Los migrantes devueltos a Senegal: ¡°Nos sentimos traicionados, dijeron que iban a llevarnos a Espa?a¡±
Cuatro de las 184 personas interceptadas por la Guardia Civil en un cayuco cerca de Mauritania a finales de agosto relatan su odisea de ida y vuelta en tres embarcaciones diferentes
¡°Nos sentimos enga?ados, traicionados. Dijeron que iban a llevarnos a Espa?a, pero destrozaron nuestros sue?os¡±, comienza su relato Aliou Ndour, uno de los 184 migrantes que viajaban en el cayuco interceptado el pasado 24 de agosto por la patrullera R¨ªo Tajo de la Guardia Civil en aguas de Mauritania. Despu¨¦s de seis d¨ªas de incertidumbre y tensi¨®n a bordo, todos ellos fueron trasladados a Senegal, el pa¨ªs del que hab¨ªan huido. Una devoluci¨®n que ha generado cr¨ªticas entre las asociaciones de derechos humanos de ambas or...
¡°Nos sentimos enga?ados, traicionados. Dijeron que iban a llevarnos a Espa?a, pero destrozaron nuestros sue?os¡±, comienza su relato Aliou Ndour, uno de los 184 migrantes que viajaban en el cayuco interceptado el pasado 24 de agosto por la patrullera R¨ªo Tajo de la Guardia Civil en aguas de Mauritania. Despu¨¦s de seis d¨ªas de incertidumbre y tensi¨®n a bordo, todos ellos fueron trasladados a Senegal, el pa¨ªs del que hab¨ªan huido. Una devoluci¨®n que ha generado cr¨ªticas entre las asociaciones de derechos humanos de ambas orillas. Aliou Ndour, Mbaye Ndiaye, Abdou Khadre Diaw y Youssouf Ndong, cuatro j¨®venes de la ciudad senegalesa de Joal, estaban a bordo de aquel cayuco y cuentan ahora, casi tres semanas despu¨¦s, los detalles de una odisea de ida y vuelta en tres embarcaciones diferentes.
Mediados de agosto. Decenas de cayucos salen de las costas de Senegal cargados de j¨®venes que ans¨ªan llegar a Canarias. Mbaye Ndiaye, vendedor ambulante de 25 a?os, siente la presi¨®n familiar. ¡°Todos se van y en Espa?a les va mucho mejor que aqu¨ª¡±, asegura. Su amigo, el pescador Aliou Ndour, de 29 a?os, es un ferviente seguidor del l¨ªder opositor senegal¨¦s Ousmane Sonko, en prisi¨®n desde finales de julio: ¡°Ten¨ªamos esperanza en que con ¨¦l pod¨ªa haber un cambio en este pa¨ªs, pero ahora estamos desmotivados. Yo dir¨ªa que desesperados¡±. Para el estudiante Abdou Khadre Diaw, de 19 a?os, la decisi¨®n fue f¨¢cil. ¡°A veces mi madre me pide 1.000 francos CFA (un euro y medio) y no tengo ni eso para darle¡±, dice. El tambi¨¦n pescador Youssouf Ndong, de 25, llevaba meses reuniendo el dinero para el viaje. ¡°Pagu¨¦ 400.000 (unos 600 euros). Ahora no tengo nada¡±, lamenta.
El lunes 21 de agosto partieron de Joal, una peque?a ciudad de pescadores. ¡°Hab¨ªa grupos llegados de diferentes puntos del pa¨ªs, de Touba, Saint Louis, Palmarin, Gandiol, Kaolack o de la propia Joal¡±, comentan los chicos con gesto apesadumbrado. Tras zarpar sobre las seis de la ma?ana, el primer objetivo era alejarse de la costa para burlar la vigilancia. Sin embargo, pasadas unas horas, ¡°un peque?o avi¨®n blanco con algo de color verde y la bandera espa?ola en la cola comenz¨® a sobrevolarnos¡±, explica Ndour. La descripci¨®n coincide con la aeronave CN-235 que suele utilizar la Guardia Civil en Senegal para la vigilancia y monitorizaci¨®n de los cayucos.
Seg¨²n los cuatro j¨®venes, el avi¨®n sobrevol¨® la barcaza durante los tres primeros d¨ªas de navegaci¨®n, hasta que el jueves 24 de agosto, en aguas de Mauritania, fueron interceptados por la patrullera R¨ªo Tajo de la Guardia Civil, cuya base es el puerto de Nuadib¨². ¡°El cayuco no ten¨ªa ning¨²n problema de navegaci¨®n¡±, afirman. ¡°Se nos acercaron y nos pidieron que par¨¢semos el motor. Luego nos dijeron que iban a preguntar a sus superiores en Madrid y finalmente nos informaron de que nos llevaban a Canarias. Nos pusimos muy contentos. Con una especie de z¨®diac nos trasladaron a la patrullera en grupos de diez y nos pidieron que dej¨¢ramos las mochilas donde llev¨¢bamos las cosas, porque ¨ªbamos para Espa?a¡±.
Sin embargo, la R¨ªo Tajo no puso rumbo a Canarias, sino al puerto mauritano de Nuadib¨² y, vista la direcci¨®n que tomaba la embarcaci¨®n, los migrantes comenzaron a dudar. Ya en los primeros momentos hubo tensi¨®n. ¡°Golpearon a dos que eran como nuestros l¨ªderes y les ataron las manos, otro que estaba organizando una oraci¨®n colectiva tambi¨¦n fue maniatado y llevado aparte. Luego comimos galletas y agua y llegamos a la bah¨ªa de Nuadib¨² al d¨ªa siguiente¡±, cuenta Ndiaye.
El viernes 25 de agosto, la Guardia Civil se topa con el rechazo de las autoridades mauritanas a desembarcar a los j¨®venes. ¡°Entendimos que nos quer¨ªan dejar all¨ª. Esa noche decidimos que si no nos daban informaci¨®n clara nos pondr¨ªamos en huelga de hambre. El s¨¢bado rechazamos el desayuno, los guardias quisieron detener a algunos de nosotros y se form¨® un tumulto. Entonces fue cuando dispararon al aire. No comimos en todo el d¨ªa¡±, remachan.
Seg¨²n el relato de los j¨®venes, el s¨¢bado 26 por la noche subi¨® a bordo un guardia civil que entend¨ªa un poco de wolof, la lengua nacional senegalesa. ¡°Uno de los chicos hab¨ªa sufrido una especie de crisis y estaban preocupados¡±, recuerda Ndour. ¡°Nos ense?aron las previsiones de meteorolog¨ªa y nos dijeron que el tiempo no iba a ser bueno hasta el martes, pero que entonces nos llevar¨ªan a Madrid y nos dar¨ªan trabajo a todos. Eso dijo el que hablaba wolof¡±, asegura. Los guardias, que les hab¨ªan retirado los m¨®viles, les ofrecen entonces la posibilidad de comunicarse con sus familias a trav¨¦s de un tel¨¦fono. ¡°Llam¨¦ a mi madre, le expliqu¨¦ d¨®nde estaba y le dije que me iban a llevar a Madrid¡±, insiste Ndiaye. ¡°Se puso content¨ªsima¡±. El ambiente se relaja y los j¨®venes dejan la huelga de hambre.
El Ministerio del Interior, sin embargo, mantiene que llevar a los migrantes a Espa?a no estuvo nunca sobre la mesa, y afirma que el trato a los casi dos centenares de personas rescatadas, a pesar de la tensi¨®n que reinaba en la patrullera, fue ¡°impecable¡± en todo momento. ¡°Fue una operaci¨®n humanitaria¡±, ha llegado a decir el ministro, Fernando Grande-Marlaska. Fuentes de la Guardia Civil niegan expresamente que se maniatara o golpeara a ninguno de los inmigrantes rescatados, aunque reconocen que se usaron ¡°de manera reglamentaria¡± armas de fogueo para mantener el orden a bordo y poner fin a una pelea, informa ?scar L¨®pez-Fonseca.
Los 184 migrantes, todos varones, (la Guardia Civil inform¨® en un principio de que eran 168, pero, seg¨²n los j¨®venes, algunos se escondieron durante el primer recuento) permanecieron api?ados en la cubierta de la patrullera policial, que, situada en la bah¨ªa de Nuadib¨² a la espera de la respuesta de las autoridades mauritanas, se mov¨ªa lentamente para mitigar el calor, seg¨²n les explicaron. Dorm¨ªan a la intemperie y manten¨ªan la esperanza de que los llevar¨ªan a Espa?a. Sin embargo, en ese momento, el Gobierno espa?ol ya hab¨ªa descartado el traslado a Canarias y, desde el lunes 28, fuentes del Ministerio de Interior informaron a los medios de comunicaci¨®n espa?oles de que la R¨ªo Tajo zarpar¨ªa rumbo a Senegal. As¨ª ocurri¨®. ¡°En cuanto pasamos Cabo Blanco nos dimos cuenta de que volv¨ªamos al lugar del que hab¨ªamos salido. Todo el mundo enmudeci¨®, nos quedamos en shock¡±, rememora Ndong.
El trayecto fue, de nuevo, tenso. En un reparto de comida, varios j¨®venes la arrojaron al suelo y otra vez hubo disparos al aire. Entre los propios migrantes se produjo tambi¨¦n alguna pelea. Los nervios y la desesperaci¨®n por saber que estaban siendo devueltos cund¨ªan entre los j¨®venes. Tras un d¨ªa y medio, el mi¨¦rcoles 30 por la ma?ana llegaron a las cercan¨ªas de la ciudad senegalesa de Saint Louis. ¡°Est¨¢bamos en alta mar, cerca de la plataforma petrolera que han construido all¨ª y alejados de la costa. Se acerc¨® un barco de la Marina senegalesa y nos traspasaron a ella mediante z¨®diacs en peque?os grupos¡±. La patrullera Fouladou puso directamente rumbo a Dakar, a donde llegaron esa misma tarde sobre las 19.00.
¡°Ese ¨²ltimo trayecto lo hicimos sentados, nos prohib¨ªan siquiera estirar las piernas, y nada m¨¢s llegar nos llevaron a la comisar¨ªa de Cit¨¦ Police, donde nos identificaron e interrogaron para saber qui¨¦n hab¨ªa organizado el viaje, cu¨¢nto pagamos, etc¨¦tera¡±, dicen. Finalmente, el jueves 31 de agosto, sobre las diez de la ma?ana, todos fueron liberados menos ocho, a quienes se acus¨® de haber conducido el cayuco.
¡°No nos dieron nada, ni dinero ni ropa. Tuve que caminar descalzo hasta la estaci¨®n de transportes, que est¨¢ en las afueras de Dakar¡±, explica Ndiaye. El joven gambiano tambi¨¦n fue liberado en Senegal. En el grupo hab¨ªa al menos 15 menores de edad, seg¨²n los j¨®venes, y 26 seg¨²n el Gobierno, que tambi¨¦n quedaron en la calle. ¡°Fue una decepci¨®n enorme. Nos sentimos enga?ados y traicionados, rompieron nuestros sue?os¡±, a?ade Ndour. ¡°Ahora, ?qu¨¦? A la m¨ªnima oportunidad voy a intentarlo de nuevo¡±, tercia Diaw. Tras la conversaci¨®n, en un restaurante de Joal, los chicos se pierden entre las calles de arena de esta ciudad senegalesa donde seguir¨¢n mascando la frustraci¨®n de su viaje. En el perfil de WhatsApp de Aliou Ndour se puede leer la frase ¡°Fui creado para triunfar, nac¨ª para prosperar¡±. Dicen que no dejar¨¢n de probar suerte.