La pandemia abre la puerta al futuro de las c¨¢rceles
Las alternativas a la prisi¨®n en Espa?a despu¨¦s de la covid-19: enviar a presos a casa y facilitar un regreso escalonado a la comunidad
Desde que Espa?a se puso en guardia frente al coronavirus, las razones de la ciencia han logrado algo en lo que la pol¨ªtica de las emociones lleva 25 a?os fracasando: acortar el tiempo de la c¨¢rcel para muchos presos. Las sucesivas reformas penales han llevado la tasa de encarcelamiento espa?ola a estar entre las m¨¢s altas de Europa occidental. Ahora, el protocolo sanitario, que aconseja reducir el contacto y descongestionar espacios cerrados, mand¨® a casa a 3.000 presos entre marzo y abril. La situaci¨®n renueva as¨ª una pregunta que el debate pol¨ªtico ignora desde hace d¨¦cadas: ?Y si la prisi¨®...
Desde que Espa?a se puso en guardia frente al coronavirus, las razones de la ciencia han logrado algo en lo que la pol¨ªtica de las emociones lleva 25 a?os fracasando: acortar el tiempo de la c¨¢rcel para muchos presos. Las sucesivas reformas penales han llevado la tasa de encarcelamiento espa?ola a estar entre las m¨¢s altas de Europa occidental. Ahora, el protocolo sanitario, que aconseja reducir el contacto y descongestionar espacios cerrados, mand¨® a casa a 3.000 presos entre marzo y abril. La situaci¨®n renueva as¨ª una pregunta que el debate pol¨ªtico ignora desde hace d¨¦cadas: ?Y si la prisi¨®n no fuera lo mejor para la rehabilitaci¨®n?
Desde finales de febrero ¡ªla Organizaci¨®n Mundial de la Salud declar¨® pandemia al brote v¨ªrico el 11 de marzo¡ª, 2.981 presos en tercer grado han pasado a cumplir sus penas en su casa, lo que en total suma 5.579 internos en esa situaci¨®n, seg¨²n datos de Instituciones Penitenciarias. Otros 1.603 clasificados como de tercer grado est¨¢n tambi¨¦n en r¨¦gimen abierto, pero siguen durmiendo en los centros y secciones abiertas, algunos porque no tienen otro sitio adonde ir. Estos espacios est¨¢n formalmente dentro del per¨ªmetro legal de la prisi¨®n, pero materialmente fuera de sus muros, y sirven como lugares de transici¨®n hacia la libertad y la rehabilitaci¨®n.
Pero lo relevante es que esa coyuntura est¨¢ alineada con la tendencia de fondo que lleva a?os fragu¨¢ndose en el sistema penal, lejos del rigorismo reivindicado y promulgado desde el escenario pol¨ªtico. El futuro de la prisi¨®n en Espa?a, un art¨ªculo publicado en enero de 2020 en la Revista Espa?ola de Investigaci¨®n Criminol¨®gica (REIC) as¨ª lo describ¨ªa: ¡°La tendencia a que la pena de prisi¨®n pierda relevancia en favor de penas alternativas va a continuar en el futuro¡±, afirma el texto divulgado antes de las medidas cr¨ªticas de confinamiento. El sistema punitivo, sostiene su autor, el catedr¨¢tico de Derecho Penal, Jos¨¦ Cid, tiende cada vez m¨¢s a ¡°penas alternativas¡±, a trabajar con ¡°penas cortas¡± y ¡°a mejorar la transici¨®n de la prisi¨®n a la comunidad¡±.
En Espa?a hay unos 59.000 presos, lo que supone una importante reducci¨®n desde el pico de 2010, cuando sumaban casi 77.000 y una tasa de encarcelamiento de 166 presos por cada 100.000 habitantes. La cifra actual, 127, sigue por encima de la media de la UE ¡ª118, seg¨²n datos de la comparativa oficial de 2019¡ª. Pero esta tasa se compone de dos factores que hasta ahora nadie hab¨ªa analizado por separado en Espa?a.
Eso es lo que ha hecho el autor del art¨ªculo de la REIC: analiza el dato atendiendo al n¨²mero de entradas en prisi¨®n, por un lado, y a la duraci¨®n del encarcelamiento, por el otro. Y sus conclusiones tienen un efecto disolvente sobre la ret¨®rica del castigo: el alto n¨²mero de encarcelados no se debe a un aumento del crimen, sino al endurecimiento de la pol¨ªtica penal. ¡°Las reformas penales rigoristas han incidido decisivamente en el progresivo incremento de la duraci¨®n del encarcelamiento hasta el a?o 2010 y explican que Espa?a se sit¨²e en el cuartil m¨¢s alto entre los pa¨ªses europeos por lo que hace a la duraci¨®n¡±, afirma.
Cada vez entran menos personas en la c¨¢rcel. ¡°Cada a?o el porcentaje de los condenados que entran en prisi¨®n va reduci¨¦ndose¡±, afirma el art¨ªculo, y su autor aclara por tel¨¦fono que ¡°del total de condenados, solo una parte peque?a, un 13% o un 14%, entra en prisi¨®n¡±. Pero cada vez tardan m¨¢s en salir. Y as¨ª desde mitad de los a?os ochenta, cuando en 1986 se alcanz¨® el pico de entradas en prisi¨®n. ¡°El rigorismo no solo ha existido en la legislaci¨®n sino tambi¨¦n en la pr¨¢ctica de las administraciones penitenciarias, que, en particular [entre 2002 y 2010] realizaron un uso especialmente restrictivo de la libertad condicional¡±, afirma el estudio.
Cid se apoya en los trabajos de otro catedr¨¢tico, Jos¨¦ Luis D¨ªez Ripoll¨¦s, de la Universidad de M¨¢laga, para identificar el ¡°rigorismo penal¡± como la principal causa de la alta tasa de encarcelamiento. Al tel¨¦fono, el propio D¨ªez Ripoll¨¦s considera apropiado hablar tambi¨¦n de ¡°populismo punitivo¡±. Los pol¨ªticos explotan la opini¨®n p¨²blica a trav¨¦s de una ¡°percepci¨®n social equivocada¡±. ¡°Las sociedades piensan que hay mucha m¨¢s delincuencia de la que realmente hay. Y ante esa sensaci¨®n de inseguridad frente al delito, el pol¨ªtico de mano dura propone soluciones que son muy simples, pero que a la gente le convence¡±, explica. Cid se?ala la existencia del terrorismo etarra para entender tambi¨¦n la persistencia de mano dura de las tres primeras d¨¦cadas de la democracia.
Sin embargo, el catedr¨¢tico de Derecho Penal apuesta por que la evoluci¨®n reduccionista acabar¨¢ imponi¨¦ndose, entre otras razones, por la influencia de los est¨¢ndares europeos. ¡°Va a haber una presi¨®n en favor de un regreso escalonado a la comunidad: a trav¨¦s de la libertad condicional, el r¨¦gimen abierto, o la supervisi¨®n de la libertad condicional¡±. El hecho, dice, es que ¡°hay ya una estructura en marcha¡±. Y esa estructura ¡ªfacilitada en parte por el sistema de medidas alternativas que la legislaci¨®n ha venido introduciendo en paralelo¡ª es la que ahora se aprovecha en la crisis del coronavirus.
¡°No es la idea de castigo lo que est¨¢ en discusi¨®n, es la idea de prisi¨®n¡±, dice Cid. ¡°La sociedad tiene que saber que la prisi¨®n es una soluci¨®n muy cara, su coste es muy elevado¡±, a?ade. Pero Cid reconoce que lo es a medio y largo plazo, al contrario que, por ejemplo, aumentar la capacidad de investigar y resolver los delitos, que resulta caro en el corto plazo. La literatura criminol¨®gica se?ala que a la larga la inversi¨®n en eficacia es mucho m¨¢s decisiva para disuadir a los delincuentes. Pero la experiencia de la demagogia muestra que electoralmente es mucho m¨¢s rentable la oferta de mano dura. El presupuesto penitenciario anual ronda los 1.200 millones de euros.
El rigorismo es transversal
Las reformas penales han remado como t¨®nica general en una misma direcci¨®n: penas cada vez m¨¢s largas. La m¨¢s decisiva, la del C¨®digo Penal de 1995 (con Gobierno del PSOE), las elev¨® en los delitos de drogas y elimin¨® la redenci¨®n por trabajo; las sucesivas de 2003 (PP) y 2004 (PSOE), sobre violencia machista; y la de 2007 (PSOE), sobre seguridad vial; y la ¨²ltima de 2015 (PP), que ha restringido el uso de la libertad condicional, aunque es demasiado pronto a¨²n para medir sus efectos con rigor, inciden en esa misma tendencia que alarga la duraci¨®n del encarcelamiento.
El ¨²nico cambio que ha ido en sentido contrario, la de 2010 (PSOE), que las redujo para delitos de drogas, que el propio Tribunal Supremo consideraba desproporcionadas.