El Barrio Chino, al otro lado de Melilla, no siente la reapertura de la frontera
La peque?a villa marroqu¨ª, ubicada junto a la valla, vive entre la indiferencia y la calma total la normalizaci¨®n del paso a Espa?a
En la villa marroqu¨ª de Barrio Chino, una pedan¨ªa a pie de la valla con Espa?a, la vida parece haberse detenido. Las calles no muestran al sol ni un ¨¢pice del traj¨ªn fronterizo que, este martes, era ya residual en Beni Enzar, a un par de kil¨®metros. ¡°Aqu¨ª no queda nadie¡±, comentan en corrillo vecinos que se entretienen en la ¨²nica cafeter¨ªa abierta frente al paso de Buena Vecindad por donde hasta 2020 solo acced¨ªan residentes en Melilla y...
En la villa marroqu¨ª de Barrio Chino, una pedan¨ªa a pie de la valla con Espa?a, la vida parece haberse detenido. Las calles no muestran al sol ni un ¨¢pice del traj¨ªn fronterizo que, este martes, era ya residual en Beni Enzar, a un par de kil¨®metros. ¡°Aqu¨ª no queda nadie¡±, comentan en corrillo vecinos que se entretienen en la ¨²nica cafeter¨ªa abierta frente al paso de Buena Vecindad por donde hasta 2020 solo acced¨ªan residentes en Melilla y Nador y que no tiene visos de reabrir ni en el corto ni en el medio plazo. ¡°Todo el mundo se ha ido a Melilla o a la Pen¨ªnsula¡±, protesta un taxista, ¡°?qu¨¦ vamos a hacer aqu¨ª? ?Qu¨¦ trabajo hay?¡±.
En el lugar, que no llega al millar de habitantes, apenas han vuelto siete vecinos entre la medianoche del lunes y la tarde del martes. Seg¨²n la Delegaci¨®n del Gobierno, hasta las doce del mediod¨ªa de la primera jornada de puertas abiertas en Beni Enzar, han salido a Marruecos 994 peatones y 240 coches; mucho menos que en Fnideq (antigua Castillejos), adonde han cruzado 1.378 personas en 472 veh¨ªculos. En sentido contrario, las cifras son similares: 662 peatones han entrado a Melilla y 290 veh¨ªculos frente a las 567 y 228 coches en Ceuta. M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, la reapertura de la frontera no se deja sentir m¨¢s que en las incertidumbres que plantea la estrategia de fases y los nuevos requisitos de entrada y salida.
¡°Melilla y Barrio Chino no son nada sin la frontera¡±, comenta Rachid (nombre ficticio), regente del caf¨¦ a la entrada del pueblo fantasma. En el ambiente hay m¨¢s preguntas que respuestas, mientras que entre los tornos y pasillos del paso internacional de Beni Ensar se ponen a prueba los nuevos requisitos. La exigencia a los vecinos de Melilla de sellar el pasaporte constituye el principal meollo. La espera se hace eterna y asfixiante pese al escaso flujo de personas. Fallan los sistemas inform¨¢ticos y el personal parece insuficiente para aligerar el ritmo. Con apenas unas decenas de personas haciendo cola, el tr¨¢mite puede llegar a durar entre 30 y 60 minutos.
Ali, pescadero de 38 a?os y vecino de Barrio Chino, se lleva las manos a la cabeza. Se dedica a la venta ambulante de pescado que llega en los barcos que faenan frente a Nador y Beni Enzar. ¡°Ahora no est¨¢ saliendo nada a Melilla¡±, protesta con los cubos llenos de sardinas. Antes ¨¦l mismo cruzaba para vender en la ciudad aut¨®noma. El cerrojazo al tr¨¢nsito fronterizo hizo que ¨¦l, su mujer y sus dos ni?os intentasen hace tres meses trepar la valla con una escalera para colarse. ¡°?Qu¨¦ iba a hacer?¡±, se justifica, ¡°ellos nacieron todos en Melilla, tienen derecho a arreglar los papeles¡±.
Farida, empleada de hogar de 43 a?os, ahora desempleada, desaprueba con la cabeza. ¡°Es una pena, es que aqu¨ª no hay nada¡±, alega, ¡°la gente no compra porque no tiene dinero, porque no tiene trabajo¡±. Con dos hijos de diez y cinco a?os, se mantienen con el dinero que a¨²n le env¨ªa su empleador desde Melilla, despu¨¦s de que le haya caducado el permiso de trabajo y haya causado baja en la Seguridad Social. No tiene ni idea de c¨®mo empezar a tramitar el visado que se exigir¨¢ a los transfronterizos para poder cruzar solo a la ciudad aut¨®noma a partir del d¨ªa 31. Mientras, su marido va enlazando trabajos que el Estado marroqu¨ª, asegura, est¨¢ facilitando a desempleados. Tofik cobra unos ocho euros al d¨ªa por salir de casa de madrugada para desbrozar parte del monte Gurug¨², que corona el paisaje del barrio. ¡°Trabaja una semana s¨ª y un mes y medio, no¡±, aclara Farida. ¡°As¨ª no se puede, por eso toda la juventud se ha ido¡±, se lamenta.