Frente a la tentaci¨®n magn¨¦tica del olvido
Continuar trabajando en la convivencia de la sociedad vasca debe ser un objetivo irrenunciable, el reto m¨¢s importante de todos
Se cumplen 10 a?os desde el anuncio por parte de ETA del cese definitivo de su actividad. Nada m¨¢s y nada menos que 10 a?os. La fecha cae sobre el calendario de un pa¨ªs que ya es distinto. No solo Euskadi, sino el conjunto de Espa?a es ya una sociedad distinta. Estos d¨ªas nos llevan de la mano, una vez m¨¢s, a un recorrido a trav¨¦s de la memoria. El tiempo y el cambio vivido por nuestro pa¨ªs no modifican el contenido de una memoria compuesta de sangre, habitada por m¨¢s de 800 vidas truncadas, por miles de heridos, por decenas ...
Se cumplen 10 a?os desde el anuncio por parte de ETA del cese definitivo de su actividad. Nada m¨¢s y nada menos que 10 a?os. La fecha cae sobre el calendario de un pa¨ªs que ya es distinto. No solo Euskadi, sino el conjunto de Espa?a es ya una sociedad distinta. Estos d¨ªas nos llevan de la mano, una vez m¨¢s, a un recorrido a trav¨¦s de la memoria. El tiempo y el cambio vivido por nuestro pa¨ªs no modifican el contenido de una memoria compuesta de sangre, habitada por m¨¢s de 800 vidas truncadas, por miles de heridos, por decenas de miles de personas afectadas de forma directa o indirecta por el terrorismo. Da igual el tiempo que pase. No tiene la capacidad de cambiar la verdad desnuda de los hechos.
Fueron 50 a?os de recorrido de una organizaci¨®n que naci¨® en el contexto general de los a?os sesenta caracterizado por el surgimiento de movimientos terroristas similares ¡ªFrancia, Italia, Alemania, Irlanda¡ª unido al contexto particular de Espa?a, la dictadura franquista. Que a diferencia de otros pa¨ªses, y con la excepci¨®n hecha del IRA, arraig¨® social y culturalmente en un sector amplio de la sociedad vasca. Que atraves¨® el tiempo de la dictadura hasta instalarse en democracia durante m¨¢s de 30 a?os. Que mat¨® todo lo que pudo. Que lo hizo sobre todo en democracia, dentro y fuera del Pa¨ªs Vasco, a hombres, mujeres y ni?os, a todo tipo de personas, con todo tipo de responsabilidades, de procedencias, de edades, de ideolog¨ªas y de clases sociales.
Lo hizo porque quer¨ªa elevar a categor¨ªa de total la visi¨®n particular que ten¨ªa de lo que deb¨ªa ser Euskadi. Dif¨ªcil encontrar mejores palabras que las que dej¨® escritas en su diario Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Catarain, Yoyes, el 5 de diciembre de 1985, nueve meses antes de ser asesinada en Ordizia: ¡°Del derecho a la diferencia se ha pasado al deber de uniformidad¡ A trav¨¦s de un militarismo basado exclusivamente en un nacionalismo oscurantista y m¨ªtico¡±.
ETA fue exactamente eso, un militarismo basado en un nacionalismo oscurantista y m¨ªtico con el que desarroll¨® una tentativa totalitaria de purificaci¨®n nacional.
Diez a?os despu¨¦s de su final, la evaluaci¨®n de su existencia no remite a nada m¨¢s que a un balance inmenso de da?os. Tuvo su cierre en la tarde del 20 de octubre del a?o 2011. Cierre que lleg¨® sin haber conseguido ni uno solo de los objetivos pol¨ªticos para los que hab¨ªa nacido en 1959.
No es mal momento esta conmemoraci¨®n para reflexionar sobre todo aquello de lo que nos habla ese pasado de sangre. Para preguntarnos por las conclusiones que nos deja para el presente y sobre las ense?anzas que convendr¨ªa aplicar, en forma de salvaguardas democr¨¢ticas, en el futuro.
En primer lugar, una realidad inc¨®moda: algo fue mal en el coraz¨®n mismo de la sociedad vasca. Algo no funcion¨® bien cuando una organizaci¨®n terrorista arraig¨® con tanta fuerza y durante tanto tiempo entre nosotros. La violencia y el terrorismo encontraron acomodo en decenas de miles de personas que aplaudieron, justificaron, comprendieron o blanquearon el asesinato de ciudadanos y ciudadanas a lo largo de toda la existencia de ETA. En un sector de la sociedad vasca sucedi¨® algo sobrecogedor: el valor objetivo de la vida humana fue menor que el valor subjetivo de las ideas pol¨ªticas. Esta realidad abrumadora nos invita a pensar en la naturaleza trascendente de los valores humanistas. Nos alerta frente a los nuevos populismos de la pureza y los nuevos traficantes del miedo, siempre expertos en teor¨ªas de la homogeneidad colectiva; siempre una identidad nacional un¨ªvoca, siempre un dogma identitario, casi siempre una patria pura. Y a su lado, el se?alamiento del extra?o, del otro, del diferente. El totalitarismo casi siempre arraiga sobre esos materiales. Lo hace para convertir sue?os propios en pesadillas ajenas.
En segundo lugar, los 50 a?os de vida de ETA tambi¨¦n nos avisan de la velocidad con la que se extiende la indiferencia cuando el mal aparece en cualquiera de sus formas.
Cientos de miles de vascos no se sintieron interpelados por la existencia de una organizaci¨®n terrorista que mataba en las mismas calles de sus ciudades y de sus pueblos. Por alguna extra?a raz¨®n, miles y miles de personas fueron capaces de aplicar una extraordinaria distancia emocional con la violencia que habitaba en su propia geograf¨ªa. Es insalvable una pregunta dolorosa: ?cu¨¢nto tiempo hubiera durado ETA con toda la sociedad vasca movilizada contra ella desde sus primeros atentados? ?Cu¨¢nto hubiera durado frente a la fuerza de una movilizaci¨®n mayoritaria, activa y constante?
Es ah¨ª donde nos espera una ense?anza n¨ªtida. Es una mala idea mirar para otro lado cuando se construye pol¨ªticamente al extra?o, cuando se aplica distancia social a los se?alados. Es una mala idea desde m¨²ltiples puntos de vista, incluido el m¨¢s ego¨ªsta de todos; cuando los se?alamientos del otro entran en escena, cuando suenan palabras que extranjerizan y expulsan del espacio p¨²blico a los se?alados, conviene enfrentarlas con contundencia antes de que sea tarde. Qui¨¦n sabe cu¨¢nto tardar¨¢n en sonar tambi¨¦n para nosotros.
En tercer lugar, nuestro pasado nos pregunta por el significado que atribuimos a todo lo vivido y por el papel que queremos que juegue en lo que somos como comunidad pol¨ªtica.
Hay que reconocerlo; es tentadora la apariencia del olvido. Lo m¨¢s sencillo para una sociedad en fase postraum¨¢tica est¨¢ en pasar p¨¢gina y no mirar nunca m¨¢s hacia atr¨¢s, dejar all¨ª a quienes all¨ª quedaron y desprendernos de un pasado inc¨®modo, lleno de aristas y espacios de sombra.
Sin embargo, tambi¨¦n es posible un enfoque distinto apostando de forma decidida por la memoria. Es posible educar a las generaciones m¨¢s j¨®venes de ni?as y ni?os vascos en lo que ETA signific¨®, con contenidos obligatorios, tanto en primaria como en secundaria, para aprender la verdad desnuda de los hechos. Es posible reformar el Estatuto de Autonom¨ªa de Euskadi para que, entre las distintas inspiraciones que nos configuran como comunidad pol¨ªtica, est¨¦ tambi¨¦n la memoria de las v¨ªctimas del terrorismo. Es posible dotarlas as¨ª de un significado trascendente en la existencia misma de nuestra comunidad pol¨ªtica.
Es posible trabajar desde m¨²ltiples enfoques en un tratamiento pol¨ªtico de nuestro pasado que se encuentre a la altura de los hechos que contiene dentro.
Continuar trabajando en la convivencia de la sociedad vasca debe seguir siendo un objetivo irrenunciable, el reto m¨¢s importante de todos. Debemos hacerlo sobre la defensa de nuestra pluralidad de ideas y de sentimientos identitarios, trabajando en las salvaguardas necesarias para nuestra aspiraci¨®n de convertirnos en una sociedad plenamente normal. Es un objetivo noble. Quiz¨¢ el m¨¢s noble de todos. Frente a la tentaci¨®n magn¨¦tica del olvido, solo se alcanza a trav¨¦s de la memoria.
Eduardo Madina: Socio y director de estrategia de Harmon. Exdiputado socialista en el Congreso.