmoderna¡±, Maribel Qui?ones empez¨® en Jarcha, ese hito de la canci¨®n protesta de la Transici¨®n. Luego entr¨® en la Movida aflamencada de la mano de Kiko Veneno, con quien compuso la mayor¨ªa de sus primeros ¨¦xitos y con cuya mujer, Ana Fern¨¢ndez, perge?¨® el 8 de marzo de 1984 una peineta muy loca para salir a cantar en una plaza de Sevilla: era un cart¨®n de detergente forrado de dorado. Pero, perd¨®n, no hablemos de eso. Hablemos de las mujeres de su edad.
¡ª?Qui¨¦n la lleva mejor, Martirio o Maribel?
¡ªMartirio no tiene edad ni dolores. Tiene dolores profundos que expresa, pero no le duele na.
¡ª?Y qu¨¦ le duele a Maribel?
¡ªTal como est¨¢ el mundo, la injusticia, la falta de valores, la desigualdad, la hipocres¨ªa, que el amo de todo sea el dinero¡
¡ªPens¨¦ que me iba a decir algo m¨¢s mundano como la espalda o haber trabajado 40 a?os y no haber cotizado suficiente.
¡ªYo no sirvo para la aritm¨¦tica de la vida. Esa que te hace llegar a una edad tranquila. Yo no me puedo jubilar. Ni quiero. El trabajo me da salud. Esto ha sido mucho esfuerzo, esta carrera, me pod¨ªa haber quedado haciendo las sevillanas de los bloques y saliendo por la tele, pero prefer¨ª seguir explorando. Con la edad no tienes la misma energ¨ªa. Si paro, me deprimo.
¡ªQueda claro, pero es injusto que, tras 40 a?os, no pueda jubilarse una.
¡ªLa libertad tiene eso.
La de no dar exclusivas cuando estaba en el candelero, la de no cantar nada que no sintiese propio, la de decir que no a Eurovisi¨®n porque ella, cuenta, era ¡°m¨¢s contestataria que eso¡±. ¡°He dejado de ganar much¨ªsimo dinero¡±, afirma. Y el que s¨ª gan¨® lo gast¨® en construir meticulosamente un personaje: ¡°En los vestidos, las peinetas y los discos que me he producido tengo varios chal¨¦s invertidos¡±, dice. Un personaje que le permiti¨® ser ella misma: ¡°Los famosos se ponen gafas para esconderse, a m¨ª me basta con quit¨¢rmelas; no es solo que no me reconozcan, es que no me creen cuando digo que soy yo¡±. Clark Kent versi¨®n copla.
Y ?c¨®mo es la mujer tras la capa? ¡°Muy segura de lo m¨ªo, pero cintur¨®n negro en darme ca?a. Voy armada con una porra de pinchos. Muy sensible, con un sentido muy profundo de las cosas, pero tambi¨¦n muy cachonda, lo que m¨¢s me gusta es hacer re¨ªr a la gente y dar de comer a los amigos, que para m¨ª son familia. Y como Sophia Loren, de no quejarme, estoy joven¡±.
La falta de exposici¨®n p¨²blica no sale rentable, admite, pero permiti¨® que su hijo, el m¨²sico Ra¨²l Rodr¨ªguez, que se le cae amorosamente de la boca a cada rato, creciese sin el peso de una madre famosa. ¡°Ra¨²l es lo que m¨¢s quiero en la vida, pero, adem¨¢s, lo admiro; cuando llega a los sitios, enciende la luz, lo veo tocar y flipo, es sabio y nos hartamos de re¨ªr¡±. Adem¨¢s de hijo, Ra¨²l es un reputado m¨²sico y antrop¨®logo, le ha producido a su madre ocho discos y est¨¢ a punto de publicar su tercer libro-disco propio sobre las ra¨ªces afrocaribe?as del flamenco.
Gracias a Martirio, adem¨¢s, Maribel cumpli¨® un sue?o infantil: ser invisible. ¡°Con esta edad he conseguido ser completamente lo que deseaba de chica¡±, dice, ¡°pasar totalmente inadvertida¡±. Pero ojo: ¡°Cuando te arreglas, cuando t¨² quieres, consigues que se te vea la solera, la sabidur¨ªa, ese poso de haber profundizado en el amor, el arte, la vida, haces que se te encienda esa bombilla que llevamos dentro las mujeres maduras¡±.
Maribel, abuela de dos ni?as, entra en el estudio fotogr¨¢fico sin que se la note mucho. Pantal¨®n, fular, camisola y zapato c¨®modo. Es m¨¢s bajita de lo que imaginas y, efectivamente, en la calle no pensar¨ªas: ¡°?Anda, Martirio!¡±. Tiene una lev¨ªsima cojera desde que pas¨® la polio de ni?a, pero nunca la has visto en escena. ¡°Me lo he currado mucho para integrarlo¡±, contar¨¢ luego. ¡°No se te quita nunca el hecho de ser diferente¡±, admite, ¡°lo he pasado mal, pero siempre pudieron m¨¢s las ganas. Lo malo de esta enfermedad es ser coja de cabeza¡±.
En una mesa coloca decenas de gafas, peinetas, abanicos, guantes¡ Pendientes de resina, collares de azabache y flores de mo?o que ha tra¨ªdo de casa cuidadosamente protegidas en vasos de pl¨¢stico. Luego pone ¡°el altarcito¡±. Un huevo de cuarzo rosa, una vela, un incienso y un par de cartulinas plastificadas con un collage casero de fotos y souvenirs: ¡°Gente a la que quiero, que me ha dado buena onda o ayudado, recuerdos de sitios importantes de mi carrera, un hotel, un restor¨¢n donde com¨ª muy bien, una tienda de telas que me gusta; son amuletos, los miro y me reconfortan¡±. M¨¢s que religiosa se considera ¡°sincr¨¦tica¡±: ¡°Soy de mis santos y de mi buena energ¨ªa¡±.
Tiene clar¨ªsimo lo que quiere. Es amable, pero no perdona: la raya del ojo as¨ª no (a la maquilladora), con eso no vamos a ning¨²n lado (a la estilista), aquello no favorece (a la fot¨®grafa). Para la periodista trae un papelito con posibles temas a tratar en la entrevista: el precio de la libertad, el repertorio de una artista, su hijo Ra¨²l, el amor; sus colaboraciones con dise?adores como el colectivo Fridor, Fernando Mart¨ªnez Gil o Elena Benarroch; la privacidad, el algoritmo en industria musical, la edad madura, el resurgimiento del folk¡ No parece una exigencia de diva, sino una suerte de arrimar el hombro para que salga mejor, que m¨¢s vale que sobre que no que falte. ¡°Soy muy controladora, me gusta intervenir en los procesos, tengo un criterio muy claro para lo m¨ªo¡±, admite, ¡°pero tambi¨¦n soy muy buena colaborando y muy abierta¡±. Hay un momento maravilloso en la sesi¨®n fotogr¨¢fica (no exenta de sus tensiones) que lo demuestra. Alguien improvisa una bata de cola con un cart¨®n que anda por ah¨ª tirado. Es una idea loca. Pero Martirio no duda: probemos. Y entonces se enciende esa bombilla de solera de la que hablaba antes. La falda reciclada, la pose perfecta, la gamberrada, todo funciona. Y el equipo pare la mejor foto.
La primera vez que sali¨® como Martirio al escenario, con otro trozo de cart¨®n improvisado en la cabeza, fue ¡°tel¨²rico a tope¡±. ¡°Con las gafas y los focos, me ve¨ªa como desde atr¨¢s¡¡±, cuenta Maribel, ¡°fue una cosa m¨¢gica, m¨¢s fuerte que yo; estaba como pose¨ªda¡±. Desdoblada, dice, en un personaje que ten¨ªa futuro, pero tambi¨¦n estaba ligado a las ra¨ªces, que era ¡°folcl¨®rico y underground¡±. ¡°Una rockera cantando copla con esas hechuras¡± result¨® ¡°chocante¡± para muchos, pero no era una parodia. ¡°Nunca¡±, Martirio tuerce el gesto, seria, casi ofendida. ¡°En absoluto, para nada¡±. ¡°Siempre he hecho copla desde el amor y el respeto total; como aquellas canciones sobre las maris¡±. Temas ir¨®nicos que hablaban de amas de casa insumisas, hartas, revueltas ¡°eran costumbrismo, neorrealismo andaluz, nunca parodia¡±, insiste.
Ella misma fue muy mari, cuenta, aunque ¡°nunca intr¨ªnseca, de cabeza¡±. Su padre trabajaba en un banco y su madre en mutualidades. Muy querida y estimulada, fue una ni?a t¨ªmida pero resuelta que dej¨® la carrera de Filosof¨ªa para casarse con su novio y criar a Ra¨²l, al que tuvo con 19 a?os (¡°era muy joven, fue dif¨ªcil, pero tambi¨¦n nos ha hecho muy cercanos¡±). Se separ¨® a los pocos a?os, cuando empezaba a cantar profesionalmente: ¡°Mi ex me ayud¨® mucho al principio y mantenemos muy buena relaci¨®n¡±.
En su primera aparici¨®n en la televisi¨®n, en el Auambabuluba balambamb¨² con una Giralda en lo alto de la cabeza, Carlos Tena le pregunt¨®: ¡°Pero t¨² ?qu¨¦ haces exactamente?¡±. ¡°Unos cupletazos modernos pa reventar¡±, contest¨® Martirio. Y reventarlo, lo revent¨®.
Hasta que lleg¨® un momento que ya no tanto.
¡ª?Qu¨¦ hay despu¨¦s, cuando se acaba el ¨¦xito, la sobreexposici¨®n, la fama?
¡ªEl ¨¦xito para m¨ª es que hoy sigo haciendo lo que me da la gana. He conquistado mi propia libertad art¨ªstica, que es muy dif¨ªcil y caro. Tengo respeto en la profesi¨®n y una carrera intachable en cuanto a la honestidad. Y un p¨²blico muy heterog¨¦neo que viene al camerino con los ojos brillantes. Esa es la labor del arte, removerte.
Martirio cre¨® una imagen potent¨ªsima que ha ido evolucionando con los a?os, como su cante. El libro La vuelta a Martirio en 40 trajes (Planeta, 1999) es una joya descatalogada con textos del poeta Juan Cobos Wilkins sobre sus estilismos y unas deliciosas ilustraciones y recortables de su amiga Beli C. Toscano. Est¨¢ el delantal de huevos fritos, el vestido de la Pasi¨®n de Semana Santa y bata de cola de la Bauhaus; las peinetas con forma de estoque, de olla expr¨¦s, del coche fant¨¢stico o el coraz¨®n trinchado. Hace a?os que la artista, en cuya casa hay una habitaci¨®n ¡°para las cosas de Martirio¡±, busca comisario y patrocinadores para montar una exposici¨®n con sus looks, que con el tiempo se hicieron m¨¢s femeninos y elegantes adecu¨¢ndose a su edad y al esp¨ªritu de sus discos. Hojeando el libro, cuesta creer que nadie haya expuesto ya este jolgorio de modernidad y artesan¨ªa Made in Spain.
En lo musical, aunque Martirio naci¨® en la Movida ¡ª¡±esa eclosi¨®n de creatividad despu¨¦s de aquella ¨¦poca gris y reprimida¡±¡ª, siempre busc¨® ¡°hacer m¨²sica que perdurase en el tiempo¡±, alej¨¢ndose del esp¨ªritu improvisado y punk del momento. ¡°Yo cada vez canto como si me fuera la vida en ello¡±, dice, ¡°me pongo nerviosa como una chiquilla¡±. Explica que la copla, el fado y el tango se acometen de manera parecida, ¡°con intensidad, profundidad po¨¦tica, teatralidad¡±. ¡°Las sevillanas se cantan m¨¢s alegres¡±, a?ade. ¡°En el jazz eres un instrumento, uno m¨¢s en la banda; en el bolero hay que poner toda la carne en el asador y llevarlo a lo personal¡±. El flamenco le cambi¨® la vida: ¡°Supe que me quer¨ªa dedicar a esto tras escuchar a Paco Toronjo¡±. A?os despu¨¦s, Chavela y Bola de Nieve, cuenta, le ense?aron ¡°a desnudar la voz de cualquier adorno¡±.
Aunque ha cantado de todo, en el centro est¨¢ la copla, ¡°la joya de la m¨²sica popular espa?ola del siglo XX¡± que ¡°sigue viva¡± gracias a gente que como ella la pone en el XXI (Miguel Poveda, Pasi¨®n Vega, La Shica, Concha Buika, Diana Navarro¡, menciona). Hay coplas eternas y otras que no han pasado el filtro del tiempo, admite: ¡°Porque son muy localistas, porque tratan de costumbres que ya est¨¢n fuera de la sociedad o porque hablan del amor de una forma que ya no es aceptable¡±. ?Un ejemplo? ¡°Si t¨² me pidieras que fuera descalza, pidiendo limosna, descalza yo ir¨ªa / Que yo soy tu esclava y t¨² el absoluto se?or de mi cuerpo, mi sangre y mi vida¡±. Aunque la considera ¡°una belleza de canci¨®n¡±, Martirio nunca ha cantado en p¨²blico la m¨ªtica Dime que me quieres, de Concha Piquer.
Y a Maribel, ?c¨®mo le va de amores a los 68? ¡°Entre las cosas duras que tiene hacerse mayor est¨¢ la soledad¡±, dice, ¡°y aunque la m¨ªa es elegida ¡ªme he acostumbrado a dormir en diagonal y prefiero estar sola que con alguien que no me haga crecer¡ª, hay momentos¡¡±. Ha amado mucho y muy apasionadamente ¡ª¡±amores de amigos y amores en plan Cumbres borrascosas¡±¡ª, ha gozado y sufrido ¡°como con nada¡± e incluso el desamor le ha ense?ado m¨¢s sobre s¨ª misma que ¡°400 libros de autoayuda¡±. Le falta solo ¡°el doctorado¡±: ¡°Vivir el amor con esta edad, con m¨¢s calma, m¨¢s cercan¨ªa, pero tambi¨¦n m¨¢s independencia. Tengo como 20 amigas que est¨¢n igual: no estamos cerradas, pero tampoco vamos a tener pareja por tenerla, tendr¨ªa que ser algo muy especial, y, eso s¨ª, en todo caso, cada uno en su casa¡±.
Al final, la charla s¨ª ha tratado m¨¢s sobre las mujeres de cierta edad, como pidi¨® al principio la entrevistada, que sobre aquellas primeras peinetas ochenteras, aunque tambi¨¦n se han colado en la conversaci¨®n. En el papelito con los temas a tratar que propon¨ªa Maribel, el ¨²ltimo es m¨¢s un consejo sobre c¨®mo cumplir a?os: ¡°No perder la cabeza, estar en el mundo y tener alguien que te diga la verdad¡±. Se agradece el aviso.
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