La caza pierde balas
Caen las licencias cineg¨¦ticas entre el aumento de la conciencia animalista y el debate pol¨ªtico sobre la actividad
Valdenebro amanece tranquilo. El sol oto?al caldea un parque con unas porter¨ªas con telara?as en sus escuadras. Apenas hay ni?os en este pueblo soriano de 100 habitantes. Son las nueve de la ma?ana de un s¨¢bado cuando empiezan a aparecer coches. De ellos descienden personas con ropas de camuflaje, botas y armas enfundadas. Las pegatinas de los veh¨ªculos, con im¨¢genes de jabal¨ªes, despejan dudas: son cazadores. Una treintena, con algunos ni?os y solo dos mujeres, coge fuerzas con torreznos. ¡°?Los mejores del mundo!¡±, exclama Juli¨¢n Lucas, de 61 a?os, mientras obliga a catar este salado manjar, ...
Valdenebro amanece tranquilo. El sol oto?al caldea un parque con unas porter¨ªas con telara?as en sus escuadras. Apenas hay ni?os en este pueblo soriano de 100 habitantes. Son las nueve de la ma?ana de un s¨¢bado cuando empiezan a aparecer coches. De ellos descienden personas con ropas de camuflaje, botas y armas enfundadas. Las pegatinas de los veh¨ªculos, con im¨¢genes de jabal¨ªes, despejan dudas: son cazadores. Una treintena, con algunos ni?os y solo dos mujeres, coge fuerzas con torreznos. ¡°?Los mejores del mundo!¡±, exclama Juli¨¢n Lucas, de 61 a?os, mientras obliga a catar este salado manjar, que efectivamente merece tal reconocimiento, antes de distribuirse por sorteo los puestos de caza. La comitiva camina tras el reparto 45 minutos entre paisajes naturales hasta llegar al coto, en unos montes cercanos a Bordecorex. All¨ª se cree que muri¨® Almanzor, una de las grandes figuras militares del califato de Al-Andalus. La despoblaci¨®n no tiene memoria y cae sobre este pueblo, cuyos vecinos se cuentan con los dedos de una mano.
El cierre perimetral de Castilla y Le¨®n ha frustrado a otros 30 cazadores que se quedaron en Madrid. Los dem¨¢s han pagado 80 euros, barato dentro de la oferta de cacer¨ªas, para probar fortuna. Uno de ellos es Ignacio Valle, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Caza, que destaca el hecho de que, pese al contexto actual de grave crisis sanitaria, a¨²n hay gente, mucha gente, con ganas de salir de caza. Los n¨²meros evidencian que esta actividad pierde adeptos: el Ministerio de Agricultura expidi¨® 769.000 licencias en 2018, en su ¨²ltimo informe presentado, casi 300.000 menos que en 2005. Valle achaca el descenso a dos aspectos. Uno, el envejecimiento social, y otro, que los pueblos cercanos a la escopeta y el campo se vac¨ªan. La otra parte de culpa la carga Walt Disney: habla de un ¡°complejo mascotista¡± de la sociedad, con ¡°un animalismo que cree que el Rey Le¨®n come lechugas; viven apartados de la naturaleza¡±.
La controversia plantea debates que les perjudican tanto en lo nacional como en las instituciones comunitarias. Gerardo Arroyo, su representante ante la Comisi¨®n Europea, critica con su arma a la espalda que ¡°falta conexi¨®n con el mundo real¡± y dispara contra los ¡°urbanitas¡± de Bruselas, agitados por grupos de presi¨®n con ¡°intereses econ¨®micos¡± en la industria del cuidado animal. ¡°Los primeros ecologistas somos los cazadores¡±, reitera. El sector cineg¨¦tico reivindica que con sus balas controla los ecosistemas, evita superpoblaciones o la aparici¨®n de enfermedades que pueden afectar a los humanos. Miguel ?ngel Hern¨¢ndez, portavoz de Ecologistas en Acci¨®n, expone que esos argumentos no impiden que los no cazadores sientan una ¡°clara y rotunda desafecci¨®n hacia los cazadores y sus pr¨¢cticas¡±. Los ecologistas censuran que se considere ¡°deporte¡± a esta acci¨®n. El Ministerio de Cultura y Deportes cifra en m¨¢s de 300.000 los federados en esta disciplina, solo superados por el f¨²tbol y el baloncesto.
Lo ¨²nico en lo que coinciden defensores y detractores es en el peso econ¨®mico de la caza. Desde prismas opuestos, los cazadores sostienen que el sector emplea a 187.000 personas, genera el 0,3% del PIB y mueve 6.500 millones de euros. Tambi¨¦n indican que este dinero se queda en las zonas rurales y les aporta riqueza. Los ecologistas cuestionan que, si tan importante es para esas comarcas, por qu¨¦ no impide el ¨¦xodo hacia lo urbano. La densidad demogr¨¢fica de la Soria que han surcado en coche apenas supera a la de Siberia.
La combinaci¨®n de econom¨ªa, ecologismo y controversia social implica que las aguas del debate desemboquen en el gran oc¨¦ano de la pol¨ªtica. Alejandro Mart¨ªnez, de 26 a?os y nacido en la provincia soriana, gestiona la comunicaci¨®n de la Federaci¨®n. Mart¨ªnez, apodado Hunter (cazador, en ingl¨¦s) nada m¨¢s pisar la facultad, aprovecha un d¨ªa lamentablemente tranquilo para ¨¦l en su punto de caza para comentar en voz baja, y no espantar posibles piezas, c¨®mo los partidos pol¨ªticos les contactan regularmente. Un mill¨®n de votantes potenciales, recuerda, son demasiados como para abandonarlos.
La caza y la pol¨ªtica tambi¨¦n se abrazan. El expresidente de la asociaci¨®n, ?ngel L¨®pez, ahora es diputado por Vox en Guadalajara. Este partido ha ensalzado la actividad como v¨ªa de apoyo al campo, al igual que PP o Ciudadanos. Los de Santiago Abascal supeditan ahora el apoyo a los presupuestos andaluces a que se fomente una licencia nacional ¨²nica y se desarrollen planes educativos sobre la caza.
El discurso del PSOE oscila seg¨²n el territorio, pues habituales feudos socialistas como Andaluc¨ªa o Extremadura cuentan con una marcada filiaci¨®n a la caza, pero nombres como Teresa Ribera, ministra de Transici¨®n Ecol¨®gica, la rechazan.
El diputado de Unidas Podemos, cofundador del verde Equo, Juan L¨®pez de Uralde, se?ala que el Congreso no trabaja en ¡°iniciativas globales¡± contra la caza ni existe ¡°voluntad pol¨ªtica para prohibirla¡±. El parlamentario subraya que los tiempos cambian y que si la caza sigue teniendo ¡°impacto ambiental¡±, en forma de contaminaci¨®n, alteraciones de la movilidad de la fauna o introducci¨®n de especies de otros h¨¢bitats, m¨¢s probable ser¨¢ una ¡°demanda contraria creciente de la sociedad¡±. Por ah¨ª ir¨¢n los tiros en el futuro. Los cazadores se reivindican ante los confinamientos. Sin ellos, dicen, aumentar¨ªan los accidentes en carreteras secundarias causados por esta fauna. Se apoyan en que varios colectivos rurales y agrarios solicitaron durante el estado de alarma de primavera, con ¨¦xito, que se permitieran sus batidas para impedir el exceso de animales. Ahora tratan de conseguirlo ante una segunda cuarentena. Miguel ?ngel Hern¨¢ndez reprueba este ¡°privilegio¡± y lamenta que se lo otorguen a quienes ¡°matan animales por diversi¨®n, sin justificaci¨®n¡±.
El senador Carles Mulet, de Comprom¨ªs y parte de la Asociaci¨®n Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales, ha pedido al Gobierno los datos sobre fallecimientos y accidentes relacionados con la caza. Este a?o, incluso con cuarentena, 605 personas han recibido impactos y han muerto 51, seg¨²n los registros. Un n¨²mero ¡°escandaloso¡±, recalca Mulet, que critica esta arraigada costumbre: ¡°No puedo entender de ninguna manera que un ser humano disfrute causando la muerte a un ser vivo, no para alimentarse de ¨¦l, sino por puro divertimento¡±.
La jornada de caza en Soria prosigue. Se divierten m¨¢s los que s¨ª pueden apretar el gatillo y matar. Por el puesto de Alejandro Mart¨ªnez solo pasan los perros que ¡°levantan¡± a la caza. Los malos augurios se despejan cuando aparecen m¨¢s compa?eros y corren la voz de que han ca¨ªdo varios jabal¨ªes.
Varios hombres se afanan por trasladarlos uno a uno y auparlos entre jadeos a los veh¨ªculos. El saldo final, una docena, con ejemplares de hasta 90 kilos, que ir¨¢n amontonando en las cajas abiertas de los todoterrenos. Balance muy satisfactorio. Un afilado hacha y brazos expertos ayudan a quienes quieren quedarse con los colmillos como trofeo. ¡°?Alguien conoce a un buen taxidermista?¡±, se escucha entre la quietud del p¨¢ramo y los relatos de c¨®mo consiguieron dar en el blanco entre los ¨¢rboles. Los perros lamen las v¨ªsceras abiertas. Despu¨¦s, adaptan la tradici¨®n: ya no pueden reunirse todos y posar con la caza antes de una merendola. Pero s¨ª juntan a los 12 animales, que tiznan la tierra soriana con un rastro de sangre, para fotografiarse con mascarillas y separaci¨®n. En el cielo planean los buitres.