Una espa?ola de 89 a?os vuelve a Pamplona tras seis meses en Ucrania en plena guerra: ¡°Estaba muy mal porque no sab¨ªa qu¨¦ estaba pasando¡±
Mar¨ªa Cayetana Lorenzo aterriz¨® en Madrid hace una semana, despu¨¦s de que su hija entrase en el pa¨ªs junto a una ONG para rescatar a su madre, que resid¨ªa junto a otro hijo y su cu?ada desde abril de 2021. ?l falleci¨® en mayo de este a?o
Mar¨ªa Cayetana Lorenzo ¡ªMaruja¡ª, de 89 a?os, descansa en el sof¨¢ aferrada a su bast¨®n. Es una mujer menuda, que necesita de sus nietos para moverse por el chalet de su hija, en Pamplona, y que rompe a llorar cuando se menciona a Chus. Jes¨²s Sarasa Lorenzo, ¡°el ni?o de sus ojos¡±, emigr¨® a Ucrania junto a su esposa, de esa nacionalidad, en abril de 2021. Maruja, viuda, viaj¨® con ellos. Desde entonces, los tres viv¨ªan en un peque?o pueblo cerca de Vinnytsia, ...
Mar¨ªa Cayetana Lorenzo ¡ªMaruja¡ª, de 89 a?os, descansa en el sof¨¢ aferrada a su bast¨®n. Es una mujer menuda, que necesita de sus nietos para moverse por el chalet de su hija, en Pamplona, y que rompe a llorar cuando se menciona a Chus. Jes¨²s Sarasa Lorenzo, ¡°el ni?o de sus ojos¡±, emigr¨® a Ucrania junto a su esposa, de esa nacionalidad, en abril de 2021. Maruja, viuda, viaj¨® con ellos. Desde entonces, los tres viv¨ªan en un peque?o pueblo cerca de Vinnytsia, a unos 300 kil¨®metros al sureste de Kiev. Pero un infarto se llev¨® a Sarasa a finales de mayo. Y empez¨® para Maruja y su familia la odisea para lograr que regresara a Espa?a. ¡°Estaba muy mal porque no sab¨ªa qu¨¦ estaba pasando. Ve¨ªa los aviones c¨®mo tiraban las bombas. Cuando vi a mi hija, fui feliz¡±, recuerda con dificultad la octogenaria desde la capital navarra, donde lleg¨® la semana pasada despu¨¦s de residir durante seis meses en un pa¨ªs en guerra. La mitad del tiempo, sola con su nuera.
Ni Sarasa ni su madre se embarcaron en los convoyes que el Gobierno facilit¨® a los espa?oles residentes en Ucrania a finales de febrero, cuando Rusia inici¨® la ofensiva militar, para escapar del pa¨ªs. No pensaban que la guerra fuera a recrudecerse. Adem¨¢s, Maruja se rompi¨® la cadera. ¡°Tuvieron que operarla en medio del conflicto¡±, cuenta hoy M¨®nica Sarasa, hija de Maruja, de 52 a?os. ¡°Yo me comunicaba con mi hermano por videollamada diariamente. No pod¨ªa ni ver las noticias¡±. La hija de Maruja muestra las fotos y v¨ªdeos que tom¨® en Ucrania y que acumula en un ¨¢lbum del tel¨¦fono m¨®vil bajo el t¨ªtulo de Viaje a buscar a mam¨¢.
Tras el cierre de la embajada en Kiev, y el rescate del centenar de compatriotas que aterrizaron en Barajas el 28 de febrero, Exteriores inform¨® a los espa?oles que a¨²n permanec¨ªan en el pa¨ªs que, en caso de querer retornar, tendr¨ªan que hacerlo por sus propios medios. Seg¨²n fuentes del ministerio, el coste humano de los efectivos que participasen en un eventual rescate ser¨ªa mucho mayor que el de sacar a los atrapados.
Jes¨²s y Maruja permanecieron en su hogar ucranio hasta el pasado mayo. El 29 de ese mes, M¨®nica recibi¨® la fat¨ªdica llamada de su cu?ada: Jes¨²s hab¨ªa fallecido de un infarto. Ten¨ªa 59 a?os. ¡°Fue un dolor doble. Por la muerte de mi hermano y porque mi madre estaba sola all¨ª¡±, recuerda a duras penas M¨®nica en el jard¨ªn de su casa. Es el mismo lugar donde celebraron un funeral con el resto de la familia, entre los que se encontraban los dos hijos de Jes¨²s, fruto de un matrimonio previo. Tras contactar con Exteriores, los parientes de Maruja pidieron ayuda a la ONG Help to Ukraine, una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que desde marzo ha ayudado a otros espa?oles a salir del pa¨ªs. Tambi¨¦n, a decenas de ucranios. ¡°Han sido unos ¨¢ngeles para m¨ª¡±, repite la hija de Maruja.
El delicado estado de salud en el que se encontraba su madre requer¨ªa de un veh¨ªculo especial para su traslado. ¡°Hab¨ªa que sacarla de Ucrania en ambulancia. Y necesit¨¢bamos que su hija entrase al pa¨ªs para estar con ella, para acompa?arla¡±, explica Javier Fern¨¢ndez, fundador de Help to Ukraine. Mientras preparaban el rescate, Maruja ha tenido que pasar los d¨ªas con la esposa de su hijo fallecido y su familia. Solo su nuera hablaba espa?ol y se comunicaba con su hija por tel¨¦fono. ¡°Cada vez la ve¨ªa peor¡±, confiesa M¨®nica. Finalmente, el operativo estuvo disponible hace dos semanas. El 17 de agosto vol¨® desde Madrid a Polonia. ¡°Estaba acojonada, nunca me hab¨ªa planteado ir¡±, afirma M¨®nica.
M¨®nica viaj¨® junto a su sobrino, Mikel, hijo de su hermano Jes¨²s, que tuvo que esperar en la frontera polaca. Ella y un colaborador de Help to Ukraine, Flor¨ªn Boneta, entraron al pa¨ªs en coche. ¡°El miedo se disolvi¨® al cruzar. Solo pensaba ya en encontrarme con mi madre. Me impresion¨® la cantidad de camiones que hab¨ªa al atravesar la frontera. Tambi¨¦n los check points y el armamento militar que hab¨ªa en Lviv¡±, contin¨²a. Hicieron noche en esta ciudad y prosiguieron sin descanso hasta Lipovets, localidad donde resid¨ªa Maruja, cuyo emplazamiento est¨¢ fuera de los ataques directos. Tras un trayecto a trav¨¦s de una carretera plagada de baches, M¨®nica lleg¨® a la casa, que reconoci¨® por las fotos y v¨ªdeos que hab¨ªa intercambiado con su hermano antes de su fallecimiento. Baj¨® corriendo del coche y se fundi¨® en un abrazo con su madre, que esperaba dentro del domicilio.
Dos m¨¦dicos custodiaron a Maruja en una ambulancia. Detr¨¢s, M¨®nica y Flor¨ªn siguieron al veh¨ªculo de vuelta a la frontera, con los enseres de Maruja, que sosten¨ªa en todo momento el bast¨®n que le regal¨® su hijo. Hicieron el recorrido ya sin paradas. ¡°Empatic¨¦ mucho con la gente de Ucrania¡±, recuerda M¨®nica sobre el viaje. ¡°Sent¨ª l¨¢stima por lo que le pueda pasar a este pa¨ªs. Pensar que todo se puede desmoronar...¡±. Gracias a un permiso especial, alcanzaron Polonia tras evitar largas colas en la frontera. All¨ª les esperaba Mikel para volver a Espa?a con su t¨ªa y su abuela. ¡°Ahora puedo descansar tranquila con mi familia¡±, dice hoy Maruja, aliviada, en el jard¨ªn de la vivienda de su hija M¨®nica. ¡°Tengo un nudo aqu¨ª¡±, a?ade mientras se aferra a un crucifijo colgado de su cuello y recuerda a su hijo. El antiguo despacho de M¨®nica, pod¨®loga de profesi¨®n, es ahora el cuarto de Maruja. Hoy disfruta de sus nietos, de su biznieta. Y tambi¨¦n de Pamplona. Aqu¨ª afirma hoy con rotundidad: ¡°He vivido dos guerras¡±. La contienda civil espa?ola y la invasi¨®n rusa de Ucrania.