Cambiar de vida a los 93 a?os a pesar del coronavirus
Un matrimonio argentino que se mudaba a Espa?a acaba en Italia durante cinco d¨ªas de caos en medio de la pandemia
La idea se estuvo madurando durante 19 a?os. Juan Carlos Louro y su mujer Elena tardaron casi dos d¨¦cadas en decidirse a dejar su Argentina natal para instalarse en Espa?a. "Uno lo va postergando, que s¨ª, que no, hasta que lo decidimos y nos toc¨® justo la pesadilla", cuenta ¨¦l. Hace unos meses decidieron vender todo lo que ten¨ªan, enviar 17 bultos en una mudanza internacional que ahora mismo desconocen d¨®nde est¨¢ y comprar dos billetes de barco para cruzar el Atl¨¢ntico. Se subieron a bordo el 3 de marzo en Buenos Aires, con 85 a?os ¨¦l y 93 a?os ella. Cuando se dispon¨ªan a atravesar el oc¨¦ano, ...
La idea se estuvo madurando durante 19 a?os. Juan Carlos Louro y su mujer Elena tardaron casi dos d¨¦cadas en decidirse a dejar su Argentina natal para instalarse en Espa?a. "Uno lo va postergando, que s¨ª, que no, hasta que lo decidimos y nos toc¨® justo la pesadilla", cuenta ¨¦l. Hace unos meses decidieron vender todo lo que ten¨ªan, enviar 17 bultos en una mudanza internacional que ahora mismo desconocen d¨®nde est¨¢ y comprar dos billetes de barco para cruzar el Atl¨¢ntico. Se subieron a bordo el 3 de marzo en Buenos Aires, con 85 a?os ¨¦l y 93 a?os ella. Cuando se dispon¨ªan a atravesar el oc¨¦ano, la Organizaci¨®n Mundial de Salud (OMS) declar¨® la pandemia global por coronavirus.
A Juan Carlos y a Elena los esperaba en Antequera (M¨¢laga) una casita alquilada, su hija Mariana, su yerno y sus tres nietos. El pasaje hacia su nueva vida inclu¨ªa un pasaporte y libro de familia espa?ol, que se acabaron volviendo la llave para no volver a la casilla de salida, en medio del caos, repatriados a Argentina. ¡°Soy biznieto, nieto, hijo y hermano de espa?oles. El primer argentino de la familia soy yo¡±, relata ¨¦l. La llegada a M¨¢laga estaba prevista para el 19. Pero ya desde d¨ªas antes, las noticias sobre las medidas adoptadas contra el virus, incluido el cierre de puertos a cruceros en Espa?a, fueron cayendo como bombas a bordo del barco. Una semana que el matrimonio vivi¨® como una carrera contra el tiempo, en la que sintieron que siempre iban por detr¨¢s.
¡°Primero nos comunicaron que Tenerife estaba cerrado, luego Lanzarote, cuando atravesamos el Estrecho de Gibraltar nos dijeron que M¨¢laga tampoco. Barcelona era la esperanza¡±. Pero el barco tambi¨¦n pas¨® de largo. ¡°Nos llevaron a Marsella (Francia) con la promesa de que all¨ª podr¨ªamos bajar, pero ah¨ª vino la sorpresa y solo desembarcaron los franceses. Est¨¢bamos comiendo a bordo cuando el barco comenz¨® a navegar, el Gobierno franc¨¦s nos oblig¨® a salir¡±. Llegaron el d¨ªa 20 a G¨¦nova, en el norte de Italia, el lugar entonces m¨¢s azotado por el coronavirus.
Desde M¨¢laga su hija Mariana vivi¨® ¡°la peor pesadilla¡± de su vida durante los cinco d¨ªas que permanecieron en Italia con noticias que cambiaban a cada minuto y que su padre le trasmit¨ªa a ella y a su hermana, que sigue viviendo en Argentina, cuando consegu¨ªa conectarse a Internet. ¡°Fue muy estresante. Nos dec¨ªan: ya est¨¢ todo listo. Es un barco de 12 pisos y 300 metros de largo. Ten¨ªamos que ir corriendo de un lado para otro porque dec¨ªan que ya sal¨ªamos. Hab¨ªa que coger las tres valijas muy grandes que llev¨¢bamos, pero luego otra vez que no, que no ten¨ªamos permiso. Y de vuelta al camarote¡±, explica Juan Carlos.
La pareja se conoci¨® hace m¨¢s de 25 a?os en un barrio de Buenos Aires. ?l, divorciado hac¨ªa muchos a?os, viv¨ªa con una de sus hijas. Elena ten¨ªa su casa dos bloques m¨¢s all¨¢. "Se quieren mucho, antes no paraban ninguno de los dos", recuerda Mariana. Ahora, ¨¦l hace todo por ella, que tiene artrosis y est¨¢ m¨¢s delicada de salud. Su hija llevaba a?os acariciando a idea de tenerlos cerca, por eso movi¨® cielo y tierra durante cinco d¨ªas para evitar que, en medio del caos, las autoridades les impidieran llegar a su destino final.
"Yo present¨¦ el casamiento, pero dec¨ªan que mi se?ora se ten¨ªa que ir a Argentina. Imagina el estr¨¦s", contin¨²a Juan Carlos. El segundo d¨ªa en Italia, el barco volvi¨® a moverse hasta el puerto de Civitavecchia, m¨¢s cerca de Roma. Por fin al quinto d¨ªa los sacaron. "En el trayecto al aeropuerto se ve¨ªa la desolaci¨®n total, en las calles no se mov¨ªa nada ni nadie". Un avi¨®n fletado por la naviera italiana Costa Cruceros los llev¨® a Madrid. Luego un autob¨²s a M¨¢laga. Llegaron a las dos de ma?ana. "Dorm¨ª 12 horas seguidas", recuerda ¨¦l ya desde su casa.
La nueva vida que est¨¢n viviendo no es exactamente la que hab¨ªan so?ado. Encerrados en su nuevo hogar siguen con atenci¨®n las noticias de este mundo extra?o que ahora rodea a todos. ?l, director administrativo jubilado del Hospital Mu?iz de Buenos Aires, de enfermedades infecciosas, dice que lo que ve¨ªan en Europa desde los puertos parec¨ªa ¡°una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n¡±, con toda la actividad en suspenso. Al menos la pel¨ªcula de terror que les toc¨® vivir a ellos acab¨® bien. Y reci¨¦n levantado de una siesta, Juan Carlos cuenta su historia con detalles y vitalidad. Tambi¨¦n con amor. ¡°Elena lo llev¨® bien. Ella es una ni?a, el viejo soy yo¡±.
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