La Junta de Andaluc¨ªa retira a funcionarias con hijos enfermos la jornada reducida que les reconoce la legislaci¨®n
Las trabajadoras han sido obligadas a volver a sus puestos a tiempo completo pese a que sus v¨¢stagos siguen precisando los mismos cuidados
V. C. lleva batallando 21 a?os, justo los que tiene su hijo, que padece epiderm¨®lisis bullosa, m¨¢s conocida como piel de mariposa. La imposibilidad de darle el pecho o el sumo cuidado con los pa?ales nada m¨¢s nacer; los problemas para su escolarizaci¨®n cuando fue creciendo; las consultas en el centro de salud cada vez que se le prescribe material nuevo¡ Ahora la lucha es contra el Servicio Andaluz de Salud (SAS), que hace casi un a?o le deneg¨®...
V. C. lleva batallando 21 a?os, justo los que tiene su hijo, que padece epiderm¨®lisis bullosa, m¨¢s conocida como piel de mariposa. La imposibilidad de darle el pecho o el sumo cuidado con los pa?ales nada m¨¢s nacer; los problemas para su escolarizaci¨®n cuando fue creciendo; las consultas en el centro de salud cada vez que se le prescribe material nuevo¡ Ahora la lucha es contra el Servicio Andaluz de Salud (SAS), que hace casi un a?o le deneg¨® la prestaci¨®n que hasta entonces recib¨ªa para el cuidado de menores afectados por c¨¢ncer u otra enfermedad grave (denominada ¡°cume¡±), eliminando la reducci¨®n de jornada retribuida que ten¨ªa reconocida al 99,9%, y oblig¨¢ndola a trabajar a tiempo completo.
¡°Mi hijo es como si fuera un gran quemado. Tiene 60 heridas activas en la piel y en ocasiones se tarda m¨¢s de ocho horas en hacer la cura. No ha cambiado nada en su estado como para que se me haya denegado la prestaci¨®n¡±, explica V. C., enfermera de profesi¨®n. No es la ¨²nica profesional que trabaja en la Junta de Andaluc¨ªa a la que se le ha eliminado este derecho. ¡°El 70% de los casos se dan en la sanidad y en la educaci¨®n, pero est¨¢ extendi¨¦ndose por toda la Administraci¨®n¡±, se?ala Marta Al¨¦s, miembro de la plataforma La Cume nos Une en Andaluc¨ªa, y que, tras denunciar su propio caso en los tribunales, consigui¨® que se le volviera a reconocer su prestaci¨®n del 99,9% que tambi¨¦n se le hab¨ªa denegado.
En 2011, el Gobierno aprob¨® a trav¨¦s de un Real Decreto la prestaci¨®n ¡°cume¡± a trav¨¦s del sistema de la Seguridad Social, que permite a los progenitores obtener una reducci¨®n de jornada remunerada de entre el 50% y el 99,9% si su hijo padece alguna de las enfermedades incluidas en un listado incorporado en el anexo. Esta norma ¨²nicamente garantiza este derecho a los trabajadores por cuenta propia o ajena integrados en alguno de los reg¨ªmenes de la Seguridad Social, excluyendo a los funcionarios. En el ejercicio de sus competencias a la hora de desarrollar esta normativa, Andaluc¨ªa fue pionera y en 2017, en otro decreto, integr¨® a los trabajadores p¨²blicos en el sistema y ampli¨® la prestaci¨®n. Los padres andaluces pueden recibirla siempre y cuando la persona enferma necesite los cuidados, mientras que el decreto del Gobierno solo la concede hasta los 26 a?os.
V. C. ten¨ªa reconocida la reducci¨®n de jornada del 99,9% hasta que cambiaron su r¨¦gimen laboral cuando la entidad para las que trabajaba, que era una agencia p¨²blica, pas¨® a integrarse en 2024 al Servicio Andaluz de Salud. Su situaci¨®n pas¨® de ser personal laboral a estatutario. ¡°El l¨ªmite para decidir en qu¨¦ categor¨ªa quer¨ªamos estar finalizaba el 7 de febrero de 2024 y yo me cambi¨¦ a personal estatutario ese mismo d¨ªa. El 8 me llamaron de Recursos Humanos para decirme que la prestaci¨®n quedaba anulada y que deb¨ªa reincorporarme el 1 de marzo al 100%¡±, cuenta V. C. reviviendo la angustia que sinti¨® entonces.
¡°No hab¨ªa cambiado nada, mi hijo segu¨ªa con las mismas necesidades, de hecho, ten¨ªamos revisi¨®n de su situaci¨®n en abril¡±, cuenta. La impotencia ante la nueva situaci¨®n y la premura con la que ten¨ªa que rehacer una rutina centrada en el cuidado de una persona extremadamente vulnerable, con una enfermedad degenerativa y que requer¨ªa asistencia permanente, la sumi¨® en una profunda depresi¨®n. Aunque le dieron la baja por ansiedad, tuvo que reincorporarse a su puesto de trabajo solo ocho d¨ªas despu¨¦s. ¡°En este tiempo he estado haciendo malabarismos para poder atenderlo¡±, se?ala.
Ese juego de malabares incluye a su marido, tambi¨¦n funcionario, que se ha visto obligado a coger bajas laborales para cuidar de su hijo, y todos los subterfugios que ella ha tenido que hacer para acumular d¨ªas libres para estar con ¨¦l. Ha llevado su situaci¨®n ante el Defensor del Pueblo y tambi¨¦n est¨¢ pendiente en los tribunales a trav¨¦s del servicio jur¨ªdico del Sindicato Andaluz de Enfermer¨ªa (Satse), que lleva m¨¢s casos similares. Desde octubre ha conseguido una reducci¨®n de su jornada al 50%, pero sin remuneraci¨®n, como la que ten¨ªa antes de que el real decreto le concediera el derecho a esa misma prestaci¨®n remunerada.
¡°La mayor¨ªa de los casos est¨¢n judicializados¡±, indica Al¨¦s. Ella recurri¨® a los tribunales porque no se le reconoc¨ªa el 99,9% de reducci¨®n. Fueron tres juicios, y finalmente la inspecci¨®n en julio le reconoci¨® el derecho que le correspond¨ªa por ley. ¡°Saben que no tenemos tiempo ni medios econ¨®micos, el dinero que estamos empleando en pleitos podr¨ªamos destinarlo a terapias para nuestros hijos¡±, abunda. Una de las causas m¨¢s habituales por las que se est¨¢ denegando la prestaci¨®n es porque el menor ha alcanzado los 26 a?os. ¡°Ese es el l¨ªmite que marca la legislaci¨®n nacional, pero la andaluza no establece ninguna edad, el ¨²nico motivo es un cambio en la situaci¨®n del menor a cargo o cese de la convivencia¡±, puntualiza Al¨¦s.
Casos puntuales, seg¨²n el SAS
En el caso de V. C., su hijo no ha presentado ninguna evoluci¨®n. Al contrario. Como advierte su madre, ¡°sus manos se est¨¢n ya convirtiendo en mu?ones, no puede ni abrir el capuch¨®n de un bol¨ªgrafo¡±. Fuentes del SAS indican a este diario que la ley andaluza se aplica a todos los empleados p¨²blicos y que, por tanto, tambi¨¦n se rigen por ella los profesionales que han pasado de laborales a estatutarios. Esas mismas fuentes esgrimen que en los casos particulares ¡°no se deniega de forma arbitraria¡±.
A V. C. le dieron dos razones. Primero, que su hijo estaba siendo atendido en un centro especializado y cuando recurri¨® -porque el centro especializado era la habitaci¨®n en su casa que contaba con todos los elementos necesarios para tratar su enfermedad-, alegaron que no hab¨ªa quedado acreditado que necesitara cuidados. En este punto, V. C. estalla. ¡°Nadie ha venido a ver personalmente a mi hijo, tienen los mismos informes que elaboraba el hospital cuando ten¨ªan que revisar su situaci¨®n para prorrogar la prestaci¨®n. Tiene un 95% de discapacidad y un grado 3 de dependencia¡±, esgrime. ¡°Y adem¨¢s caen en una incongruencia porque ese mismo hospital que me deniega la reducci¨®n de jornada me ha autorizado una enfermera de apoyo para ayudarme en casa¡±, abunda.
Al¨¦s se ha reunido esta misma semana con el director general de Personal del SAS, quien le traslad¨® que no eran tantos los casos en los que se estaban denegando los permisos. Con todo, se comprometi¨® a revisar los que le presentaron desde la plataforma y verificar si el decreto que regula el permiso se estaba aplicando de forma correcta. ¡°Son casos muy graves ¡°, recalca ella y apunta que tambi¨¦n se solicit¨® humanizaci¨®n a la hora de llevar a cabo el proceso. ¡°Ser cuidadora supone un ahorro a la sanidad p¨²blica porque nuestra casa es una cl¨ªnica. No hacemos gasto al sistema porque no solemos acudir a los hospitales para evitar que nuestros hijos cojan infecciones y, sin embargo, tenemos y que soportar que nuestros hijos y nuestra situaci¨®n seamos consideradas gasto sanitario¡±, defiende Al¨¦s.
Un doble duelo
V. C. ha procurado que su hijo tenga una vida plena y que pueda integrarse con el resto de jóvenes de su edad. Cuando se encuentra bien acude a la Universidad, donde cuenta con una estudiante voluntaria de apoyo que le toma los apuntes, le abre el portátil… Mientras está en clase, su madre lo espera en la cafetería de la facultad o dentro del coche, que es un botiquín de campaña para atenderle de inmediato si le pasa algo. Ella tampoco esconde el trance mental que supone no solo vivir en la angustia por la extrema delicadeza del estado de salud de su hijo, sino tener la sensación de que tampoco está atendiendo como se merece a los otros dos que tiene.
Alés llama la atención sobre otro de los dramas que acucia a las madres cuidadoras. “Es un doble duelo. Por un lado, tener que aceptar que tienes que estar con tu hijo porque lo esencial es priorizar tu salud, y por el otro, rechazar un trabajo que es el que te forja y te construye como persona”, reflexiona.