Campamentos de verano para ni?os soldado
Veteranos del Ej¨¦rcito organizan actividades de ocio en las que se da instrucci¨®n militar a menores y se les ense?a a disparar con armas simuladas
A primera hora de la ma?ana forman para el izado de bandera, mientras el himno nacional suena a todo volumen por un altavoz, y al caer el sol se repite la ceremonia para arriarla. Visten uniforme del Ej¨¦rcito (pantal¨®n mimetizado, camiseta verde oliva y chambergo), se llaman cadetes, se dividen en secciones a las ¨®rdenes de un oficial y se saludan militarmente. Pero no son soldados. Son chavales de 7 a 21 a?os. Y esto no es un cuartel, sino un campamento de verano en la sierra de Madrid.
¡°La vida aqu¨ª es como un...
A primera hora de la ma?ana forman para el izado de bandera, mientras el himno nacional suena a todo volumen por un altavoz, y al caer el sol se repite la ceremonia para arriarla. Visten uniforme del Ej¨¦rcito (pantal¨®n mimetizado, camiseta verde oliva y chambergo), se llaman cadetes, se dividen en secciones a las ¨®rdenes de un oficial y se saludan militarmente. Pero no son soldados. Son chavales de 7 a 21 a?os. Y esto no es un cuartel, sino un campamento de verano en la sierra de Madrid.
¡°La vida aqu¨ª es como un cuartel, hay disciplina, hay formaci¨®n y cada uno tiene que hacer su trabajo¡±, afirma Juan Gonz¨¢lez Triguero, cabo primero del Ej¨¦rcito de Tierra y director de este campamento que se desarrolla durante 15 d¨ªas en el mes de agosto. La mayor¨ªa de los monitores son veteranos militares o guardias civiles y la mayor parte de los inscritos aspira a serlo.
Como ?lvaro, uno de los mayores, con 21 a?os. Estudia mecatr¨®nica industrial y ha cambiado su vocaci¨®n: antes quer¨ªa ingresar en el Ej¨¦rcito, como su abuelo, que era artillero, pero ahora prefiere el instituto armado, como su padre y su bisabuelo. O Celia, de 16, a la que aqu¨ª todos llaman C. Cuando anunci¨® a sus padres que quer¨ªa ir a un campamento donde los ni?os llevan uniforme y hacen instrucci¨®n, ¡°quedaron en estado de shock¡±, sin entender de d¨®nde le ven¨ªa esta afici¨®n. ¡°Sufr¨ª bullying en el colegio y les dije que quer¨ªa intentar superar los l¨ªmites que me pusieron de peque?a y demostrar lo que val¨ªa como persona¡±, cuenta con aplomo. C quiere ser m¨¦dico militar y cree que el campamento sirve ¡°para que veamos c¨®mo vamos a vivir en el futuro si queremos seguir esa carrera; y, adem¨¢s, es una familia y eso es s¨²per importante para gente que ha pasado lo que yo¡±.
Aunque admite que ¡°hay mucha disciplina¡±, asegura que eso le viene bien a algunos de sus compa?eros ¡°cuya vida era un desastre¡± y la echaban en falta. No es el caso de Leyre, de ocho a?os, que se queja de los gritos de los monitores cuando se le pegan las s¨¢banas por la ma?ana. Aqu¨ª no hay calabozo, pero la indisciplina se puede pagar con unas flexiones suplementarias. Por si acaso, nadie abandona la posici¨®n que est¨¢n fortificando con sacos terreros para ir a por agua, pese a que el polvo se pega a la cara con el sudor, sin el permiso de la oficial, una mallorquina con mando en plaza.
Aprenden a formar, desfilar, hacer orden cerrado, prestar primeros auxilios y orientarse en el campo. Tambi¨¦n defensa personal y tiro con armas cortas y largas, combate urbano y en espacio abierto. Usan pistolas y fusiles, r¨¦plicas exactas de las del Ej¨¦rcito que un lego ser¨ªa incapaz de diferenciar de las aut¨¦nticas. Son armas de airsoft: en vez de balas, disparan bolas de pl¨¢stico. Pero no son inofensivas. Un impacto en un ojo puede causar lesiones irreversibles, por eso es obligatorio llevar gafas, adem¨¢s de protectores bucales, y en Espa?a est¨¢ prohibido su uso para menores de 14 a?os.
El director dice comprender que a muchos les escandalice que se ense?e a manejar armas a menores de edad, pero lo defiende: ¡°El tipo de ni?os que vienen aqu¨ª es porque esas cosas les gustan y qu¨¦ mejor que aprender con especialistas que saben c¨®mo funcionan. Aqu¨ª no tocan un arma si no les hemos dado antes un curso advirti¨¦ndoles de lo peligrosas que son. Si hace falta, soy capaz de darme un bolazo yo para que lo entiendan¡±.
Esta clase de campamentos han venido a llenar el hueco dejado por el fin de la mili y siguen una moda iniciada en Estados Unidos, donde algunos son aut¨¦nticos reformatorios para rehabilitar a j¨®venes delincuentes y muchos no utilizan armas simuladas sino reales, con instructores de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle.
Este a?o, debido a la pandemia, se ha suprimido la visita a una base militar, uno de los platos fuertes del programa. Todos llevan mascarillas con la bandera de Espa?a y las tres secciones en las que est¨¢n divididos no se relacionan entre s¨ª, salvo a la hora de comer. Yolanda, la doctora, se encarga de que nadie entre al campamento sin un test de coronavirus negativo.
El Ministerio de Sanidad y las comunidades aut¨®nomas han dictado un protocolo sanitario para evitar que los campamentos de verano se conviertan en focos de contagio. En cambio, no existe control sobre su labor pedag¨®gica, pues se considera que solo realizan actividades de ocio sin valor educativo, aunque su director subraya que una de sus principales tareas es la ¡°formaci¨®n en valores¡±.
Entre estos valores figura el patriotismo, ¡°algo importante que hemos perdido y tenemos que recuperar¡±, en palabras de Gonz¨¢lez. El campamento se llama Don Pelayo y su escudo es la silueta del m¨ªtico caudillo de la Reconquista cruzada por una pala de zapadores y un HK, el fusil de las Fuerzas Armadas espa?olas, sobre la bandera nacional.
Aunque esta simbolog¨ªa se asocia a la extrema derecha, el director asegura que en el campamento se habla ¡°de valores y los valores no tienen nada que ver con la pol¨ªtica. Hay mucha gente dentro de esto¡±, agrega, ¡°que ni siquiera tiene nada que ver con Vox¡±. Hay algunos que s¨ª, como Gema, la coordinadora: fue concejal del PP en Torrej¨®n del Rey (Guadalajara) y en las municipales del a?o pasado se present¨® candidata por Vox.
Don Pelayo es uno de los m¨¢s modernos de los llamados campamentos de orientaci¨®n militar. La oferta incluye media docena de iniciativas con nombres evocadores del pasado imperial espa?ol como Gran Capit¨¢n, Tercios de Lezo o Mill¨¢n Astray.
Jaume Carbonell, del consejo editor de El Diario de la Educaci¨®n, subraya que, aunque hay un vac¨ªo legal sobre las actividades de ocio y tiempo libre, la Administraci¨®n est¨¢ ¡°obligada a velar por los derechos de la infancia¡±, uno de los cuales es no ser adoctrinada. Respecto al uso de armas, incluso simuladas, alega que contradice la vigente ley educativa que se?ala como uno de sus fines y principios la ¡°educaci¨®n para la paz, no solo en la ense?anza, sino en todos los ¨¢mbitos: personal, familiar y social¡±.
A preguntas de EL PA?S, el Instituto de la Juventud ha declinado pronunciarse sobre este tipo de campamentos militarizados.