Sierra Bermeja, un incendio avivado por la despoblaci¨®n rural
Vecinos de los seis pueblos desalojados en M¨¢laga asisten preocupados a la p¨¦rdida de un entorno perjudicado por la falta de mantenimiento del monte
Entre los 250 habitantes del pueblecito malague?o de Faraj¨¢n, Juan Andrade es de ¡°los que m¨¢s sabe del campo¡±. Palabra de su vecina Mar¨ªa Arenas. Andrade tiene 82 a?os y sale al bosque en cuanto puede a recoger le?a, pi?as ¡°o lo que sea¡±. No hay rinc¨®n que se le resista en la Sierra Bermeja que arde sin control desde el pasado mi¨¦rcoles. ¡°Era una arboleda nueva y ha quedado toda derretida. Es un desastre y lo peor vendr¨¢ luego, cuando lo apaguen y llueva¡±, advierte Andrade a las puertas del pabell¨®n San Francisco de Ronda. Aqu¨ª lleg¨® este domingo al mediod¨ªa cuando el cielo de su pueblo ¡°se pu...
Entre los 250 habitantes del pueblecito malague?o de Faraj¨¢n, Juan Andrade es de ¡°los que m¨¢s sabe del campo¡±. Palabra de su vecina Mar¨ªa Arenas. Andrade tiene 82 a?os y sale al bosque en cuanto puede a recoger le?a, pi?as ¡°o lo que sea¡±. No hay rinc¨®n que se le resista en la Sierra Bermeja que arde sin control desde el pasado mi¨¦rcoles. ¡°Era una arboleda nueva y ha quedado toda derretida. Es un desastre y lo peor vendr¨¢ luego, cuando lo apaguen y llueva¡±, advierte Andrade a las puertas del pabell¨®n San Francisco de Ronda. Aqu¨ª lleg¨® este domingo al mediod¨ªa cuando el cielo de su pueblo ¡°se puso negro de humo¡± y le obligaron a evacuar su casa. Como ¨¦l, muchos otros de los 1.600 vecinos desalojados de seis pueblos del Valle del Genal ¡ª J¨²zcar, Alpandeire, Jubrique, Genalguacil, Faraj¨¢n y Pujerra¡ª aguardan, a ratos tranquilos y a ratos nerviosos, en el municipio ronde?o con la esperanza de poder volver a sus casas, mientras apuntan a la despoblaci¨®n que sufren sus localidades como agravante del desastre.
En el mismo pabell¨®n, con una mano en el m¨®vil y los ojos puestos en ver si llueve, Antonio Mena sigue las novedades del incendio que ya ha calcinado 7.400 hect¨¢reas. Mena, dedicado tambi¨¦n al aprovechamiento forestal de ese bosque en llamas, recibi¨® el domingo por la ma?ana un mensaje de su alcalde en el que le dec¨ªan que su madre Mar¨ªa, de 76 a?os, y ¨¦l deb¨ªan abandonar su casa en el campo. Los dos dejaron J¨²zcar (225 habitantes) ante el peligroso humo que oscurec¨ªa el d¨ªa, aunque el fuego estaba a unos 10 kil¨®metros de distancia de la localidad. ¡°Hemos pasado la noche en un hotel de Ronda. M¨¢s que nervios, tengo intranquilidad. Mi madre s¨ª se puso nerviosa ayer cuando nos tuvieron que desalojar¡±, relata mientras apura una botella de agua.
Ese sentimiento extra?o es el que m¨¢s se est¨¢n encontrando Alicia Do?a y Maite Rengel, profesionales del Colegio de Psic¨®logos de M¨¢laga desplegadas en Ronda para dar una primera atenci¨®n a los evacuados. ¡°El desalojo es algo traum¨¢tico, pero han tenido el acompa?amiento de otros vecinos y familiares. Es una poblaci¨®n de much¨ªsimas personas mayores¡±, explica Rengel. De hecho, aunque el Ayuntamiento de Ronda tiene habilitadas m¨¢s de 1.200 plazas de emergencia en pabellones y los desplazados alcanzan los 1.600, la pasada noche se pudieron cerrar todos despu¨¦s de que el Consistorio alojase a poco m¨¢s de 80 personas en residencias, hoteles y albergues de la ciudad.
La ma?ana de este lunes han comenzado a acudir a las instalaciones de San Francisco, convertidas en centro neur¨¢lgico de la atenci¨®n a los desalojados por el incendio. ¡°Conforme llegan, nos vamos acercando a ellos para ofrecerles apoyo. Est¨¢n preocupados por sus casas, animales y tierras, pero lo est¨¢n llevando bien¡±, apunta Do?a. Con todo, la mayor¨ªa de los atendidos en el pabell¨®n ¡ªunos 30 que van y vienen a lo largo de la ma?ana, atendidos por hasta una treintena de voluntarios¡ª, mantienen la calma tras saber que, por ahora, el fuego no ha alcanzado sus pueblos. La preocupaci¨®n ahora se centra ahora en las inmediaciones de Casares, al sur de Ronda, donde todav¨ªa no ha sido necesario desalojar a nadie. Este domingo pudieron volver a sus casas 1.053 habitantes de Estepona y Benahav¨ªs, evacuados por precauci¨®n el mi¨¦rcoles.
¡°No dejo de pensar en mis animales¡±
Mar¨ªa Arenas casi no ha podido dormir esta noche. Una amiga de Ronda sali¨® en el auxilio de ella y su madre cuando el denso humo que se instal¨® sobre Faraj¨¢n oblig¨® a desalojarlas. ¡°No paro de pensar en mis animales. Ha habido otros incendios en la zona, pero esto no se ha visto en la vida¡±, tercia la mujer. Tanto a ellas como a Juan Andrade, el desalojo les pill¨® de sorpresa. ¡°Hab¨ªa mucho humo, pero no pensaba que nos fueran a evacuar¡±, explica la mujer. ¡°Estaba comiendo y sal¨ª volando. Era impresionante, no se ve¨ªa nada¡±, apunta el vecino que ha pasado la noche en una de las residencias de mayores.
¡°Es que son pueblos muy envejecidos¡±, razona Gaspar Mena, maestro de Alpandeire (250 habitantes) de 70 a?os. Juan Andrade recuerda c¨®mo Faraj¨¢n lleg¨® a tener ¡°m¨¢s de 1.000 vecinos¡±. Los vecinos recuerdan c¨®mo los pueblos de la zona comenzaron a perder habitantes a partir de los 60. Todos tienen claro que, con independencia de que el incendio est¨¦ bajo la sospecha de ser provocado, la despoblaci¨®n de la zona ha acrecentado el desastre. ¡°Siempre se ha dicho que los fuegos en realidad se apagan en invierno, que es cuando se preparan los cortafuegos¡±, explica Mena, en referencia a los trabajos forestales de desbroce y mantenimiento de los pastos. ¡°Pero ya no hay animales que pasten y desbrocen, ni ayudas para mantener el trabajo en el campo. Los j¨®venes se van porque aqu¨ª no hay trabajo, ?y ahora qu¨¦?¡±, se pregunta Mar¨ªa Arenas.
¡°Estamos hablando de una zona de pinos que tienen mucha resina. Una vez que prende uno, va todo hecho y se hace un fuego muy agresivo. Antes hab¨ªa cabras, ovejas, mulos que desbrozaban¡ ahora hay muy pocos¡±, tercia Antonio Mena. Andrade piensa ya en el d¨ªa en el que se vuelva a encontrar con ese campo que tanto le gusta transitar. ¡°Cuando llueva, la ceniza har¨¢ una mezcla de barro que hace que el agua se deslice y no penetre en la tierra. Y hasta que no penetre, el campo no podr¨¢ recuperarse. Es un desastre¡±, tercia apesadumbrado.