Lo que podemos aprender del reino de But¨¢n, donde el ¨ªndice de felicidad es una gu¨ªa para las pol¨ªticas p¨²blicas
En este peque?o pa¨ªs asi¨¢tico, donde est¨¢ prohibido fumar en espacios p¨²blicos o el uso de bolsas de pl¨¢stico, un ministerio se dedica a medir el bienestar de sus ciudadanos
En las carreteras de But¨¢n, no hay carteles publicitarios. Est¨¢n prohibidos. Los mensajes giran en torno a ensalzar al rey y a poner en pr¨¢ctica un estilo de vida particular. Los hay m¨¢s universales, como ¡°no usar el m¨®vil mientras se conduce; mantener la distancia de seguridad¡±, hasta algunos m¨¢s impactantes, como ¡°una mala decisi¨®n puede destruir tu vida. No consumas drogas¡±.
But¨¢n, conocida como la Suiza de los Himalayas, es una de las monarqu¨ªas constitucionales m¨¢s j¨®venes del mundo. Enclavada entre China y la India, no llega al mill¨®n de habitantes y tiene numerosas particularidades. Entre ellas, que existe un ministerio que ha creado el ¨ªndice de felicidad nacional bruta (FNB). Eval¨²a el bienestar de los ciudadanos mediante un cuestionario y sus resultados se han convertido en la herramienta fundamental para la planificaci¨®n y evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas, como se?ala el investigador Luis Rodr¨ªguez Calles. Seg¨²n la doctora Marta Miret, profesora de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, la iniciativa de evaluar el progreso de la sociedad a trav¨¦s de indicadores de bienestar no es exclusiva de But¨¢n. Pa¨ªses como Canad¨¢, Australia, Francia y el Reino Unido, as¨ª como la Organizaci¨®n de Naciones Unidas, han reconocido la relevancia de la felicidad y el confort para el desarrollo de pol¨ªticas y han comenzado a evaluar de forma sistem¨¢tica el bienestar de la poblaci¨®n.
En una escala de 0 a 1, el ¨ªndice de FNB de But¨¢n es de 0,756. El 43% de los encuestados de But¨¢n se declara feliz o muy feliz, el 48% relativamente feliz y el 9% infeliz. Los datos no son muy diferentes a los encontrados en Espa?a, seg¨²n datos de la doctora Miret y del doctor Jos¨¦ Luis Ayuso-Mateos, de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Sorprende que los ¨ªndices de But¨¢n desciendan con la llegada de la televisi¨®n e internet, en el a?o 2000. Desde entonces, muchos j¨®venes se quieren ir del pa¨ªs, como apunta el cineasta butan¨¦s Pawo Choyning Dorji, que lleg¨® a representar a su pa¨ªs en los Oscar con la pel¨ªcula Lunana, un yak en la escuela.
Resulta interesante reflexionar sobre qu¨¦ mide este ¨ªndice, independientemente de la fiabilidad de las encuestas o si se trata de una operaci¨®n de marketing. Eval¨²a nueve dimensiones: condiciones de vida (bienes, vivienda, ingreso per capita); bienestar psicol¨®gico (satisfacci¨®n con la vida, emociones negativas, emociones positivas, espiritualidad); salud (salud mental, d¨ªas saludables, discapacidad); uso del tiempo (trabajo, sue?o); educaci¨®n (ense?anza, alfabetizaci¨®n, conocimiento); resiliencia cultural (hablar un idioma nativo, participaci¨®n cultural, habilidades artesanales, etiqueta y conducta); buen gobierno (derechos fundamentales, participaci¨®n pol¨ªtica); vitalidad de la comunidad (familia, seguridad, relaciones con la comunidad, donaciones), y resiliencia ecol¨®gica (responsabilidad hacia el ambiente, da?os a la vida silvestre, cuestiones urbanas).
El ¨ªndice tambi¨¦n se fundamenta en cuatro pilares b¨¢sicos. El primero est¨¢ relacionado con el desarrollo de un sistema socioecon¨®mico sostenible e igualitario, con una sanidad gratuita. El segundo consiste en proteger y promover los valores culturales, como la religi¨®n, el idioma, la vestimenta y la arquitectura. El tercero enfatiza la conservaci¨®n del medio ambiente, ya que el 60% de su territorio son bosques. Esto incluye medidas dr¨¢sticas, como la prohibici¨®n de fumar en espacios p¨²blicos o el uso de bolsas de pl¨¢stico, y tambi¨¦n hay un fuerte control del turismo, que empez¨® sobre la d¨¦cada de 1970 (los visitantes no pueden viajar por libre, sino que lo tienen que hacer a trav¨¦s de agencias locales y con la compa?¨ªa de un gu¨ªa local). El cuarto pilar es el esfuerzo por mantener al Gobierno alejado de la corrupci¨®n.
Los que han podido visitar este pa¨ªs cuentan que reina un ambiente de tranquilidad y no se perciben se?ales de estr¨¦s. Es un cambio abrupto respecto al ritmo de Occidente. Las sonrisas denotan amabilidad y paciencia. Las estatuas budistas contagian tranquilidad. Calles, fortalezas y templos lucen limpios e impolutos. Las casas se construyen de la misma manera, en colores rojos o verdes, y con un m¨¢ximo de plantas. Cuando los ciudadanos tienen que hacer cualquier gesti¨®n administrativa, se visten con uniforme. No hay sem¨¢foros ni se necesitan. La gente tarda poco en llegar al trabajo. Se dedican, mayoritariamente, a la agricultura. Los ciudadanos se sienten orgullosos de que se los conozca por este ¨ªndice.
No hace falta viajar a But¨¢n ni convertirse en monje budista para adentrarse en este concepto de felicidad. Pero s¨ª podemos trasladar aspectos de esta cultura para hacernos reflexionar sobre la nuestra. Matthieu Ricard, en su libro Memorias de un monje budista, reflexiona sobre c¨®mo, en nuestra cultura, la felicidad se relaciona m¨¢s con el cumplimiento de objetivos, la acumulaci¨®n de posesiones materiales, los logros profesionales o la exhibici¨®n en las redes sociales¡
No es f¨¢cil trasladar ni exportar este conjunto de indicadores del FNB a nuestro medio o estilo de vida. Pero quiz¨¢s pueda servir de inspiraci¨®n o como experimento social para desarrollar peque?as iniciativas civiles o pol¨ªticas locales. Individualmente, se puede empezar por reflexionar en qu¨¦ par¨¢metros se basa nuestro ¨ªndice de felicidad propio y si los pilares sobre los que se fundamenta son constantes o fr¨¢giles. Preguntarse si el tiempo que se le dedica al trabajo, a los amigos, a la familia, a la comunidad, a la espiritualidad, a las labores art¨ªsticas, a la participaci¨®n en los ritos sociales o a la relaci¨®n con la naturaleza es suficiente y si uno tiene capacidad para cambiarlo.
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