Por qu¨¦ no discutimos sobre econom¨ªa
La pol¨ªtica parece convertirse en un campo cerrado, autorreferencial
En otros tiempos la intervenci¨®n del presidente del Gobierno en el foro de Davos hubiese sido noticia de portada en todos los medios y habr¨ªa centrado los debates de todas las tertulias. En otros tiempos. Aquellos en los que la ley de Presupuestos era noticia por su contenido y no por qu¨¦ partidos la apoyaban. A¨²n hoy es com¨²n decir que los Presupuestos Generales del Estado son ¡°la ley m¨¢s importante del a?o¡±, pero su eco p...
En otros tiempos la intervenci¨®n del presidente del Gobierno en el foro de Davos hubiese sido noticia de portada en todos los medios y habr¨ªa centrado los debates de todas las tertulias. En otros tiempos. Aquellos en los que la ley de Presupuestos era noticia por su contenido y no por qu¨¦ partidos la apoyaban. A¨²n hoy es com¨²n decir que los Presupuestos Generales del Estado son ¡°la ley m¨¢s importante del a?o¡±, pero su eco p¨²blico desaparece ante medidas en principio de menos peso, como la reforma del C¨®digo Penal o las derivadas de la ley de libertad sexual. El discurso de Pedro S¨¢nchez en el Foro Econ¨®mico Mundial ha acabado ensombrecido por la pol¨¦mica sobre el protocolo antiabortista del Gobierno de Castilla y Le¨®n.
No es nada nuevo, pero no deja de sorprender: la pol¨ªtica ya no discute sobre econom¨ªa, la econom¨ªa ya no es el eje del debate pol¨ªtico, como lo hab¨ªa sido durante d¨¦cadas. Y eso es as¨ª por una raz¨®n esencial: desde los a?os noventa no hay debate sobre la econom¨ªa porque no existen alternativas al modelo imperante desde finales de los a?os ochenta. Sin posibilidad de debate en el ¨¢mbito econ¨®mico, la pugna pol¨ªtica se traslada a otros espacios, a lo que se ha llamado las guerras culturales. Ni la crisis financiera global fue capaz de restaurar la econom¨ªa como eje central del debate pol¨ªtico. Para la historia quedar¨¢n las palabras de Sarkozy sobre la necesaria ¡°refundaci¨®n¡± del capitalismo, pronunciadas hace catorce a?os.
En el caso espa?ol, la reintroducci¨®n de la econom¨ªa en el debate pol¨ªtico es dif¨ªcil porque no sigue los patrones definidos en los a?os noventa y que siguen en vigor. Seg¨²n estos patrones, el partido de la econom¨ªa es el PP, frente a un PSOE al que se ha definido como un partido al que se le da mal manejar la econom¨ªa. Este ha sido el mantra de las campa?as del PP de los ¨²ltimos veinticinco a?os, asumido por la opini¨®n general. De ah¨ª que sea dif¨ªcil asimilar el escenario actual: que sea el PSOE el que quiera hablar de econom¨ªa, mientras el PP reh¨²ye el debate.
M¨¢s all¨¢ de la coyuntura, habr¨ªa un elemento de fondo que har¨ªa muy dif¨ªcil que la pol¨ªtica volviese a circular por el carril de la econom¨ªa. Treinta a?os de monopolio ideol¨®gico habr¨ªan provocado en los electores una disociaci¨®n entre la pol¨ªtica y la econom¨ªa. En el bar¨®metro de 40dB. para EL PA?S del pasado octubre se observaba claramente esta disonancia: por un lado, las medidas econ¨®micas desplegadas por el Gobierno recib¨ªan el respaldo mayoritario de los electores, pero por otro, la estimaci¨®n de voto situaba al PP por delante del PSOE. ?C¨®mo era posible? La explicaci¨®n era evidente y a la vez desconcertante: el 70% de los votantes del PP apoyaban las medidas gubernamentales, pero eso no les llevaba a modificar su voto.
La pol¨ªtica parece haberse convertido en un campo de acci¨®n cerrado, autorreferencial, en el que la decisi¨®n de voto obedece ¨²nicamente a la identificaci¨®n con un partido o un liderazgo (o la animadversi¨®n hacia otro partido o liderazgo), independientemente de las pol¨ªticas que ¨¦ste aplique, que tienden a verse como algo ajeno al color del partido que ocupa el Gobierno, sobre todo en el campo de la econom¨ªa, en el que las acciones de gobiernos de distinto signo desde finales de los ochenta son dif¨ªciles de diferenciar.
Quien quiera devolver la econom¨ªa al centro del debate pol¨ªtico tiene una ardua tarea por delante.