Iglesias y la guerra de guerrillas
El vicepresidente escoge sus batallas y traslada el debate a los medios
La que acaba ha sido una buena semana para el vicepresidente segundo. Un a?o despu¨¦s del pacto del abrazo entre Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias que sell¨® el Gobierno de coalici¨®n, el l¨ªder de Podemos ha pulido su estrategia de supervivencia, para no acabar como el pez chico devorado por el PSOE. La misma semana que arranc¨® con el pol¨ªtico republicano, en representaci¨®n del Gobierno, ...
La que acaba ha sido una buena semana para el vicepresidente segundo. Un a?o despu¨¦s del pacto del abrazo entre Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias que sell¨® el Gobierno de coalici¨®n, el l¨ªder de Podemos ha pulido su estrategia de supervivencia, para no acabar como el pez chico devorado por el PSOE. La misma semana que arranc¨® con el pol¨ªtico republicano, en representaci¨®n del Gobierno, viajando en avi¨®n con el Rey a Bolivia ha acabado con el tablero para los pactos de los Presupuestos a punto de hacerse a?icos. Como el artificiero que prende la mecha, a Iglesias le sirvi¨® un solo tuit agradeciendo a Bildu su apoyo a las cuentas para volverse protagonista y sentarse a mirar despu¨¦s de sembrar la pol¨¦mica: en Ciudadanos, en la oposici¨®n y en su socio de Gobierno.
El l¨ªder de Podemos que recogi¨® la cartera de vicepresidente en enero entre gritos de ¡°S¨ª se puede¡±, se ha dado cuenta en estos meses de que como socio del Gobierno en minor¨ªa s¨ª se pueden solo algunas cosas. Iglesias selecciona mucho sus batallas. Pas¨® hace un par de semanas, horas antes de presentar p¨²blicamente el borrador de los Presupuestos. Unas cuentas que no van todo lo lejos que habr¨ªa querido Unidas Podemos en muchos aspectos, sobre todo en pol¨ªtica fiscal. Con el PSOE cerrado a amplias subidas de impuestos en este ejercicio por la situaci¨®n de crisis, Iglesias asumi¨® que era hora de levantarse de la mesa y pasar p¨¢gina.
El vicepresidente decidi¨® entonces desviar el foco. La estrategia del reducido equipo de Iglesias, entre los que est¨¢n su jefe de gabinete, Julio Rodr¨ªguez, su director de comunicaci¨®n, Juanma del Olmo, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho ?lvarez, y la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, pasa por una especie de guerra de guerrillas entre ministros de Unidas Podemos y del PSOE para hacer avanzar su l¨ªnea. Si no hay una respuesta positiva, se traslada el debate a los medios. El ruido. Los suyos aplauden la estrategia. ¡°Yo no creo que haya habido ning¨²n tipo de deslegitimidad, al contrario, han sabido cogobernar¡±, asegura Rub¨¦n Mart¨ªnez Dalmau, vicepresidente segundo de la Generalitat valenciana, de Podemos.
La semana antes de presentarse los Presupuestos, Iglesias recibi¨® en el ministerio a los sindicatos de inquilinos; y los suyos multiplicaron las entrevistas hablando de la importancia de poner control a los precios del alquiler. El PSOE no hizo caso. Y regres¨® el artificiero. El d¨ªa antes de la presentaci¨®n del Presupuesto, Unidas Podemos amag¨® con el boicot: o hay avance en alquileres o no hay borrador. La crisis no se resolvi¨® hasta casi la medianoche. Iglesias no ten¨ªa los Presupuestos que ¨¦l habr¨ªa querido, pero hab¨ªa arrancado al PSOE un compromiso en vivienda que nunca ha gustado a una parte del Gobierno. Se fue satisfecho a dormir.
Apenas nueve horas despu¨¦s, ¨¦l y S¨¢nchez aparecieron ante las c¨¢maras, chocaron los codos y anunciaron de forma paralela las cuentas y el compromiso de limitar los precios del alquiler. ¡°S¨¢nchez es la persona [dentro del Ejecutivo] que mejor entiende, aprovecha y gestiona lo que significa el Gobierno de coalici¨®n con Pablo Iglesias¡±, asegura una persona del entorno del vicepresidente. El presidente y ¨¦l despachan todas las semanas en una reuni¨®n privada. Contra todo pron¨®stico, el pol¨ªtico que vet¨® su presencia en el Gobierno tras las elecciones de abril de 2019 porque ¡°no dormir¨ªa tranquilo¡± es hoy a quien Iglesias f¨ªa su suerte.
El l¨ªder de Podemos est¨¢ c¨®modo con la mayor¨ªa de la investidura, esa uni¨®n entre partidos de izquierda y nacionalistas que tensa las costuras de su socio de Gobierno. En esa ecuaci¨®n, Iglesias se arroga el papel de amalgama, de actor imprescindible. La batalla para sacar a Ciudadanos de la foto final de los Presupuestos comenz¨® hace dos meses con el veto de Unidas Podemos, que S¨¢nchez le oblig¨® a levantar. La disposici¨®n de In¨¦s Arrimadas y los gui?os del PSOE a ganarse su apoyo fueron ganando terreno. Hasta esta semana.
El giro de Arrimadas, obligada por los suyos a poner condiciones a su apoyo, y el sost¨¦n de EH Bildu, orquestado entre Arnaldo Otegi e Iglesias, revolvi¨® el terreno abonado por el PSOE, que proyectaba una mayor¨ªa holgada para sacar adelante los Presupuestos. Algunos barones socialistas se levantaron airados. ¡°Esto no tiene un pase¡±, dijo el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano Garc¨ªa-Page.
Iglesias respira aliviado por haber vuelto a sacudir las cuentas en la recta final y volver a alejar a Ciudadanos de la foto final, aunque no todo est¨¢ escrito. ¡°Se est¨¢ jugando qui¨¦n participa en la direcci¨®n de Estado para los pr¨®ximos 10 o 15 a?os. No se trata de vetar a nadie, pero no se puede compartir la direcci¨®n de Estado con un partido que est¨¢ gobernando con el PP y Vox en tres comunidades¡±, sentencian fuentes de vicepresidencia sobre Cs. El resultado final es una inc¨®gnita en un momento del que depende el futuro del Gobierno de coalici¨®n.
Podemos y la justicia
El vicepresidente ha puesto en estos meses todo su empe?o en sacar r¨¦dito a su presencia en el Gobierno, pero el frente judicial le ha obligado a compartir protagonismo. Con dos causas abiertas: el caso Dina, pendiente de que el Supremo decida si investiga o no a Iglesias, y los contratos del partido con la consultora Neurona. En Podemos sostienen que todo quedar¨¢ en nada, pero las dos siguen abiertas, dando aire a los ataques de los partidos de la oposici¨®n. Eso es lo que peor ha llevado, conf¨ªan personas cercanas. ¡°La facilidad con la que la derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica ha tratado de destruir su imagen y ha alimentado las protestas en la puerta de su casa¡±, a?aden.
En Galapagar, a media hora del centro de Madrid, el Telegram del vicepresidente se pone en l¨ªnea entre las 7.15 y 7.30 de la ma?ana y no se cierra hasta casi la medianoche, con un ojo en el m¨®vil y otro en el cap¨ªtulo diario de la serie que est¨¦ viendo. Llega al ministerio o al Congreso antes de las nueve de la ma?ana y, siempre que puede, trata de estar en casa a partir de las cuatro de la tarde para compaginar el trabajo y el cuidado de sus tres hijos.
El chal¨¦ que compr¨® con su pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero, en mayo de 2018 por 540.000 euros, tratando de buscar un entorno tranquilo en el que criar a sus hijos, se convirti¨® desde el principio en un dolor de cabeza para la pareja. Primero, por las cr¨ªticas que suscit¨® entre votantes y detractores el cambio de morada del l¨ªder, del piso en Vallecas al chal¨¦ con piscina en las afueras. Ahora, por la cacerolada eterna que desde su puerta pone banda sonora a su vida diaria y a la de su familia al grito de ¡°?Coletas, traidor!¡±.
A Iglesias le sobran los enemigos, pero no est¨¢ en pol¨ªtica para hacer amigos. ?l se siente c¨®modo en el Gobierno, aunque no todo el Gobierno se siente c¨®modo con ¨¦l. Al republicano que viaja con el Rey le gustan las contradicciones.